BRUSELAS.- El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, se negó
hoy a "especular" sobre qué impacto tendría una victoria del "no" en el
referendo constitucional que tendrá lugar el domingo en Italia y las
conjeturas sobre una hipotética salida del país del euro.
"No voy a especular" sobre esta cuestión, dijo Draghi ante los
diputados de la comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del
Parlamento Europeo.
"No
voy a comentar declaraciones de otra gente sobre artículos de otra
gente", concluyó al ser preguntado por las informaciones y las voces que
apuntan a que una victoria del "no" en la consulta podría llevar a una
salida del país transalpino de la moneda única.
Respecto a si el BCE tiene previstas medidas especiales para asegurar
la estabilidad bancaria ante potenciales turbulencias tras el
referéndum, Draghi dijo que no prevé ningún tipo de acción especial y
recordó que en este caso prevalecen las reglas europeas bancarias.
"Nuestra mejor contribución que podemos dar es asegurarnos de que la
supervisión y la regulación está bien diseñada e implementada", dijo.
A menos de una semana del voto, las encuestas apuntan a una victoria
del "no" a la reforma constitucional propuesta por el primer ministro
italiano, Matteo Renzi, quien ha ligado su continuidad al resultado de
una consulta, que ha creado inquietud en los mercados.
En concreto, preocupa la delicada situación de la banca italiana, en
especial del centenario Banca Monte dei Paschi di Siena, que está
tratando de aumentar su capital y sanearse.
Por otra parte, Draghi aseguró que la abultada deuda pública italiana
es "sostenible", aunque recalcó que el país no tiene "margen para la
complacencia", dado que con un ratio tan elevado de deuda pública-PIB es
"vulnerable a shocks".
En este contexto, "es importante que el país cumpla con sus
compromisos con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (las normas
europeas de disciplina fiscal), incluyendo el superávit primario y el
mantenimiento de los esfuerzos estructurales y reformas", dijo.
Roma mantiene un pulso con Bruselas respecto a las políticas
presupuestarias que el Gobierno italiano quiere poner en práctica el
próximo año, en el que prevé gastar más de lo que le permitiría cumplir
con sus objetivos fiscales pactados con los socios europeos.
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