Los dos principales bancos centrales del mundo, la Fed y el BCE, han
lanzado estos días mensajes de cierto optimismo sobre la economía
mundial y sobre sus respectivos territorios. Hay una clara divergencia
entre las dos instituciones, puesto que mientras la Reserva Federal
americana está en fase de subida de tipos y ha cortado hace ya unos
cuantos meses las inyecciones de liquidez, el BCE todavía mantiene su
política expansiva y de momento no prevé cambios antes de diciembre de
este año.
El Libro Beige de la Reserva Federal americana ha mejorado
ligeramente su optimismo y llega a insinuar que en el mercado de trabajo
estadounidense hay problemas para encontrar trabajadores en
determinados empleos. La situación de pleno empleo es patente desde hace
unos pocos meses, de forma que el nuevo Presidente americano, Donald
Trump, tendría que echarle una cierta dosis de realismo a su discurso ya
que sin mano de obra extranjera difícilmente van a poder encontrar
satisfacción todas las demandas de puestos de trabajo que hay en la
mayor economía del mundo.
Máxime teniendo en cuenta que el propio Trump,
en una de sus bravatas recientes, llegó a prometer que sería el
presidente americano con mayor empleo creado en su expediente de
méritos. Para cumplir esa aspiración, el recién llegado inquilino de la
Casa Blanca tendría que modificar sensiblemente su política migratoria y
esta no parece ser una de sus debilidades.
Al margen de la situación del empleo hay cierta expectación en torno a
las relaciones entre la Reserva Federal y el nuevo Gobierno republicano
que inicia su andadura estos días. Las relaciones entre el nuevo
Ejecutivo y la máxima responsable de la Fed, Janet Yellen, no son
afables. La Fed pretende subir sus tipos de interés de forma sistemática
en los próximos meses, una expectativa que no es del agrado de la nueva
Administración. Las relaciones pueden llegar a ser tormentosas entra
los dos bandos.
En Europa, la situación del empleo dista mucho de la bondad que
muestran los datos de Estados Unidos, con algunos `países (España el más
notorio) con tasas de desempleo que triplican con creces la de Estados
Unidos. El BCE ha mantenido sin cambios su estrategia monetaria tras la
reunión de este jueves, por lo que mantendrá sus compras de activos
(80.000 millones de euros al mes hasta marzo y 60.000 millones de euros a
partir del mes de abril y hasta diciembre) como estaba anunciado,
mientras la inflación va acercándose a los objetivos deseados.
No obstante, el repique de la tasa de inflación en los últimos meses
tiene mucho que ver con factores atípicos, como la subida de los precios
de las materias primas o de los productos alimenticios. La inflación
subyacente, en cambio, se mantiene en cotas muy alejadas del 2% que
pretende el BCE. La gestión monetaria va a resultarle bastante compleja
al BCE debido a la proliferación de los acontecimientos políticos que se
van a desarrollar en estos meses, con la compleja digestión del Brexit
como piedra angular de las probables complicaciones.
La divergencia entre el rumbo que sigue la Reserva Federal y el que
mantiene de momento el BCE no van a resultar fácil mente conciliables en
el tiempo.
(*) Periodista y economista
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