BASILEA.- El
Banco de Pagos Internacionales (BPI) observa en su último informe
trimestral que la volatilidad en los mercados financieros dificulta a
los bancos centrales volver a la normalidad y que el proteccionismo
complica más la tarea.
En su último informe, publicado hoy, el BPI analiza la situación de los mercados financieros desde comienzos de diciembre.
Destaca
que se produjo un episodio de inestabilidad en los mercados bursátiles,
que ponía fin "a un prolongado periodo de inusual tranquilidad y
evidenció las dificultades a las que se enfrentan los bancos centrales a
la hora de normalizar las políticas monetarias".
El
BPI dice que la fuerte bajada de los mercados bursátiles tuvo su origen
en el nerviosismo ante las perspectivas de inflación y subidas de los
tipos de interés en EEUU.
La
consiguiente subida de la rentabilidad de los bonos estadounidenses y
alemanes a largo plazo hizo tambalearse a la renta variable.
Esta
corrección pone de manifiesto que los mercados habían asumido antes
riesgos, durante un periodo de volatilidad extraordinariamente reducida.
"Sin
duda, el episodio de inestabilidad ha eliminado algunas posiciones -el
equivalente a un 'reseteo' del mercado-, pero básicamente la situación
general no ha cambiado", afirmó el jefe del Departamento Monetario y
Económico del BPI, Claudio Borio.
"Los
responsables de la política monetaria no deben temer a la volatilidad
en sí misma. La presencia de cierta volatilidad durante el proceso de
normalización puede favorecerles", añadió Borio.
El
BPI, dirigido ahora por el mexicano Agustín Carstens, examina las
turbulencias del 2 y el 5 de febrero, que prevé no serán las últimas
porque los mercados financieros y la economía global navegan por aguas
desconocidas.
Durante
las primeras semanas de enero, el índice estadounidense S&P 500
subió más de un 6 %, uno de los comienzos del año más fuertes desde
finales de los años 90, el Nikkei ganó un 4 %, los mercados de valores
de economías emergentes casi un 10 % y las bolsas europeas lo hicieron
más de un 3 %.
Esa
imagen positiva cambió abruptamente tras la publicación del informe
laboral de EEUU el 2 de febrero en el que los salarios habían subido en
enero un 2,9 %, el mayor incremento desde el final de la recesión a
mediados de 2009, que hizo temer una subida de la inflación y de los
tipos de interés en EEUU.
La
semana después el S&P 500 bajó más un 10 %, el Nikkei perdió un 7
%, los mercados de valores emergentes cedieron un 8 % y los de la zona
del euro un 7 %, según cifras del BPI.
Estas
caídas -la del 5 de febrero recordaba al crash bursátil del 1987-
fueron amplificadas, añade el BPI, por los productos cotizados que
apuestan sobre la evolución de la volatilidad.
"Los
productos complejos y apalancados pueden crear y amplificar
fluctuaciones de los mercados, aun cuando los actores principales sean
relativamente pequeños", según el banco de los bancos centrales, cuya
sede está en la ciudad suiza de Basilea.
La
volatilidad se han concentrado en los mercados de acciones con algunas
propagaciones en los bonos soberanos y los tipos de cambio.
"No
sabemos cuánto tiempo durará, pero ha vuelto y algo de volatilidad es
sana. Hay pocas cosas más insidiosas en los mercados que la ilusión de
una calma permanente ", dijo Borio.
La
situación económica y financiera no ha cambiado y las condiciones
financieras siguen siendo "excepcionalmente expansivas", añadió Borio.
Respecto
a la depreciación del dólar, desde comienzos de 2017, Borio dice que ha
sorprendido porque EEUU endurece su política monetaria y expande la
fiscal y que la explicación puede ser que el ritmo de normalización es
"muy gradual", que se produce una recuperación global fuera de EEUU, por
la preocupación por la sostenibilidad de la posición fiscal, así como
por el proteccionismo y las declaraciones a favor de un dólar débil.
Desde diciembre de 2016 el euro se ha apreciado un 14 % frente al dólar, mientras el yen y otras divisas han subido un 6 %.
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