WASHINGTON.- El
presidente estadounidense, Donald Trump, centra los ataques de su gran
ofensiva comercial en la Unión Europea y se muestra particularmente
amenazante con el sector automotor, buque insignia de la industria
alemana.
Si
los europeos no eliminan sus aranceles, "vamos a gravar a Mercedes-Benz
y a BMW", advirtió el sábado por la noche el mandatario, promotor de la
consigna "Estados Unidos primero".
Trump
dijo estas palabras en los suburbios de Pittsburgh, una antigua área
industrial pobre particularmente receptiva a los fuertes aranceles a las
importaciones de acero y aluminio que su gobierno acaba de imponer.
Antes
de desencadenar semejante batalla comercial, que ya está causando
repercusiones en todo el planeta, Trump ha "sopesado los pro y los
contra", dijo el domingo Raj Shah, vocero de la Casa Blanca.
Hace
mucho tiempo que el republicano "describe cómo los países extranjeros
han exprimido a las empresas y los trabajadores estadounidenses",
justificó Shah en la cadena ABC. "Simplemente quiere acceso a mercados
extranjeros, y eso es lo que va a obtener", agregó.
Los
europeos "nos están matando en el comercio", había dicho el mandatario
frente a sus partidarios. "Ni siquiera podemos vender nuestros productos
agrícolas allí, nos restringen directamente", aseguró.
De
ahí la propuesta que le realizó al Viejo Continente: si quiere evitar
los nuevos aranceles estadounidenses sobre el acero y el aluminio,
tendrá que eliminar sus impedimentos para el ingreso de productos
estadounidenses.
El
mandatario lo resumió el sábado en un tuit: "La Unión Europea, países
maravillosos que tratan mal a Estados Unidos en el comercio, se quejan
de los aranceles sobre el acero y el aluminio. Si ellos abandonan sus
horribles barreras y aranceles sobre productos estadounidenses,
abandonaremos los nuestros. Gran déficit. De lo contrario, gravaremos
automóviles, etc. ¡Es lo justo!"
Trump
lanzó esa advertencia unas horas después de una reunión fallida sobre
el tema en Bruselas entre su representante comercial Robert Lighthizer y
la Comisión Europea, que está luchando para que la UE quede exenta de
los impuestos estadounidenses.
La
preocupación es compartida por Japón, mientras que México y Canadá
gozan de una exención de estos gravámenes del 25% sobre el acero y el
10% sobre el aluminio.
China,
el mayor productor mundial de acero y aluminio, dijo el domingo que
"defenderá firmemente sus intereses", pero continuará las conversaciones
con Washington para evitar una guerra comercial "desastrosa" para el
mundo.
"Los
canales de comunicación no se han cortado (...) porque nadie quiere una
guerra comercial", dijo el ministro de Comercio de China, Zhong Shan.
"En
este tipo de negociación, una sola de las partes no puede manejar todo
el asunto por sí misma", advirtió el funcionario, que habló al margen de
la sesión plenaria anual del parlamento chino.
Criticada
por su sobreproducción colosal, ampliamente subsidiada y ya atacada en
Estados Unidos por múltiples investigaciones y medidas antidumping,
China teme una escalada de tensiones que desbarataría la frágil economía
del mundo.
"Una
guerra comercial no tendría ganador, solo podría ser catastrófica para
China, Estados Unidos y el resto del mundo (...) China no quiere entrar
en una guerra comercial, ni lanzar una", dijo Zhong, mientras agitaba la
amenaza de represalias.
En
respuesta a la ofensiva comercial estadounidense, los funcionarios
europeos han planteado la posibilidad de gravar el bourbon, los jeans y
las motocicletas Harley-Davidson.
Pero
al amenazar a las emblemáticas marcas del sector automotor alemán,
Trump también hizo surgir preguntas legítimas sobre la base legal que
tal medida podría tener frente a las reglas de la Organización Mundial
del Comercio (OMC).
Por
otro lado, hace ya tiempo que los principales fabricantes han
diversificado su producción más allá de sus fronteras nacionales. BMW,
por ejemplo, construye cientos de miles de vehículos cada año en Estados
Unidos.
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