ROMA.- Dos
institutos italianos en Piacenza (centro) y Palermo (sur) han tomado
una drástica decisión: iniciar la "desintoxicación digital" al prohibir
los móviles para favorecer la concentración de los alumnos y ayudarles
en su socialización.
"El
científico Stephen Hawking dijo que nunca dejáramos de mirar las
estrellas, queremos ayudar a los estudiantes a volver a mirar al cielo",
dijo en una entrevista telefónica a EFE el director del instituto
católico San Benedetto de Piacenza, en la región de Emilia-Romagna,
Fabrizio Bertamoni.
"Nos
dimos cuenta de que cualquier actividad es para ellos una interrupción
mientras están mirando la pantalla del móvil. Los alumnos tienen que
seguir la clase, pero es una molestia", argumentó.
En
Italia, no hay una ley que prohíba la utilización de los teléfonos
móviles en las escuelas, sino que cada colegio tiene la potestad para
decidir cómo proceder.
El
exministro de Educación italiano Giuseppe Fioroni, del Partido
Demócrata (PD, centroizquierda), negó en 2007 el uso de móviles en las
escuelas, pero en 2017 la exministra Valeria Fedeli, del mismo partido,
consintió que los centros educativos decidieran sobre esta cuestión
porque consideró que "prohibir el uso del móvil en la escuela no es la
solución".
La
intención de estos dos institutos es quitar el móvil a los niños para
que interactúen entre ellos mientras están en la escuela y también
ayudar a que no pierdan la concentración en las aulas.
En
Piacenza, los móviles se guardan en el interior de una funda magnética
que se bloquea con una alarma similar a los sistemas antirrobos de las
tiendas y que, para poder abrirla, el profesor tiene que desactivarla.
Este
estuche se llama "Yondr", los alumnos tienen que colocar su dispositivo
en él cuando entran en el aula y solo podrán volver a recuperar el
móvil cuando el profesor lo desbloquee al final de la lección.
En
el instituto católico Gonzaga de Palermo, el director de primaria,
Eraldo Cacchione, cuenta a esta agencia que los móviles se dejan en "una
mesa con ruedas" y hay una bandeja para cada curso.
"Los
chicos entregan los teléfonos y los llevamos al despacho del director,
se cierra todo con llave y son devueltos dos minutos antes de que
termine el horario escolar", explicó.
En
la ciudad siciliana, esta experimentación ya empezó en enero con los
niños más pequeños del colegio y en el actual curso escolar se ha
extendido a los cursos de secundaria.
De
esta manera, lo que se ha conseguido es "una desintoxicación digital",
porque los niños "hablan entre ellos sin la distracción de los
teléfonos", según Eraldo Cacchione.
Estos
dos colegios han iniciado una revolución contra los móviles en las
clases, una medida que, precisan, no es una batalla en contra de la
tecnología sino una decisión para fomentar las relaciones entre alumnos.
De
hecho, en Palermo cada niño tiene su tableta electrónica en clase y en
Piacenza cada aula tiene un ordenador y la pizarra digital interactiva.
Los dos institutos son privados, pero Cacchione opina que estas acciones se pueden aplicar también en los colegios públicos.
"Me
dije a mí mismo, lo voy a proponer, porque dentro de un año, el Estado
lo hará, porque no me atrevo a imaginar cuántos problemas con los
teléfonos llegan a la Fiscalía", reflexionó.
Bertamoni
sostiene, por su parte, que este "es un problema que afecta a todos los
colegios" y dice que ha recibido mensajes de muchos directores de
escuelas públicas "pidiendo información".
Sin
embargo, prosigue, implementar una medida en los institutos públicos
que implique la utilización de esta funda magnética, que cuesta 30
euros, generará costes que no siempre son asumibles por todas las
escuelas.
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