En julio y noviembre de 2016 los votantes del Reino Unido y de los
Estados Unidos tomaron dos decisiones trascendentes (e inesperadas) que
han pesado sobre la evolución política posterior, al menos hasta el
próximo noviembre, momento en que puede cambiar el sentido de los
acontecimientos. Los británicos decidieron irse de la unión Europea tras
un referéndum resuelto con un resultado del 52 frente 48%.
Tras el referéndum afloraron con descaro las mentiras y trapacerías
de los partidarios del Brexit, pero la suerte estaba echada; empezó la
compleja negociación de salida, el Partida conservador agudizó su crisis
interna con cambio de líder incluido y el laborismo mejoró sus
expectativas con un líder de bajo perfil. La Unión Europea salió
debilitada y el Reino Unido más aun, pero siguen en el mismo bucle con
desenlace incierto.
La novedad ahora es que el próximo noviembre tienen que despejarse
las incógnitas empezando por el acuerdo o desacuerdo de los términos de
salida que pueden llevar a un anticipo electoral que tendrá como
argumento capital el Brexit y su posible vuelta atrás con otro
referéndum revocatorio y ratificante. De cómo se encadenen los
acontecimientos depende la política europea de los próximos años.
En noviembre del 2016, también contra pronóstico, Trump ganó la
elección presidencial e inició una presidencia plagada de
rectificaciones e incertidumbres. El resultado de esa elección fue un
cambio en las directrices y prioridades de la política exterior
norteamericana y un realineamiento del panorama internacional.
El futuro de la administración Trump entraría en crisis si en las
elecciones de noviembre para renovar el Capitolio surge una mayoría
hostil al Presidente capaz de cortar las alas a la agenda de ocurrencias
del Presidente.
Noviembre se convierte así en un mes crítico para rectificar o
confirmar los sesgos de la política internacional que tienen impacto en
todas las políticas nacionales. A lo largo de estos dos años el
despliegue de las nuevas tecnologías ha impactado poderosamente en la
política, en la democracia y en la convivencia. Brexit y Trump ganaron,
entre otras razones, por la influencia de las redes sociales y las
oportunidades que proporcionan para la manipulación.
Hoy la conciencia
sobre el fenómeno es suficientemente amplia como para paliar sus efectos
y poder compensar la influencia con estrategias actualizadas. Si el
Brexit y Trump han pesado poderosamente en la política internacional de
estos dos años un cambio de sesgo para ambos fenómenos (o su
ratificación) serán críticos para el próximo bienio.
(*) Periodista y politólogo español
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