PARÍS.- El presidente de Francia, François Hollande, afirmó que no
se podrá acordar un acuerdo transatlántico de comercio e inversión como
el que negociaban la Unión Europea (UE) y Estados Unidos (conocido por
sus iniciales en inglés, TTIP) mientras se mantengan "los
desequilibrios" entre las dos partes y no haya reciprocidad.
Hollande, en una entrevista a "L'Obs" divulgada hoy, señaló que esas
fueron las razones para pedir a la UE el pasado 30 de agosto que pusiera
fin a las negociaciones con Washington.
Para ilustrarlo se refirió al hecho de que las
autoridades estadounidenses se oponen a que la Comisión Europea (CE)
investigue si Google y otros gigantes estadounidenses de internet pagan
los impuestos que deberían en Europa, pero el mismo tiempo no dudan en
sancionar con miles de millones de dólares a bancos europeos.
Washington -argumentó- "no se corta cuando se trata de pedir 8.000 millones al BNP ó 5.000 millones a Deutsche Bank".
El presidente francés se jactó de su acción en la UE para prevenir nuevas crisis financieras y para sanear el sistema bancario.
A ese respecto, señaló que "la unión bancaria ha probado su solidez y
ningún banco francés está ahora en situación de fragilidad. En ese
terreno, la comparación con Alemania está ampliamente a nuestro favor",
en alusión indirecta a los problemas que atraviesa actualmente el
Deutsche Bank.
Hollande se defendió de las críticas
por no haber cumplido muchas de sus promesas electorales tras ser
elegido en 2012, y pidió que se compare lo que ha hecho, "en el
contexto" que ha tenido que gestionar, "con lo que proponen" los que
quieren sucederle al frente del Elíseo el año próximo.
En todo caso, se negó a confirmar que volverá a presentarse a las
presidenciales de 2017, repitió que dará a conocer su decisión en
diciembre, y que de aquí a entonces tiene intención de seguir
"defendiendo" su política.
"Ser candidato a la
elección presidencial exige defender un proyecto que abra una nueva
etapa, portador de esperanza y que no sea simplemente la expresión de un
rechazo", argumentó.
El jefe del Estado socialista
se negó a que se le responsabilice particularmente del ascenso del
Frente Nacional (FN) en Francia, haciendo notar que "la subida de la
extrema derecha es una realidad por toda Europa e incluso en Estados
Unidos".
Consideró que "todos los partidos de
Gobierno tienen una parte de responsabilidad", al tiempo que señaló que
para acabar con el FN la solución "no es derivar hacia el populismo,
hacia el soberanismo, hacia el extremismo".
Teniendo
en cuenta que el FN progresa al calor, sobre todo, de la inmigración y
del temor del islam, su apuesta es advertir a los franceses de que no se
conseguirá dar oportunidades a la economía y a los trabajadores del
país saliendo de Europa o "instalando muros en las fronteras y alambres
espinos frente a los intercambios".
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