El nuevo escenario monetario que acaba de anunciar el BCE para los
próximos meses ha sido algo más generoso de lo esperado, ya que las
inyecciones de capital se alargar en el tiempo hasta finales de año,
aunque los tipos de interés se mantienen de momento estables.
La fecha clave del primer paso será el primero de abril fecha a
partir de la cual las inyecciones de liquidez se mantendrán, aunque algo
atenuadas en su cuantía. La novedad es que se alargan hasta nueve meses
más, lo que no estaba nada claro. El nuevo entorno económico y
monetario que se ha abierto tras las elecciones presidenciales de
Estados Unidos no ha sido suficiente para que el BCE cortara sus planes
expansivos en la primavera próxima, pero le ha puesto plazo, lo que da
un margen a la Eurozona de todo el año 2017 para ajustar sus objetivos.
Europa no ha logrado avances suficientes en la estimulación de los
precios, que siguen muy lejos del 2% de objetivo. Ni siquiera con la
volatilidad de los precios energéticos y de los agrícolas, la tasa de
inflación logra acercarse al 1%. Mucho menos al 2% que es el objetivo
proclamado. Es de esperar que este año de prórroga en la expansión
monetaria, aunque con cuantías de dinero algo menores en los nueve meses
finales de 2017, permita acelerar un poco el ritmo de crecimiento de la
economía y en definitiva de la inflación.
La previsión de aumento del PIB europeo ronda el 1,7% para el año que viene, una cifra que se queda muy lejos del crecimiento que exhibe a estas alturas la economía estadounidense. Por lo tanto, la Eurozona tiene de plazo un año más para aprovechar las bondades de la expansión monetaria con objeto de acelerar el crecimiento económico y recortar la tasa de paro.
La previsión de aumento del PIB europeo ronda el 1,7% para el año que viene, una cifra que se queda muy lejos del crecimiento que exhibe a estas alturas la economía estadounidense. Por lo tanto, la Eurozona tiene de plazo un año más para aprovechar las bondades de la expansión monetaria con objeto de acelerar el crecimiento económico y recortar la tasa de paro.
La prórroga de la política monetaria desarrollada hasta ahora da por
lo tanto algo más de margen de tiempo a los bajos tipos de interés, una
noticia buena para la economía y para las empresas y los consumidores
pero no tanto para los bancos, que esperaban como agua de mayo una
subida de tipos para poder recomponer sus márgenes y sus beneficios. Ese
escenario se aplaza, por ello, hasta el arranque del año 2018.
Para los países altamente endeudados, como es el caso de España, este
año de margen tendría que convertirse en una oportunidad para
refinanciar la deuda pública y para recortar su cuantía (está en el 100%
del PIB), ya que la fase de tipos de interés altos que parece
avecinarse para dentro de unos doce a quince meses es una seria amenaza
para las economías de elevada deuda.
España es una de ellas desde luego. Por eso, el alargamiento de la
laxitud en la política monetaria es un buen respiro, pero al mismo
tiempo el establecimiento de un plazo fijo, que marca el momento a
partir del cual la situación financiera va a endurecerse de nuevo, lo
que constituye un mandato bastante exigente para la política
presupuestaria del país y para la reducción del déficit público español.
España tiene ahora la confianza de los mercados y eso permite al país
un coste de financiación bastante favorable. Si el BCE cambia de rumbo a
principios del año 2018 y España no logra avances sustanciales en la
lucha contra el déficit, el panorama puede complicarse bastante.
(*) Periodista y economista español
http://www.republica.com/retablos-financieros/2016/12/08/los-nuevos-plazos-del-bce/
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