BERLÍN.- Ha sido un invierno crudo
para una izquierda que en Europa lleva ya tiempo sufriendo. En un lapso
de apenas dos meses, han caído
bajo su propio peso François Hollande, Matteo Renzi y Sigmar Gabriel,
los dirigentes de centro-izquierda de Francia, Italia y Alemania,
respectivamente.
El Partido Laborista británico ha convertido
sus luchas internas en un espectáculo público. Y en Bruselas, la
izquierda ha cedido la presidencia del Parlamento Europeo a un
conservador, entregando al centro-derecha el control de los tres
principales puestos de la UE.
Pero después de esforzarse en articular una
visión clara durante la mayor parte de una década, finalmente los
partidos de izquierda europeos pueden haber encontrado a su salvador, un
líder que puede restaurar su razón de ser y, si juegan bien las cartas,
frenar una entrada en barrena electoral. Se llama Donald Trump.
Nadie espera que el nuevo presidente de los
Estados Unidos cambie el arco de la política europea, que se ha
encorvado hacia el populismo durante el pasado año y lejos de los
partidos tradicionales tanto de izquierda como de derecha.
Pero analistas y altos responsables políticos
dicen que la victoria la victoria de Trump -y la derrota de su rival
demócrata Hillary Clinton- puede enseñar a la izquierda europea algunas
lecciones importantes y ayudar a guiar sus campañas en el comienzo de un
año electoral en el que los votantes de Holanda, Francia, Alemania y,
probablemente Italia, irán a las urnas.
Se espera que tanto Emmanuel Macron, el ex
ministro de Economía galo de 39 años que se ha erigido como candidato a
la presidencia de Francia, como el socialdemócrata Martin Schulz, que se
enfrentará a la alemana Angela Merkel en otoño, lleven a cabo campañas
que redoblen temas contra Trump sobre "Europa" y sus "valores".
"La izquierda necesita una narrativa y en el
contexto actual de Trump y el Brexit puede ofrecer una visión
alternativa", dijo Henning Meyer, editor de Social Europe y socio de
investigación en la London School of Economics. "Si te vistes a ti mismo
como la oposición intelectual a Trump, existe una oportunidad real".
Después de que la caída del Muro de Berlín y
el colapso de la Unión Soviética acabasen con el sueño socialista,
políticos de centro-izquierda como Tony Blair y Gerhard Schröder
siguieron una "tercera vía" que despachó la ideología para adoptar un
tipo de política más transaccional que aceptaba la ortodoxia económica
neoliberal.
Esto funcionó bien en la década de 1990 cuando
las cosas iban bien. Pero se convirtió en una losa cuando amaneció el
nuevo milenio y comenzaron a surgir las desigualdades sociales,
sembrando profundas divisiones dentro del SPD alemán, los socialistas
franceses y el Partido Laborista de Gran Bretaña.
Cuando la crisis financiera sacudió el mundo
en 2008/9, los votantes vieron a la izquierda como cómplice. Los obreros
y los jóvenes desempleados, que no veían grandes diferencias entre los
partidos tradicionales de izquierda y derecha, comenzaron a moverse
hacia los márgenes.
En las elecciones presidenciales de Austria el
pasado diciembre, el 85 por ciento de los obreros apoyó al populista de
extrema derecha Norbert Hofer. Y en el referéndum de reforma
constitucional de diciembre que acabó con el ex primer ministro italiano
Renzi, fueron los votantes más jóvenes quienes ayudaron a sellar su
derrota.
"Cuando la izquierda ha estado en el gobierno,
no ha sido capaz de cambiar radicalmente la política en una dirección
más izquierdista, de crecimiento y orientada a la sociedad", dijo el
secretario de estado italiano para Asuntos Europeos, Sandro Gozi.
Michael Broening, de la fundación de
izquierdas Friedrich Ebert de Berlín, dice que el centro-izquierda de
Europa está "luchando por su propia supervivencia".
Algunos funcionarios dicen ahora que hay
lecciones de la decadencia de la pasada década que encajan bien con las
que emanan de la victoria de Trump al otro lado del charco.
La primera es que la autenticidad y una
narrativa convincente son relevantes en un mundo en el que los votantes
se han cansado de políticos preocupados por las encuestas que tratan de
complacer a todo el mundo. Y la segunda es que los nuevos rostros que
pueden articular una visión fresca son mejores que los viejos.
El temor de convertirse en la Hillary Clinton
europea pudo haber convencido a Hollande, que ya no era muy popular,
para no postularse a un segundo mandato como presidente francés, y a
Gabriel para dejar paso a Schulz, el ex presidente del Parlamento
Europeo que es una figura relativamente desconocida en la escena
política alemana.
"La lección para Europa de la victoria de
Trump en Estados Unidos es que poner a un advenedizo en contra del
establishment funciona", dijo Pascal Lamy, ex presidente de la
Organización Mundial del Comercio (OMC) y asesor del socialista francés
Jacques Delors cuando fue presidente de la Comisión Europea.
"Esto es lo que le está dando un empujón a
Macron. Es una nueva cara, más joven y más fresca que Marine Le Pen o
François Fillon", dijo Lamy, refiriéndose a los candidatos
presidenciales de extrema derecha y centroderecha.
Ensalzar las virtudes de Europa y los valores
liberales en una época en la que el nacionalismo y las divisiones
culturales se están extendiendo podría parecer una mala estrategia para
ganar elecciones.
Y mientras Macron, que se presenta como
candidato independiente, puede tener una buena mano para ganar en
Francia, a Schulz probablemente le costará abrirse paso contra Merkel,
cuyos conservadores están unos 15 puntos por delante del SPD en los
sondeos de intención de voto.
Sin embargo, pruebas anecdóticas sugieren que
al SPD le vendrá bien tener como candidato a un imperturbable
pro-europeo en lugar de a Gabriel, que tiene un historial de moverse en
función de los vientos políticos.
En las 48 horas posteriores a la elección de
Schulz, 450 personas se apresuraron a afiliarse al SPD, según el
partido. Y un sondeo conocido el miércoles mostró que Schulz, un antiguo
librero que abandonó el instituto antes de recibir su diploma, le daba
las mismas posibilidades de ganar que a Merkel en una hipotética
votación directa a la cancillería.
"La izquierda necesita una narrativa, dijo
Meyer de Social Europe.
"Trump estableció su autenticidad, su relación
con la gente y todo lo demás vino detrás. Ahí está la lección".
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