BRUSELAS.-La Unión Europea (UE) espera a que
la nueva administración estadounidense aclare cuál es su posición con
respecto a la reforma bancaria que negocia el Comité de Basilea para
avanzar hacia un acuerdo al que marca líneas rojas, dijo la Comisión
Europea (CE) tras discutir ayer el tema con los Estados miembros.
Bruselas espera que Washington muestre sus cartas para dar el siguiente
paso en la negociación de nuevos estándares internacionales de
regulación para la banca, pero advierte de que no aceptará normas que
disparen los requisitos de capital para sus entidades ni afecten a la
sensibilidad de su sistema de gobernanza.
"Ahora contamos con que la nueva administración
estadounidense explique sus prioridades para que podamos hacer
progresos", dijo el vicepresidente de la CE para el Euro, el letón
Valdis Dombrovskis, en rueda de prensa al término del consejo de
ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin), en el que explicó a
los países el "impasse" en la actividad de este foro.
La última reunión del Comité de Basilea, en noviembre de 2016, se cerró
sin acuerdo y la prevista para enero se pospuso, previsiblemente hasta
marzo, en un parón en el que han influido la llegada a la Casa Blanca de
Donald Trump y sus amenazas de derogar la principal ley de regulación
de la banca estadounidense, la Dodd-Frank.
"Por el
momento no tenemos ninguna indicación concreta por parte de la nueva
Administración" americana, dijo Dombrovskis, quien aseguró que el lado
europeo "está dispuesto a avanzar" hacia un acuerdo que ve "más cerca".
Dombrovskis recordó, no obstante, que entre los Veintiocho hay
unanimidad en que cualquier acuerdo debe respetar lo pactado en rondas
previas, a saber, "que Basilea III no llevará a un aumento sustancial de
los requisitos de capital y que es importante preservar la sensibilidad
de nuestro marco de gobernanza financiera", dijo.
Por su parte, el ministro español de Economía, Luis de Guindos, defendió
que debe alcanzarse un acuerdo "global", dado que la banca es un sector
mundial, e instó a encontrar un consenso entre los Veintiocho para que
no se "estigmatice" a la banca europea ni se generen dudas sobre su
transparencia.
En otro orden de cosas, los ministros
aprobaron en su primera reunión del año las recomendaciones de política
económica para la eurozona presentadas por la CE en noviembre y
respaldaron las prioridades del Ejecutivo comunitario para 2017:
impulsar la inversión, seguir con las reformas estructurales y aplicar
políticas fiscales responsables.
Sin embargo, los
Veintiocho dieron carpetazo a la idea de Bruselas de aportar un estímulo
fiscal del 0,5 % del PIB para la eurozona, que debería venir
esencialmente de Alemania, Holanda y Luxemburgo.
"Recordamos que no podemos estar de acuerdo en esto", dijo el ministro
de Finanzas maltés, Edwuard Scicluna, cuyo país ostenta la presidencia
rotatoria de la UE, quien señaló que en este punto acordaron "dejar en
manos de los países acoger los mensajes" de la Comisión.
En este sentido, Dombrovskis subrayó que sí se han aprobado las
recomendaciones por país, en las que se pide a aquellos "que han
superado sus expectativas fiscales a medio plazo deben aprovechar ese
espacio para impulsar la inversión", un mensaje que en noviembre
Bruselas dirigió a Alemania, Holanda y Luxemburgo.
Los ministros también tuvieron una primera discusión sobre la propuesta
para permitir, temporalmente y bajo condiciones, que los países un
mecanismo para invertir el sujeto pasivo del IVA en las transacciones
entre empresas superiores a 10.000 euros.
El plan,
presentado por la CE a instancias de República Checa, Alemania y
Austria, supondría en la práctica que sería el comprador de la mercancía
o servicio quien debería pagar el IVA a Hacienda, a diferencia del
sistema actual, en que el impuesto se fracciona entre la cadena de
suministro y la responsabilidad última con el fisco recae en el
vendedor.
El objetivo es acabar con el llamado fraude
en carrusel -cuando el vendedor no cumple con Hacienda- pero los
ministros no fueron capaces de llegar a un acuerdo, entre otras cosas,
porque los impulsores de la medida creen que se han fijado demasiados
límites para aplicarla.
El inicio del año económico
para los ministros estuvo inevitablemente sobrevolado por la llegada de
Trump y por el "brexit", eventos en los que algunas capitales empiezan a
ver una oportunidad para fortalecer la UE y los lazos con nuevos socios
comerciales.
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