Nuestros Reyes llegaron a Gran Bretaña en visita oficial en un momento
delicado para la Primera Ministra May. Su popularidad ha bajado, se ha
llevado un mandoble electoral considerable, varios medios de información
importantes la critican y una buena parte de los votantes, 55%, creen
que las negociaciones de salida de Europa producirán un mal resultado
para el país. Hay columnistas de prestigio que apuntan a que Gran
Bretaña saldrá de alguna forma humillada.
Puede que la señora May se haya arrepentido de haber proferido
aquello de que el Brexit quiere decir Brexit, es decir salir de Europa.
El Gobierno de España no parece estar entre los halcones europeos a
la hora de exigir que Londres pague cara su decisión de marcharse. Van
emergiendo, con todo, alguna de las consecuencias de la ruptura. Varias
capitales europeas batallan ansiosamente por conseguir que las numerosas
empresas financieras y de otro tipo que abandonarán la City se instalen
en ellas.
No deberíamos abrigar excesivas esperanzas en esta lotería.
Las ciudades mejor colocadas son Frankfort-un par de grandes firmas
japoneses ya han manifestado que desembarcarán allí-, Dublín-que es la
que sale aventajada en una encuesta entre ejecutivos-Paris,
Luxemburgo…No dudo de que alguna acabará recalando en España, también
tenemos atractivos, pero hay que ser realistas sobre el número.
Luego está el tema de los expatriados tanto de los comunitarios que
viven en Gran Bretaña como de los británicos que residen en uno de los
países de la Comunidad .España es, con diferencia, el país que acoge a
un mayor número de estos. Del millón escaso de británicos que viven en
la Comunidad un tercio está en España (hay abundantes jubilados, más de
cien mil perciben una pensión procedente de Gran Bretaña), el doble que
en Francia que es el país que nos sigue.
Por el contrario, es Polonia la
nación con más emigrantes en el Reino Unido, unos 918.000- la imagen
del fontanero polaco que suplanta laboralmente a un británico hizo mella
en el votante partidario del Brexit- de un total de 3.100.000
comunitarios. Le sigue Irlanda con 360.000 lo que constituye un
porcentaje importante de la población irlandesa. España ocupa el quinto
lugar con unos 140.000. Esta cifra no coincide con la existente en
nuestros consulados dado que no son pocos los españoles que se “olvidan”
de inscribirse en nuestras representaciones. Tienen cosas más
importantes que hacer.
La situación de estos extranjeros, sin problemas a corto plazo,
tendrá que ser totalmente aclarada por la señora May. Su cerrazón
inicial en otros campos comienza a dulcificarse. Acaba de admitir que La
Corte Suprema Europea tendrá algunas competencias en casos británicos
varios años después de la ruptura.
Todo es no le va a resultar el camino de rosas que prometió a sus ciudadanos.
(*) Diplomático español
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