ROMA/MADRID.- Italia busca salida a su laberinto político. De las elecciones del domingo 4 marzo
surgirá el cuarto gobierno en cinco años, el primero elegido en las
urnas en este tiempo. Desde la victoria, sin conseguir formar gobierno,
de Pier Luigi Bersani en los últimos comicios
–celebrados el 24 y 25 de febrero de 2013- tres miembros diferentes del
Partido Demócrata han han estado al frente: Enrique Letta, Matteo Renzi y, el actual Primer Ministro, Paolo Gentiloni.
En
un país que estrena ley electoral, crecen moderadamente los partidos
fascistas, la inmigración lidera las encuestas acerca de las
preocupaciones de los italianos y Silvio Berlusconi pasea por los platós de televisión como si su inhabilitación ya fuera cosa del pasado, el resultado se prevé incierto.
«El
país se juega la estabilidad que las urnas no parece que le vayan a
garantizar; Y más que Italia, Europa está pendiente de la calma política
en un país clave», señala Jorge del Palacio, profesor del Departamento de Ciencia Sociales de la Universidad Carlos III de
Madrid. Un eventual bloqueo político que podría conducir tanto a una
repetición electoral como a alianzas que hoy se antoja imposible pero
podrían venir avaladas por un nuevo 'dedazo' del Presidente de la
República, Sergio Mattarella, o el factible triunfo de la vía Berlusconi: colocar al actual presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, al frente del Gobierno, tal y como confirmó este mismo el pasado jueves.
Ha sido el último golpe de efecto del 'ex Cavaliere' para conseguir que su partido, Forza Italia,
llegue a la meta como la formación más votada en esa dispar amalgama
que confluye en la candidatura de centroderecha y de la que también
participan la Liga Norte de Matteo Salvini y los Hermanos de Italia con Giorgia Meloni
al frente. «Tajiani es la propuesta para ofrecer una imagen moderada en
una coalición heterogénea que incluye a su formación, integrada en el
Partido Popular Europeo, junto a líderes que se fotografían (el primero)
con Marine Le Pen y (la segunda) con el cuestionado presidente de Hungría, Viktor Orban», explica Del Palacio. Extraños, o cuanto menos polémicos, compañeros de viaje.
Las palabras del filósofo Norberto Bobbio
de hace más de dos décadas siguen retumbando: «El partido de Berlusconi
es un partido personal en un sentido preciso, porque no es una
asociación que ha creado un líder, sino un líder que ha creado una
asociación».
Victoria de los antipopulistas
Todo apunta a que el Movimiento Cinco Estrellas volverá
a ser la fuerza más votada aunque, como sucediera tras los comicios de
2013, sin mayoría parlamentaria suficiente para poder formar gobierno.
Su líder, Luigi di Maio, no parece dispuesto a resignarse de nuevo: a cuatro días de la votación envió un email al Presidente de la República
con la composición 'técnica' de su futuro gabinete.
El M5E es la
versión italiana de la 'antipolítica' que rechaza cualquier acuerdo
postelectoral, lo que dificultaría su propia capacidad para hacerse con
el poder a pesar de conseguir apoyos en todas las regiones. Sabedores de
ello, y artificios mediáticos al margen, llevan meses moderarando su
discurso. Los mismos que compartieron grupo con el UKIP (partido pro
independencia de Reino Unido) en tiempos de Beppe Grillo, han eliminado de su programa, por ejemplo, el referéndum sobre la permanencia de Italia en la Unión Europea.
El M5E ha cambiado porque probablemente Italia también. Desde la dimisión de Silvio Berlusconi el 12 de noviembre de 2011 cuando la prima de riesgo marcaba los 495 puntos y el entonces presidente de la República, Giorgio Napolitano, colocaba a Mario Monti
al frente de un gobierno técnico, la política italiana ha puesto varias
veces el centrifugador: Sólo ha habido unos comicios pero tres personas
han ocupado el puesto de primer ministro, sin que ninguno ganara unas
elecciones.
El Senado aprobó una reforma constitucional
que fue rechazada en referendum por los italianos; Cuenta con una nueva
ley electoral, se aprobó el matrimonio homosexual, una reforma laboral,
recortes económicos, e incluso Matteo Renzi montó su particular 'Aló Presidente' a través de Facebook ('Matteo Responde').
Y aunque la Unión Europea coloca al país en la senda de la recuperación económica, el FMI ha situado recientemente su deuda en el 120% del PIB y su tasa de desempleo está torno al 11% (cuatro puntos por encima de la UE).
«A
grandes rasgos, Berlusconi se vende como el empresario que sabe
gestionar manteniendo sus promesas de reforma liberal y a pesar de que
la crisis se lo llevó por delante», detalla el profesor de la
Universidad Carlos III. Es una de esas paradojas que arroja la política
italiana, donde a diferencia de sus colegas mediterráneos, un gobierno
de centro-izquierda ha gestionado la crisis, sigue siendo pro europeo y
el grueso euroescéptico está al otro lado.
La cuestión migratoria
Casi 3.000 personas perdieron
la vida en el mar intentando iniciar una vida mejor en Italia, un país
que llegó a recibir 5.000 inmigrantes en un fin de semana. Según datos
de Naciones Unidas, se calcula que desde 2013 han llegado 600.000 personas desde el norte de África,
el mismo número que dice ahora Silvio Berlusconi que expulsaría si la
coalición centroderecha llega al poder. «Estamos ante una alarma social
grave», advirtió hace unos días el ex primer ministro.
Su candidato, Tajiani,
fue más allá: «Europa debería repatriar a todos los inmigrantes
ilegales y bloquear a los recién llegados». Un debate que se ha
superpuesto en campaña sobre la economía y la seguridad, y que ha
llevado a una reaparición de brotes fascistas aún minoritarios y
concentrados en la capital.
El 71% de los electores ya
ha convertido a la cuestión migratoria en el problema más importante que
debe afrontar el futuro gobierno y «está movilizando los votantes de la
Liga Norte cuyo lenguaje según se acerca la cita con las urnas es más
bronco y xenófobo intentando convertirse en el partido al que puedan
irse los nostálgicos», analiza Jorge del Palacio.
En
este clima de tensión ascendente, un hombre disparó indiscriminadamente
contra seis inmigrantes italianos al tiempo que gritaba '¡Viva Italia!'
y efectuaba el saludo fascista. Sucedió en precampaña, el pasado 3 de
febrero en Macerata, en el centro de Italia.
¿Quién ganará?
El
nuevo sistema electoral y el numero grupo de 43% de votantes indecisos
hacen difícil aventurar que alguien obtenga claramente la victoria en
las elecciones del 4 marzo. Sí parece evidente que Italia camina hacia
un parlamento sin mayorías y que requerirá de 'grandes (y heterogéneas)
coaliciones'.
El complejo día después no suena a nada nuevo. Los partidos políticos que configuraron la llamada 'partitocracia de la I República'
sufrieron profundas transformaciones tras la reforma del año 1993.
«Cambiar las reglas de juego supuso también cambiar los jugadores» dijo
entonces el político y periodista italiano, Marco Follini. Y con esa postura conformista de convertir en habitual lo inestable, Italia suma 65 gobiernos en 73 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
El último salido de las urnas, en febrero de 2013, no consiguió gobernar. El candidato del Partido Demócrata, Pier Luigi Bersani, venció con el 31,79% de los votos, un punto más que la formación de Silvio Berlusconi y siete por encima del Movimiento Cinco Estrellas. No consiguió repetir hegemonía en el Senado y, ante el presumible bloqueo en este hemiciclo, Bersani tiró la toalla.
Virtudes
o en este caso defectos, del bicameralismo paritario italiano. Ambas
deben dar la investidura al Ejecutivo, pueden presentar mociones de
censura, aprueban los presupuestos o tienen iniciativa legislativa.
La
ley electoral vigente basada en un sistema dual donde ¾ son elegidos
por proporcionalidad extrema y los restantes a través de un voto
mayoritario que busca una mayor estabilidad, deberían dar sus frutos. Si
se hace caso a los inversores, esto no parece tan evidente. Muchos
claman en las horas previas: «esperemos par ver cuán malo es lo malo que
sucede».
Un 43% de indecisos y otro 47% que dice
tenerlo claro serán los que dicten cuán difícil o no resultará resolver
el puzle político italiano el día después.
Inestabilidad o no, Berlusconi siempre ganaLos
diferentes escenarios que se prevén dejan un claro vencendor: Silvio
Berlusconi, inhabilitado para cargo político hasta 2019, salvo que
Estrasburgo se pronuncie antes en sentido contrario. «Si hay Gobierno de
centro-derecha, gana; si no hay Gobierno y es necesario repetir las
elecciones, gana tiempo para presentarse de pleno derecho; e incluso se
empieza a deslizar la idea de un posible pacto en Renzi y Forza Italia
(negada en campaña por el ex cavaliere') como proyecto de transición»,
explica Jorge del Palacio, profesor del Departamento de Ciencias
Sociales de la Universidad Carlos III de Madrid.
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