MADRID.- La nueva ley
tributaria de los EEUU -la “Tax Cuts and Jobs Act- persige rebajar
impuestos y crear empleo como objetivo social precisamente
cuando el mercado laboral muestra claros síntomas de saturación.
El desempleo cayó al 4,1% de la población activa mientras que el
número de puestos de trabajos que quedan sin cubrir se cifra en seis
millones, lo que le hace comentar a la revista Fortune que “los EEUU
no necesitan más empleo; lo que necesitan son más
trabajadores”.
¿La
expulsión de los dreamers, esos jóvenes hijos de inmigrantes, cuya
permanencia en los EEUU es crecientemente incierta, así como el muro en
la frontera de México responde acaso a una necesidad economía o son un
estrambótico y caprichoso giño xenófobo?.
La Tax Cut implica una reducción impositiva y, en consecuencia, una
lluvia de beneficios para las empresas. ¿Y del empleo? Por lo pronto
Kimberly–Clark (20 mil millones de ventas y cerca de 60 mil empleados)
acaba de anunciar una reducción de su plantilla del orden de 5.500
trabajadores.
Los beneficios conseguidos por la rebaja fiscal permitirán, como han
anunciado sus directivos, recomprar acciones y engordar un fondo de
reserva para pagar los despidos. Otras compañías de primera fila desde
Coca-Cola a Microsoft se inscriben en la misma carrera.
Afortunadamente esas iniciativas insolidarias están más que
contrarrestadas por la evolución de la economía. Crece la producción y
el empleo. Si los despidos mensuales aumentan los nuevos empleos crecen
todavía más deprisa. En el mes de enero con una cifra de despido del
orden de los 2 millones el resultado neto al compararlo con las nuevas
contrataciones ha resultado ser de 200 mil nuevos puestos de trabajo. Si
la mano de obra escasea los salarios acabaran subiendo.
Otro capítulo: guerra comercial. “La más fácil de ganar” según afirma
Trump. Su consejero Peter Navarro le habrá pasado unas estadísticas y
unos gráficos que, sin duda, han agitado el nacionalismo del presidente.
En efecto, en el periodo enero-noviembre 2017 las exportaciones de los
EEUU al resto del mundo fueron de 1.414.492 millones de dólares mientras
el valor de las importaciones fue de 2.159.694 millones.
En resumen, un déficit de 745 mil millones de dólares con un
incremento interanual del 7,4% y una tasa de cobertura
exportación/importación del 65,5%, inferior a la de 2016.
Los protagonistas de ese desequilibrio comercial corresponden a tres
grandes áreas geográficas: Norte América (Canadá, México), Europa y los
Países de la Cuenca del Pacífico.
Déficit
El déficit con la Nafta representa el 26,1% del total, el europeo el
21,3% y el de los estados ribereños del Gran Océano el 36,7%. Dos
actores distinguidos, China en primer lugar responsable del 21% del
déficit comercial de los EEUU y la EU con el 18,3%.
En una guerra comercial, los EEUU parten de una posición ventajosa.
Cerrar sus fronteras. Sus socios lo tienen más difícil: mantener
abiertas esas fronteras. Una guerra comercial que inicialmente no
incluiría al intercambio de servicios donde los EEUU tuvieron un
superávit en el periodo enero-noviembre de 2017 de 227 mil millones de
dólares. Los saldos positivos proceden de renglones tan importantes como
el turismo, servicios a empresas, patentes y servicios financieros.
Actividades todas ellas con un alto valor añadido y muy vinculadas a la
seguridad jurídica tan apreciada en el mundo de los negocios.
En todo este enfrentamiento global el papel de España es
relativamente modesto. Nuestras exportaciones a los EEUU, 0,7% de sus
comprar totales, ocupan el puesto 23 en la lista de proveedores y el 24
en la lista de clientes. Los intercambios están muy equilibrados. Según
las estadísticas americanas España tendría un ligero superávit comercial
y de acuerdo a las estadísticas españolas un ligerísimo déficit.
Como curiosidad, en estos tiempos del Brexit, las exportaciones del
Reino Unido a su aliado anglosajón representan el 2,2% de sus comprar
totales al exterior mientras que las de Alemania ascienden al 5% y las
de la UE excluido el Reino Unido se elevarían hasta el 16,1%.
Trump ha establecido un arancel del 25% para el acero al grito bélico
de “If you don’t have steel you don’t have a country”. Un inquietante
mensaje que recuerda a aquel otro lanzado por Stalin: “La construcción
del comunismo pasa por el desarrollo de la industria siderúrgica”.
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