Diez años después de esta catástrofe, cuando muchos de sus efectos en
todo el mundo todavía perduran, es hora de echar la vista atrás,
recordarla, volver a analizarla para tratar de evitar otra semejante o,
al menos, tratar de aminorar sus efectos destructivos.
Tras cinco años 2000-2005 trabajando en Nueva York como Jefe de la
Oficina Comercial de España, me pareció de interés, al estallar esa
crisis en 2008 y ya de vuelta en España, expresar mis opiniones en un
libro, de modo que tras ciertas dudas puse manos a la obra. Al fin y al
cabo, tras esos cinco años allí, algo conocía de la sociedad, historia y
economía de ese país así como de su política.
Una editorial, El Viejo
Topo, modesta en cantidad y sobresaliente en calidad y bien conocida en
ciertos medios manifestó su interés en la aventura, algo que desde aquí
nuevamente agradezco. El libro se publicó en 2010 y fue recibido,
lógicamente, con un silencio clamoroso por parte de gurúes e
incondicionales especializados en los temas financieros y similares, al
cabo de la calle de que con sus análisis basta y sobra. “Nihil novum sub
sole”.
Por mi parte, no trataba de entrar en ese terreno y así lo decía
en el título del libro y en la Introducción. El título es “No son solo
algunas manzanas podridas. Sobre las causas últimas de la crisis
financiera de EEUU”.
En la Introducción está escrito: “El lector de este
texto no espere encontrar en el mismo ni un análisis macroeconómico ni
un tratado de economía financiera. (Quede eso, añado ahora, para otros
más capacitados). Mi objetivo ha sido tratar de hacer un análisis de
economía política, institucional, de lo ocurrido”.
Aquí y ahora quiero aprovechar esta “mi” columna para, en recuerdo de
la catástrofe, insistir en los puntos que me parecen más destacados y
vigentes de lo que escribí. Allá vamos.
“No son solo algunas manzanas podridas” dice la primera parte del
título. No solo están podridas algunas manzanas (conductas descarriadas
de personas llevadas por su irrefrenable deseo de poder y de ganar mucho
dinero, la famosa “greed”, codicia de algunos muy poderosos) sino que
también está el cesto que las cobija y ese cesto es el capitalismo
financiero convertido en auténtico capitalismo de casino, especulativo,
donde el desarrollo sideral de las finanzas tiene cada vez menos que ver
con la economía real, la economía productiva, esto especialmente cierto
en Estados Unidos”.
Pero en el análisis hace falta otro elemento clave y
ese es “la captura del regulador”, concepto que puede sintetizarse en
la entente, la simbiosis entre lo que genéricamente se conoce como Wall
Street por un lado y, de otro, los organismos públicos competentes en la
regulación y supervisión del sistema financiero.
La base ideológica es
clara y emana del Reaganismo y, entre otras, de algo afirmado por Reagan
en 1981 y que recoge el libro: “Las siete palabras que más temor me
inspiran son: ”Soy del gobierno y vengo a ayudarte”.
Y al otro lado del
Océano lady Thatcher expresaba similar filosofía con su “Greed is good”
añadiendo lo de que “No existe la sociedad, existen los individuos”. Y
más sofisticada y oportunamente el máximo gurú de la cosa, Alan
Greenspan, el Maestro, el eterno “boss” de la Reserva Federal nombrado
por Reagan en 1987 que decía en época de su máximo poder y esplendor
(1996) una frase también recogida destacadamente, como corresponde, en
el libro.
Textualmente: “Los riesgos en los mercados financieros,
incluyendo los productos derivados, están siendo regulados por el sector
privado. No hay nada “per se” en la regulación federal que la haga
superior a la regulación por el mercado”.
Y al que no crea en ese dios,
etc. Las consecuencias, las conocidas y sufridas por muchos, no por él.
Como afirmó Barack Obama en 2009: “Millones de americanos que han
trabajado duro y se han comportado responsablemente han visto dañados
sus sueños por la irresponsabilidad de otros y por el fallo del gobierno
en la supervisión”.
Cabe añadir que no solo fueron dañados millones de
americanos, sino millones de ciudadanos de todo el mundo al
transformarse y extenderse la crisis, ya mundial y no solo financiera.
Todavía estamos sufriendo muchas de sus consecuencias de todo tipo.
Y añado textualmente: “En mi opinión las causas últimas de esta
crisis hay que buscarlas en tres factores interrelacionados entre ellos.
En la vertiente oficial, una política monetaria expansiva y de tipos de
interés reales muy bajos. En el lado privado existe la codicia
(“greed”) al mismo tiempo que, por parte de esos intereses, se da la
“captura” del Regulador en el Ejecutivo y en el Legislativo. Esa codicia
de unos cuantos, de los llamados “Masters of the Universe” les lleva a
diseñar y vender productos bajo el señuelo de la “innovación
financiera”…
Detrás de esos tres factores, están las causas últimas del
“crash”. Están en decisiones que toman una serie de personas que, por la
cuota de poder que detentan y los puestos que ocupan son claves. No
vale decir “el mercado o Wall St. se comportan así o asá” 0 que “el
Congreso o la Reserva Federal o la SEC ha decidido esto o lo otro”.
Siempre detrás de la abstracción “Mercado” o de esas entidades hay
personas con creencias e intereses y en función de ello deciden.
Creencias e intereses que se han ido formando y desarrollando a lo largo
de años”. Por eso otro capítulo del libro analiza esas ideologías,
conductas y políticas.
“En la academia hay pocas voces críticas a la ortodoxia dominante
durante esos años en los que se incuba la catástrofe…”. Una excepción es
el profesor Hyman Minsky keynesiano, liberal (en sentido americano,
léase progresista), fallecido en 1996 “y que en su obra llena un hueco
que ni la teoría de Keynes ni los poskeynesianos habían llenado, el
estudio del sistema financiero y sus patologías… ese estudio se
consideraba como algo menor… lo que respondía a una realidad que es el
hecho de que esos mercados tienen un limitado desarrollo con en general
crisis menores y localizadas… pero la situación cambia a partir de los
sesenta con la señalada “financiarización” de la economía, esto es el
peso relativo del sistema financiero que crece rápidamente con la
administración Reagan”.
“Frente a la ortodoxia dominante Minsky sostiene
que el sistema financiero es frágil, inestable y con tendencia a las
crisis”. Pero Minsky fue una voz clamando en el desierto ¿Hoy todavía lo
es? Gran interrogante sin respuesta. Como destacadas voces proclaman,
los males siguen ahí por lo que se está incubando la próxima crisis.
Veremos.
(*) Economista del Estado en España
www.republica.com/el-replicante/2018/09/18/la-catastrofe-de-lehman-brothers/
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