BRUSELAS.- Los
responsables de Comercio de Europa y Estados Unidos empezaron este
lunes a trazar los límites de un posible acuerdo comercial, cuyo anuncio
este verano rebajó la tensión entre la Unión Europea y los Estados
Unidos de Donald Trump.
"Queda
mucho trabajo por delante este otoño: Nuestros servicios estarán en
estrecho contacto en las próximas semanas", tuiteó la comisaria europea,
Cecilia Malmström, tras reunirse en Bruselas con su homólogo
estadounidense Robert Lighthizer.
Sobre
el contenido, la responsable europea se limitó a indicar que
discutieron "sobre cómo avanzar y definir las prioridades de ambas
partes, y obtener resultados concretos a medio plazo". Un nuevo
encuentro está previsto a fines de mes, precisó.
Washington,
que calificó la reunión de "constructiva", agregó en un comunicado que
los equipos técnicos seguirán discutiendo en octubre "sobre la
identificación y reducción de barreras arancelarias y no arancelarias al
comercio", a lo que seguirá un nuevo encuentro entre ambos en
noviembre.
La
reunión sucede a la visita a Washington en julio del presidente de la
Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, que terminó, por sorpresa de
muchos, en una "declaración común" con un presidente estadounidense
sumido hasta entonces en una retórica proteccionista.
Ambos
se comprometieron a "trabajar juntos para eliminar los derechos de
aduana" para los bienes industriales entre la UE y Estados Unidos,
exceptuando el sector del automóvil.
El
anuncio marcó el inicio de una tregua en el conflicto comercial entre
ambos, en un contexto en que Trump amenazaba con aplicar aranceles a los
vehículos europeos, tras haberlos impuesto al acero y al aluminio
producidos en la región.
"Trump
y Juncker tienen un acuerdo pero en realidad no se pusieron
completamente de acuerdo sobre el alcance de las discusiones", explicó
una fuente europea.
A
diferencia de los estadounidenses, los europeos rechazan
categóricamente incluir la agricultura en las negociaciones sobre un
acuerdo comercial. Pero sí están dispuestos a incluir el sector del
automóvil.
Aunque
no lo reconocen públicamente, los europeos no tienen prisa. En julio ya
lograron lo que más les interesaba: el fin de las amenazas de
Washington, al menos contra el automóvil, un sector particularmente
sensible en Alemania, primera economía europea.
Como
muestra de buena voluntad, la Unión Europea multiplicó en las últimas
semanas las señales positivas hacia Estados Unidos, asegurando entre
otros estar dispuesta a negociar un aumento de la cuota de carne de
vacuno estadounidense de "alta calidad", una vieja reivindicación de
Washington.
La
UE también elogió el súbito aumento en julio (+283%) de las
importaciones de soja estadounidense al bloque, a pesar de que ese
aumento no tiene nada que ver con las negociaciones en curso.
"La
relación entre Estados Unidos y la Unión Europea se está reforzando.
Veo buena voluntad", dijo el viernes Larry Kudlow, el consejero
económico de la Casa Blanca en declaraciones a la televisión
estadounidense CNBC.
Si
por el momento los países europeos apoyan la estrategia de la Comisión,
que negocia en nombre de los 28, también tienen dudas sobre la
fiabilidad de Trump por la proximidad de las elecciones legislativas de
medio mandato del 6 de noviembre.
El
inquilino de la Casa Blanca podría tener la tentación de volver a sus
posiciones más proteccionistas durante la campaña, con el riesgo de
dificultar un entendimiento con la UE.
La
"vuelta al diálogo" es "positiva" pero "no nos hacemos ilusiones,
todavía estamos muy lejos de una solución permanente. Juzgaremos en
función de los hechos", dijo el ministro francés de Economía,
Bruno Le Maire.
Frente
a esta incertidumbre, la Comisión tiene un plan B, una lista de
productos estadounidense que podría gravar en represalia a posibles
aranceles estadounidenses a sus coches.
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