MADRID.- La demanda de puestos de alta cualificación supera, generalmente, la
oferta de dichas posiciones en el sistema productivo. Este desajuste
implica la existencia, por un lado, de graduados superiores en paro y,
por otro, la de titulados trabajando en labores para las que a priori no
es necesario ningún diploma.
En
este contexto, y teniendo en cuenta que
esta discordancia existe en todos los países, España no sale demasiado
bien parada. Y es que, de los 28 Estados de la Unión Europea, España fue
en 2017 el que menos porcentaje de graduados superiores ocupados en
tareas de alta cualificación registró.
Es decir, durante el anterior ejercicio, el 37% de los graduados
desempeñaba sus tareas en puestos de baja cualificación. Muy lejos de
países como Luxemburgo (3%), Malta (12%) o Portugal (14%). Lejos también
de la media de la UE (23%).
Todos estos datos se extraen del XIV Informe CYD 2017,
elaborado por la Fundación CYD y presentado ayer y que recoge el diario económico Cinco Días.
Y aunque el documento
pone de relieve que la calidad del trabajo es mejor conforme mayor es el
nivel de estudios, otros datos que comparan a España con el resto de
países siguen siendo bastante desalentadores: a pesar de que el
porcentaje de graduados superiores que trabajan a tiempo parcial es
menor aquí que en la UE (11% frente al 16%), la cifra de quienes
trabajan temporalmente con título dobla a la media de la Unión. Un 20% frente al 10,5%.
Una de las consecuencias de este gran desajuste es que muchos graduados han optado por seguir formándose tras el primer título,
para así destacar un poco entre el resto de candidatos.
Y
en plena
polémica alrededor del máster, alimentada por los casos de Cristina
Cifuentes, Carmen Montón o Pablo Casado, este título confirma su
afianzamiento en España. Los másteres han ido creciendo de manera
ininterrumpida desde el año 2006, curso en el que vieron la luz. Hoy,
los universitarios que se decantan por ellos son ya más de 190.000,
sumando los oficiales, los habilitantes y los propios.
Al otro lado, en el curso 2016-2017, se registró, por quinto año
consecutivo, un nuevo descenso del número de matriculados en grado, con
una caída más acusada en el caso de los perfiles de nuevo ingreso, que
en cinco años han pasado de los 405.000 a los 340.000 egresados.
Hay varias razones que explican la caída de un título y el ascenso de
otro. Una de ellas es el tamaño de la cohorte más típica, de 18 a 21
años, para incorporarse a la universidad, tal y como recordó Martí
Parellada, coordinador general del citado informe.
“En España, dicha
cohorte ha pasado de 2.200.000 personas en 2002 a 1.780.000 en 2018”.
Otra razón para explicar el decrecimiento del grado se podría encontrar
en el crecimiento ininterrumpido del número de estudiantes de ciclos
formativos de grado superior, que han pasado de 212.000 en el curso
2006-2007 a 333.000 en 2016-2017.
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