MARSELLA.-
El presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela
Merkel, se reunieron este viernes en Marsella (sur de Francia) para
preparar una agenda europea común para los próximos seis meses, en la
que el tema de la inmigración tendrá un papel central.
"Marsella
se presta a hablar de estos temas", aseguró, en relación a la
inmigración, la jefa del Gobierno germano a la llegada al palacio de
Pharo, situado en la ciudad mediterránea que Francia utiliza a menudo
como símbolo de la integración de pueblos.
La canciller agregó que "Francia y Alemania tienen una visión común" sobre la cuestión migratoria, en la que "Europa debe jugar un papel" para hacer frente a las recurrentes crisis.
En el mismo sentido se pronunció Macron, convencido de que "la inmigración es el gran asunto" de los próximos meses y que "Europa debe ser una oportunidad y no un obstáculo" para resolverlo.
Marsella es la base del buque 'Aquarius', de la organización SOS Mediterranée, el mismo que reabrió el pasado verano el debate sobre la intensificación de la llegada a Europa de inmigrantes a través de la frontera sur del continente.
Los dos líderes afrontan con diferentes perspectivas el desafío y con el mismo temor de que un agravamiento alimente aún más el ascenso de la extrema derecha en Europa.
En este sentido, París quiere atraer a Merkel a su eje de líderes que apuesten por una solución global, frente a los nacionalistas que han optado por opciones de repliegue interno, encabezadas por Hungría o Italia, cuyos líderes han designado a Macron como el oponente político.
En siete meses, el presidente francés se ha reunido con siete líderes europeos para levantar, según fuentes del Elíseo, un dique frente al ascenso de las posturas populistas, los tres últimos la víspera en Luxemburgo, cuando compartió encuentro con los mandatarios del Benelux en un ambiente de mitin electoral.
A menos de un año de los comicios europeos, el presidente francés es consciente de que su discurso procomunitario puede recibir un espaldarazo vital en esa cita electoral o un golpe peligroso.
En situación más delicada afronta los próximos meses Merkel, cuya coalición de Gobierno aparece dividida frente al desafío migratorio y al ascenso de la extrema derecha en el país.
Además, mientras que la canciller defiende una postura próxima a Macron, su propio partido comparte postulados con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán.
En ese asunto puede emerger una línea de fractura entre los dos dirigentes porque Macron apuesta por crear un movimiento europeísta trasnacional para las europeas, con el objetivo de provocar a nivel continental la misma revolución política que causó en Francia el año pasado la irrupción de su movimiento En Marcha.
En el punto de mira los partidos tradicionales, entre ellos el de Merkel.
De puertas para afuera, ningún signo de discordia entre dos líderes acostumbrados a entrevistas casi cotidianas, pero que no se habían reunido desde hace casi tres meses, en una cumbre europea en Bruselas.
Una poco habitual tregua entre ellos que ambos se encargaron de minimizar alegando que el contacto es cotidiano.
La inmigración no será el único asunto que figure en el menú del encuentro marsellés, en el que Merkel y Macron deben acordar una agenda común que, como vienen haciendo, conduzca las próximas etapas europeas.
El 'brexit' (salida del Reino Unido del bloque comunitario), la unión monetaria y bancaria, la Europa de la defensa o la puesta en común de una política exterior son otros de los asuntos presentes de forma habitual en las cumbres franco-alemanas y que, según confesaron ambos líderes, no faltarán en esta.
"En los próximos meses, Alemania y Francia seguirán trabajando juntas para preparar el futuro", afirmó el presidente francés, mientras que la canciller se mostró convencida de lograr "progresos para afianzar una Europa independiente que pueda resolver los problemas que se presenten".
La canciller agregó que "Francia y Alemania tienen una visión común" sobre la cuestión migratoria, en la que "Europa debe jugar un papel" para hacer frente a las recurrentes crisis.
En el mismo sentido se pronunció Macron, convencido de que "la inmigración es el gran asunto" de los próximos meses y que "Europa debe ser una oportunidad y no un obstáculo" para resolverlo.
Marsella es la base del buque 'Aquarius', de la organización SOS Mediterranée, el mismo que reabrió el pasado verano el debate sobre la intensificación de la llegada a Europa de inmigrantes a través de la frontera sur del continente.
Los dos líderes afrontan con diferentes perspectivas el desafío y con el mismo temor de que un agravamiento alimente aún más el ascenso de la extrema derecha en Europa.
En este sentido, París quiere atraer a Merkel a su eje de líderes que apuesten por una solución global, frente a los nacionalistas que han optado por opciones de repliegue interno, encabezadas por Hungría o Italia, cuyos líderes han designado a Macron como el oponente político.
En siete meses, el presidente francés se ha reunido con siete líderes europeos para levantar, según fuentes del Elíseo, un dique frente al ascenso de las posturas populistas, los tres últimos la víspera en Luxemburgo, cuando compartió encuentro con los mandatarios del Benelux en un ambiente de mitin electoral.
A menos de un año de los comicios europeos, el presidente francés es consciente de que su discurso procomunitario puede recibir un espaldarazo vital en esa cita electoral o un golpe peligroso.
En situación más delicada afronta los próximos meses Merkel, cuya coalición de Gobierno aparece dividida frente al desafío migratorio y al ascenso de la extrema derecha en el país.
Además, mientras que la canciller defiende una postura próxima a Macron, su propio partido comparte postulados con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán.
En ese asunto puede emerger una línea de fractura entre los dos dirigentes porque Macron apuesta por crear un movimiento europeísta trasnacional para las europeas, con el objetivo de provocar a nivel continental la misma revolución política que causó en Francia el año pasado la irrupción de su movimiento En Marcha.
En el punto de mira los partidos tradicionales, entre ellos el de Merkel.
De puertas para afuera, ningún signo de discordia entre dos líderes acostumbrados a entrevistas casi cotidianas, pero que no se habían reunido desde hace casi tres meses, en una cumbre europea en Bruselas.
Una poco habitual tregua entre ellos que ambos se encargaron de minimizar alegando que el contacto es cotidiano.
La inmigración no será el único asunto que figure en el menú del encuentro marsellés, en el que Merkel y Macron deben acordar una agenda común que, como vienen haciendo, conduzca las próximas etapas europeas.
El 'brexit' (salida del Reino Unido del bloque comunitario), la unión monetaria y bancaria, la Europa de la defensa o la puesta en común de una política exterior son otros de los asuntos presentes de forma habitual en las cumbres franco-alemanas y que, según confesaron ambos líderes, no faltarán en esta.
"En los próximos meses, Alemania y Francia seguirán trabajando juntas para preparar el futuro", afirmó el presidente francés, mientras que la canciller se mostró convencida de lograr "progresos para afianzar una Europa independiente que pueda resolver los problemas que se presenten".
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