TIRANA.- La madre Teresa de Calcuta fue un ejemplo de solidaridad y entrega a los
pobres y desheredados y también de tenacidad y pragmatismo, según el
papa Francisco, que la ha proclamado santa este domingo frente a miles de fieles en el Vaticano.
Envuelta siempre en su sari de algodón blanco con un borde azul, la
madre Teresa, fue durante la segunda mitad del siglo XX el símbolo de la
defensa incansable de los pobres.
Galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1979, la madre Teresa ha sido declarada santa 19 años después de su muerte, ocurrida en 1997.
Su canonización, posible gracias a un segundo milagro registrado en Brasil
-una curación inexplicable-, se celebró justamente el año en que el
pontífice argentino lo dedica a la Misericordia con un jubileo
extraordinario.
Nacida el 26 de agosto de 1910 en el seno de una familia albanesa en Skopje, capital de la actual república de Macedonia,
que pertenecía entonces a Albania, Gonxhe Agnes Bojaxhiu entró en 1928 a
formar parte de la orden religiosa Hermanas de Nuestra Señora de
Loreto, cuya sede central se encuentra en Irlanda, tomando el nombre de
Teresa en honor de Santa Teresa de Lisieux.
Enviada a Calcuta,
en India, enseñó allí durante varios años en una escuela para niñas de
clases altas, antes de recibir la "llamada de las llamadas", es decir la
vocación de servir a Dios a través de los pobres.
El arzobispo de Calcuta en ese momento, Fernando Periers, se negaba a
dejarla salir de su orden, aduciendo que era demasiado joven para esa
labor pese a que tenía 37 años de edad y tachándola de "novata incapaz
de iluminar correctamente una vela". Pero ella logró el apoyo de sus
superiores e incluso del papa Pío XII.
Barrios pobres de Calcuta
A principios de 1948 se trasladó a vivir en los barrios pobres de
Calcuta, donde sus exalumnas se convirtieron junto a ella en las
primeras Misioneras de la Caridad.
En 1952, al tener que asistir a una mujer moribunda abandonada en la
calle con los pies roídos por las ratas, algo que la conmueve
profundamente, decidió volcarse completamente en una nueva tarea: ayudar
a los más pobres entre los pobres.
Tras acosar a las autoridades de la ciudad, obtuvo que le cedieran un
viejo edificio para dar cabida a los enfermos de tuberculosis,
disentería y tétanos, es decir a aquellos que ni los hospitales querían
atender.
Decenas de miles de necesitados pasaron por ese hospicio: muchos
encontraron una muerte digna, siempre en el respeto a su propia
religión, otros se recuperaron gracias a los cuidados de las monjas. En
Calcuta, Madre Teresa abrió también un orfanato, Sishu Bhavan, y un
centro para leprosos, Shantinagar, donde actualmente se tejen los saris
blancos con borde azul que usan las 4.500 Misioneras de la Caridad
repartidas en más de 100 países.
En la sede de la congregación, en Calcuta, ubicada en una avenida de
la megalópolis de India, Madre Teresa, famosa y premiada en todo el
mundo por su labor, condujo siempre una vida austera, compartió con
novicios y candidatos, trabajó sin descanso.
Murió con 87 años en Calcuta
Allí murió el 5 de septiembre de 1997, a la edad de 87 años, y su tumba suele estar cubierta de pétalos de flores
como un homenaje a su figura. Dotada del sentido de los negocios, en
una ocasión le preguntó al papa Juan XXIII si las riquezas del Vaticano
podían ser utilizadas para los pobres.
El Papa entonces le donó un Rolls Royce, el cual vendió rápidamente a
buen precio en una subasta. Durante el papado de Pablo VI, la
congregación se extendió por el mundo y llegó a fundar casas en América
Latina, en particular en Venezuela.
El papa Juan Pablo II reconoció públicamente su admiración por esa
monja menuda y a la vez firme, y a mediados de los 80 bendijo la primera
piedra de la casa que abrió en Roma para acoger a vagabundos.
El papa Francisco, que la conoció en 1994, reconoció que había quedado impresionado por su carácter fuerte,
que le hubiera suscitado "miedo" si hubiera sido su superior. La madre
Teresa solía decir que su contribución era sólo una "gota en un océano
de sufrimientos", pero que "si no existiera, esa gota le haría falta al
mar".
Detractores
Sus detractores la acusaban de recibir regalos sin indagar de donde provenían y de haber sido una opositora ardiente del aborto y de la píldora anticonceptiva, así como de utilizar su prestigio para denunciar en todo el mundo esas prácticas.
Durante el proceso para su beatificación se descubrió que sufría
crisis religiosas y que llegaba hasta poner en cuestión la existencia de
Dios. "Jamás he visto que me cierren una puerta. Creo que eso ocurre
porque ven que no voy a pedir, sino a dar. Hoy en día está de moda
hablar de los pobres. Por desgracia no lo está hablarle a ellos",
confesó en una ocasión.
Al morir, el Gobierno indio le concedió un funeral de Estado
y su féretro fue trasladado por gran parte de la ciudad en el mismo
carruaje en el que fueron llevados los restos de Mahatma Gandhi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario