ROMA.- El gobierno italiano inició hoy el
forcejeo con la Comisión Europea (CE) para que acepte el 2,3 por ciento
del déficit previsto en el proyecto de presupuesto nacional para el
próximo año.
El conflicto gira en torno al límite impuesto por el organismo regional al déficit fiscal de los países miembros de la Unión Europea (UE), según las normas establecidas por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
En mayo último la CE le autorizó a Italia un incremento del déficit del presente año, con la condición de que limitara a 1,8 por ciento el correspondiente a 2017.
Esa cifra fue cuestionada posteriormente por Roma, como resultado de los gastos en los cuales incurrió para gestionar las emergencias provocadas por el sismo del 24 de agosto y el flujo de inmigrantes ilegales, estimados en unos ocho mil millones de euros.
El primer ministro, Matteo Renzi, y su titular de Economía y Finanzas, Pier Carlo Padoan, reclamaron comprensión a la CE, aunque insistieron en que NO se trata de una solicitud de flexibilización de las reglas, sino de egresos efectuados en circunstancias excepcionales, lo cual está también contemplado por las regulaciones regionales.
En declaraciones al canal televisivo estadounidense CNBC, el Comisario Europeo para Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, se mostró dispuesto a evaluar positivamente el pedido de Italia, aunque dejó claro que el déficit no llegaría a 2,4 por ciento como especularon algunos medios de prensa.
En esa ocasión se refirió a Italia como un socio fuerte en Europa, aunque con una deuda pública excesivamente alta, ascendente al 130 por ciento de su Producto Interno Bruto, por lo cual debe dar el ejemplo con el diseño e implementación de políticas presupuestarias sólidas.
Debemos -dijo- seguir reduciendo el déficit ante la necesidad de disminuir progresivamente el fardo de la deuda, el cual pesa sobre las nuevas generaciones en Italia y reduce también la posibilidad de desarrollar políticas públicas fuertes y positivas para la economía.
Con inusual franqueza y poca diplomacia, Moscovici se apartó por un momento del guión económico para adentrarse en la política interna de este país, al afirmar que 'queremos una Italia fuerte en el corazón de Europa, a la cabeza del convoy europeo y no entregada a fuerzas populistas o contrarias a Europa o al euro'.
Esa clara alusión a la creciente influencia del Movimiento 5 Estrellas en el contexto político italiano, provocó una reacción airada de esa y otras agrupaciones opositoras, quienes la consideraron una injerencia en los asuntos internos del país, abocado a un referendo para decidir sobre la reforma constitucional impulsada por Renzi y la mayoría de su Partido Democrático (PD).
A pesar de la favorable acogida de la CE a la solicitud de comprensión de Italia y de la cordialidad demostrada en el diálogo con sus autoridades, el asunto tomó, al parecer, un giro inesperado en las últimas horas.
Según un trascendido del influyente diario La Repubblica, Bruselas exige a Roma una reducción de una décima porcentual, equivalente a unos 1.600 millones de euros, en el déficit de 2,3 por ciento proyectado para 2017, postura que modificaría sólo si el gobierno italiano presenta evidencias sobre los gastos provocados por el terremoto y la inmigración ilegal.
En declaraciones al canal de televisión Tg1, el primer ministro se mostró deseoso de saber cuáles serían las objeciones, preguntó si estarían relacionadas con los gastos sobre la inmigración y a continuación respondió: 'Que comiencen a darnos una mano, visto que están prevaleciendo los egoísmos en lugar de la solidaridad. Apenas nos den una mano, los gastos bajarán'.
El conflicto está planteado, con un margen de maniobra muy estrecho para ambas partes, por lo cual parece improbable un encuentro a mitad del camino.
De cualquier manera, la complejidad del asunto aconseja seguir de cerca la evolución de los acontecimientos en los próximos días, antes de emitir un juicio final.
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