ROMA.- El cambio climático está sembrando dudas sobre la
disponibilidad de alimentos, lo que puede suponer en el futuro un
aumento del hambre y la pobreza en el mundo si no se toman medidas
urgentes, advirtió hoy la FAO.
El director general de
la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO),
José Graziano da Silva, explicó en una rueda de prensa que "el cambio
climático devuelve la incertidumbre al no poder asegurarse nunca más que
se obtendrá la cosecha que se ha plantado".
Esa situación amenaza con elevar el número de personas
que pasan hambre y la volatilidad de los precios de los alimentos
básicos, que "ya están pagando todos, y no solo los que están sufriendo
las sequías", afirmó Da Silva.
Según diversas
estimaciones, para 2030 podría haber entre 35 y 122 millones de personas
más sumidas en la pobreza por el efecto del cambio climático en
comparación con un futuro sin dicho fenómeno.
Además,
se calcula que la demanda mundial de alimentos en 2050 aumentará al
menos un 60 % por encima de los niveles de 2006 debido sobre todo al
crecimiento de la población y la rápida urbanización.
El informe bienal de la FAO sobre el estado mundial de la agricultura y
la alimentación alerta de que un descenso en la producción agrícola
derivaría en la escasez de alimentos, afectando todavía más a regiones
expuestas como África subsahariana o Asia meridional.
Da Silva llamó a introducir medidas de adaptación y mitigación del
cambio climático en el sector primario, teniendo en cuenta que "los más
afectados de los países pobres no pueden pagar su coste", por lo que
pidió más políticas y recursos públicos para ayudarles en la lucha
contra el calentamiento global.
En el mundo existen
cerca de 475 millones de pequeños agricultores con bajos ingresos que a
menudo sufren obstáculos como el acceso limitado a los mercados, al
crédito, a la información meteorológica, a las herramientas de gestión
de riesgos y a la protección social.
Especiales
dificultades encuentran las mujeres, que constituyen el 43 % de la mano
de obra agrícola en los países en desarrollo, según el informe.
El responsable de Desarrollo Económico y Social de la FAO, Kostas
Stamoulis, precisó que se deben emprender acciones urgentes y que las
consecuencias del clima para la agricultura se notarán a largo plazo.
Consideró que actualmente existen muchas tecnologías que se pueden
aplicar para diversificar los ingresos de los hogares rurales con
actividades dentro y fuera del sector primario, de forma que sean
capaces de gestionar mejor los riesgos.
El 21 % de
las emisiones globales de gases de efecto invernadero están causadas por
la deforestación, la ganadería y la gestión de suelos y nutrientes.
Para recortar esas emisiones, se pueden emplear prácticas sostenibles
que consisten, por ejemplo, en integrar los cultivos, el ganado y los
árboles; emplear variedades eficientes en nitrógeno y tolerantes al
calor, o sembrar directamente sin arar.
Frenar la
deforestación de los bosques es otra de las acciones prioritarias, así
como reducir tanto las pérdidas y los desperdicios de alimentos como los
gases contaminantes durante los procesos de producción, transporte,
elaboración y venta de esos productos.
El estudio
advierte de que la adopción de esas prácticas todavía es muy limitada,
ya que se ve obstaculizada por políticas -como las que subvencionan los
químicos- que incitan a la producción insostenible con el medio ambiente
en vez de promover la eficiencia en el uso de los recursos naturales y
su conservación.
Después de que casi todos los países
firmantes del Acuerdo de París el año pasado se hayan comprometido a
actuar contra el cambio climático en la agricultura, el director general
de la FAO insistió en que los responsables políticos deben seleccionar y
coordinar mejor sus esfuerzos a favor de la producción sostenible.
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