BRUSELAS.- Los parlamentarios de la región belga de Valonia
expresaron este viernes su veto a la firma del controvertido acuerdo
comercial entre la UE y Canadá (CETA), a pesar de las crecientes
presiones internacionales, paralizando la creación de una zona de libre
comercio de unos 550 millones de habitantes.
"Yo no
daré los plenos poderes al gobierno federal [belga] y Bélgica no firmará
el CETA el 18 de octubre", dijo ante los parlamentarios el presidente
del gobierno regional de Valonia, el socialista Paul Magnette, quien no
obstante anunció próximos contactos con los canadienses, al término de
un encuentro en la tarde con el presidente francés, François Hollande.
Según
Magnette, "lo que necesitamos son claúsulas jurídicamente vinculantes
que permitan que, si mañana hay un conflicto entre multinacionales y un
Estado, no hayamos debilitado los poderes del Estado de regular, de
proteger nuestros servicios públicos, nuestras normas sociales,
medioambientales".
A pocos días de la firma prevista, la presión
internacional se centra en esta pequeña región francófona de Valonia, de
unos 3,6 millones de habitantes, que se opone al acuerdo.
Tanto
los gobiernos europeos, entre ellos el ejecutivo federal belga, como
Canadá, quieren la firma definitiva de este acuerdo el próximo 27 de
octubre en una cumbre en Bruselas.
La decisión del
Parlamento regional belga siembra dudas sobre la credibilidad y la
capacidad de la Unión Europea a elaborar e implementar una política.
Al
punto que el mismo primer ministro liberal Justin Trudeau expresó el
jueves su sorpresa. "Si Europa no logra firmar este acuerdo, ello
enviaría un claro mensaje no solamente a los europeos sino a todo el
mundo de que Europa elige un camino poco productivo".
"[La
oposición de los valones] Me molesta por el futuro de Europa, ¿por qué
añadir una crisis más?", se preguntó por su parte el ministro belga de
Relaciones Exteriores, Didier Reynders.
Los 28
cancilleres europeos tenían previsto aprobar este acuerdo el próximo 18
de octubre, antes de la firma prevista nueve días después, pero Reynders
tiene complicado comunicar ese día el imprescindible visto bueno de
Bélgica, ya que dos de las siete cámaras belgas se oponen.
El
'no' del parlamento de la región de Valonia se une al rechazo ya
expresado el miércoles por la cámara que representa a la comunidad
francófona del país, aunque la posición definitiva de Bélgica se
conocerá el lunes tras una reunión de los representantes de los
diferentes gobiernos belgas.
Un portavoz de la
Comisión Europea dejó entender que las posiciones pueden cambiar en los
próximos días, de cara la reunión del martes.
El
CETA, negociado durante siete años, prevé la supresión de los derechos
de aduana entre la UE y Canadá para casi todos los productos, excepto
algunos productos agrícolas como la carne de vacuno o de cerdo. Unas 145
denominaciones de origen europeas tendrán además una protección
adicional en Canadá.
Las empresas europeas podrán
acceder a las licitaciones públicas canadienses, incluidas las de las
ciudades y provincias, que gestionan una parte importante del gasto
público.
El comercio total de bienes y servicios entre Europa y Canadá podría aumentar un 20%, según los defensores de este acuerdo.
"Con
este tratado UE-Canadá, estamos fijando los estándares de todos los
próximos acuerdos comerciales bilaterales", advirtió el presidente de
Valonia, una región castigada estos últimos años por los efectos de la
globalización.
La batalla sobre el acuerdo comercial
con Canadá anuncia una lucha todavía más intensa con el más ambicioso
tratado de libre comercio con Estados Unidos, conocido como TTIP, máxime
cuando el CETA está visto como un 'caballo de Troya' de aquel.
"La
ambición del TTIP es más grande en materia de reglamentación. (...)
Gran parte de la oposición en Europa está especialmente vinculada a esta
sospecha de que este acuerdo implicará la subordinación de nuestros
reglamentos (...) a los intereses de las grandes multinacionales",
aseguró Sébastien Jean, director del centro de investigación francés
CEPII.
Además del TTIP, la decisión de Valonia deja en
el aire otros acuerdos comerciales como el que la UE negocia con los
países del Mercosur. Francia ya había expresado sus temores por el
impacto de este en su sector agrícola.
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