WASHINGTON.- La elite económica mundial, reunida esta semana en la asamblea anual
del Fondo Monetario Internacional (FMI), cerró el encuentro con una
decidida defensa de la globalización y la apertura comercial frente a la
creciente amenaza del proteccionismo y el populismo.
"Una retirada de la globalización y el multilateralismo es un riesgo
serio en un momento en el que la cooperación y coordinación
internacional es más importante que nunca", remarcó la directora gerente
del FMI, Christine Lagarde, en la rueda de prensa de cierre de la
reunión anual.
Lagarde insistió en que la caída en el comercio global es una de las
razones para las frágiles perspectivas mundiales, y afirmó que es uno de
los motores de actividad que deben ser revitalizados.
Durante el encuentro, que congrega a los ministros de economía,
banqueros centrales y expertos de los 188 países miembros del Fondo, se
palpó una marcada preocupación acerca del recelo sobre los beneficios
del comercio global en la campaña electoral de EE.UU., primera economía
mundial.
Nadie quería decir el nombre del aspirante republicano, Donald Trump,
quien ha propuesto renegociar los acuerdos comerciales del país e
imponer tarifas arancelarias con países como China y México; o el de su
rival demócrata, Hillary Clinton, quien ha dado un paso atrás en su
respaldo a la integración comercial.
"Existe preocupación por la retórica anticomercio escuchada en las
elecciones de Estados Unidos, que sin duda dañaría este motor para el
crecimiento", explicó Lagarde en el marco de
la asamblea anual.
No solo el tono proteccionista en las elecciones en EE.UU., también
el reciente voto a favor de la salida del Reino Unido de la Unión
Europea (UE) ha hecho sonar las alarmas en los centros financieros
mundiales.
Quizá por ello en esta ocasión el Fondo ha ampliado el foco de su
análisis, tradicionalmente centrado en la estabilidad macroeconómica y
el crecimiento, al incluir llamados a la necesidad de combatir la
desigualdad económica y las consecuencias negativas de la globalización.
En sus intervenciones durante la semana, la exministra de Finanzas no
se cansó de recalcar que "el crecimiento ha sido muy bajo por demasiado
tiempo", e inmediatamente después agregaba que "ha beneficiado a unos
pocos".
"Las consecuencias sociales y políticas son cada vez más aparentes.
La desigualdad es muy alta en muchos países. El comercio se ha
convertido en un arma política. Y los que apoyan la integración
económica están a la defensiva", afirmó Lagarde.
En el mismo sentido se expresó el secretario del Tesoro de EE.UU.,
Jack Lew, quien instó "a no cerrarnos al mundo, y redoblar nuestros
compromisos por asegurar una crecimiento compartido".
Las palabras de la jefa del FMI, a las que se sumó el presidente del
Banco Mundial, Jim Yong Kim, al señalar que sin un impulso decidido al
comercio el objetivo de reducir significativamente la pobreza no está al
alcance, fueron bien recibidas por activistas y organizaciones no
gubernamentales.
Para Nadia Daar, directora de la oficina de Washington de Oxfam
International, es positivo el hecho de que los líderes de ambas
instituciones "hablaran explícitamente de los desafíos de la
globalización y desigualdad, y la necesidad de un crecimiento y
desarrollo inclusivo".
"Pero ahora el reto es que impulsen los cambios necesarios para
reformar el 'status quo' y poner fin a las políticas que han ayudado a
crear esta enorme distancia entre el 1 por ciento de la población más
rica y los más pobres", señaló Daar.
Precisamente, el ministro de Economía británico, Phillip Hammond, uno
de los encargados de gestionar la salida del bloque europeo con las
menores consecuencias negativas, reconoció que existe "un problema no
solo en Reino Unido, sino en el mundo desarrollado, a la hora de
mantener a la población implicada y en apoyo del capitalismo de mercado,
nuestro modelo económico".
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