No se entiende muy bien, con una cierta perspectiva histórica, cómo
el país que ha edificado uno de los dos mayores imperios del mundo
(Inglaterra) ha entrado en una fase de repliegue enfermizo sobre sus
fronteras, hasta el punto de adoptar las más radicales consignas del
populismo conservador, expresado en ese rechazo irracional a los
inmigrantes.
Van a ser complejas las negociaciones de los ingleses con
la Unión Europea para sacar a Gran Bretaña por el camino civilizado (el
previsto en los Tratados de la UE) de esta organización en la que ha
recibido más de lo que ha aportado en sus largos años de pertenencia
(entró en enero del año 1973, tras llamar a la puerta infructuosamente
en varias ocasiones en los años 60, siempre con la firme oposición del
presidente francés Charles De Gaulle).
Pocos países europeos poseen una cultura tan salpicada e influenciada
por ciudadanos de otras nacionalidades. Las declaraciones de estos
últimos días, mostrando una insólita dureza ante la llegada de
extranjeros, han resultado indignantes y desacertadas incluso para
algunos ciudadanos británicos que no tienen posiciones políticas
claramente definidas. Asociaciones empresariales y de profesionales
están mostrando estos días su rechazo a la discriminación que h está
planteando el nuevo Gobierno británico a la llegada de trabajadores y
profesionales extranjeros.
Algunas ramas de actividad en la economía del Reino Unido podrían
quedar seriamente dañadas. Una de ellas, la medicina, en donde por
cierto la presencia de profesionales españoles a todos los niveles del
servicio sanitario, desde médicos a auxiliares de clínica pasando por
enfermeras, es muy amplia. Gran Bretaña no tiene médicos suficientes en
la actualidad para atender a su servicio sanitario público y privado,
según las estadísticas del propio país.
En el sector tecnológico, en donde hay una clara dimensión global del
mercado laboral, un tercio de los profesionales que desarrollan su
actividad en Reino Unido no han nacido en el país. La presencia de
algunas nacionalidades (como India, su colonia más importante en el
pasado) es muy destacada. Esta semana se ha podido leer una declaración
bastante ilustrativa de un directivo de una asociación profesional: “Las
empresas contratan a la gente por su capacidad, no por su nacionalidad o
por alguno de sus rasgos exteriores”.
Los sectores económicos británicos que cuentan en sus filas con
presencia significativa de ciudadanos nacidos fuera del Reino Unido son
tan importantes que resulta difícil imaginar cómo puede vivir Gran
Bretaña sin la aportación de extranjeros. El sector financiero es
posiblemente uno de los más ilustrativos. Un reciente estudio de una
consultora internacional estima que más del 20% de los profesionales de
este sector perderán su empleo si Reino Unido deja de contar con la
posición central que desarrolla en el mundo financiero, especialmente en
el europeo.
En este caso no se trata de un problema de discriminación
por nacionalidad, ya que la huida del sector financiero lejos de la City
se debe a los procesos de cambio de domicilio que se van a desarrollar
tras la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. Pero una parte
notable de los profesionales del sector financiero son de otras
nacionalidades y se verían eventualmente excluidos de actividad
profesional en el país.
Bancos españoles como Santander y Sabadell, con fuerte presencia en las
islas, posiblemente se verían afectados por una interpretación rigorista
de esta actitud excluyente. Hay muchas empresas españolas presentes en
Gran Bretaña que tendrán que afrontar esta discriminación con cierta
inmediatez. Por ejemplo, compañías como Iberdrola, Ferrovial o Inditex,
por citar sólo tres ejemplos, tienen importantes intereses en Reino
Unido y difícilmente podrán aceptar esa regla que al parecer tratan de
imponer ahora desde los sectores más conservadores del Gobierno
británico, la norma de que los trabajos británicos han de ser para
trabajadores británicos.
(*) Periodista y economista
http://www.republica.com/retablos-financieros/2016/10/06/inglaterra-para-los-ingleses/
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