CALAIS.- En Calais se respira aire nuevo
tras el desmantelamiento de la 'Jungla'. Muchos habitantes esperan un
repunte económico pero otros son escépticos. Los bares y
restaurantes de la calle principal, la Rue Royale, "antes estaban llenos
de británicos", afirma Michelle Toulotte, una jubilada, en una sala
donde hay más empleados que clientes.
"Ya era hora" de que la
'Jungla' fuera cerrada y los miles de migrantes que la habitaban fueran
desalojados, opinó Christophe Defever, propietario de Au Davydson, un
restaurante ubicado muy cerca de la estación central.
"La
economía ha sufrido mucho desde la instalación de la 'Jungla'", afirma.
"Es más fácil contar las tiendas cerradas que las que están abiertas",
argumenta.
Aunque la realidad es menos dramática, una vuelta por
la discoteca Le Tub confirma que la Rue Royale tuvo un pasado más
vibrante.
Le economía de Calais, que durante mucho tiempo atrajo a
turistas británicos que pasaban el día en busca de ofertas, comenzó a
decaer desde que a principios del año pasado la crisis de los migrantes
llegó hasta las costas del norte de Francia.
Y más específicamente a este puerto, el punto más cercano entre el continente y la isla.
Los
precios inmobiliarios también sufrieron, aunque principalmente porque
dejaron de ser atractivos para los inversores, explicó Evelyne Duriez,
una agente local.
Los relatos de los medios de la crisis "han
desfigurado la imagen de Calais" y espantado a los inversores, aseguró
Duriez, que matiza que el mercado de las transacciones entre los
residentes se ha mantenido estable.
"Yo soy escéptica con
respecto a que haya un 'después de la Jungla' ya que Calais sigue siendo
el punto más cercano", entre las dos orillas, lo que es un aliciente
para los migrantes que intentan pasar escondidos en los camiones o en
los trenes.
El efecto de la 'Jungla' en la economía condujo a dos
protestas muy mediatizas de camioneros, agricultores y comerciantes,
que bloquearon la ruta para exigir el desmantelamiento del campamento,
donde vivían entre 6.000 y 8.000 personas.
Tras la presión de los
colectivos locales, las autoridades regionales se comprometieron a
aumentar la presencia policial y a desmantelar rápidamente el
campamento.
Un camarero asegura que los pedidos de que haya recortes fiscales y otras medidas de ayuda han caído en oídos sordos.
"El gobierno no ha olvidado completamente", dice en un testimonio que prefirió que fuera anónimo.
En
la oficina de Turismo, los folletos bilingües promocionan las
atracciones locales, entre ellas la alcaldía, un edificio estilo
'neorrenacentista' o un museo dedicado a la industria del encaje.
"Un gran día en Calais" o "Comprar hasta caer rendido" eran los reclamos promocionales lanzados recientemente por la ciudad.
El
diario regional La Voix du Nord informó que el presidente francés, el
socialista Francois Hollande, podría visitar Calais la próxima semana
para sellar el cierre del campamento.
El éxito de esta operación
es crucial para Hollande, un líder profundamente impopular que todavía
no ha anunciado si se presentará a la reelección el próximo año.
Un barman de la Rue Royale fue positivo, salvo al referirse a Hollande.
"Que el 'post-Jungla' sea benéfico para todos", dice. Sin embargo al mencionar a Hollande agrega que ojalá se quede en casa.
El taxista Herve Legrand dice que su negocio se mantuvo debido al interés mediático que generó la 'Jungla'.
"Quizás perdimos turistas pero ganamos periodistas", como clientes, dijo.
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