LISBOA.- El Gobierno socialista portugués cumple un año de mandato afianzado,
tras disipar las dudas que apuntaban al fracaso de su inédita alianza
con las otras fuerzas de la izquierda, y en su momento más alto de
popularidad en las encuestas.
El gabinete de António Costa ha conseguido superar numerosos obstáculos
en su primer año, cuando tuvo que afrontar la resolución del banco
Banif, la recapitalización de la estatal Caixa Geral de Depósitos (CGD) y
las críticas de Bruselas por el exceso de déficit, además de sacar
adelante un Presupuesto y tener otro casi aprobado.
Para conmemorar la fecha, el Ejecutivo va a repartir este sábado a
sus ministros por todo el territorio nacional para participar en eventos
que les acerquen más al pueblo portugués, que curiosamente no le dio la
victoria en las urnas hace un año.
Costa logró en noviembre de 2015 lo que no se había
conseguido en más de 40 años de democracia en Portugal: unir a todas las
fuerzas de la izquierda y darle la vuelta al resultado de las
elecciones legislativas, en las que el conservador Pedro Passos Coelho
venció sin mayoría suficiente.
La alianza de ámbito parlamentario suscrita por el Partido Socialista
(PS) con el Bloque de Izquierda, el Partido Comunista (PCP) y Los
Verdes permitió a Costa ser nombrado primer ministro y las dudas sobre
la estabilidad de un Gobierno en minoría no tardaron en aparecer.
“El acuerdo de izquierda no es un Gobierno, es una
‘geringonça’ (chapuza)”, dijo el entonces líder del conservador CDS,
Paulo Portas, que sin quererlo acabó por bautizar la alianza, que asumió el término “geringonça” como propio.
Con reuniones regulares y una rutina de negociación permanente, la “geringonça” ha logrado de momento ir superando los obstáculos aparecidos y “superar las expectativas”, como señaló recientemente el presidente luso, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa.
Los desafíos no se hicieron esperar y cuando Costa no llevaba ni un
mes en São Bento, su Gobierno tuvo que hacer frente a la resolución del
banco Banif, que tuvo un coste para las arcas públicas de unos 3.000
millones de euros y supuso el primer desencuentro con sus socios.
Los otros partidos de la izquierda no apoyaron la modificación del Presupuesto de 2015
para incluir el gasto de la liquidación y los socialistas sólo
consiguieron salvar la medida gracias a la abstención del principal
partido de la oposición conservadora.
El consenso para sacar adelante los siguientes Presupuestos sí fue posible y dejó al Gobierno reforzado.
Aunque tuvo que elaborar una segunda versión del documento para
conseguir la aprobación de la Comisión Europea, los socialistas
comenzaron a revertir parte de las medidas de austeridad de la anterior
legislatura y cumplir con algunos de los compromisos asumidos con sus
socios de izquierda.
Las cuentas de 2017, todavía en trámite, recibieron luz verde directa de Bruselas
y pasaron su primer examen en el Parlamento, donde se espera que la
izquierda dé su visto bueno la próxima semana tras lograr negociar
medidas como la subida de las pensiones o el fin de la “sobretasa”, un
impuesto especial sobre la renta.
En estos doce meses, el Gobierno también consiguió acordar con
Bruselas un plan de recapitalización para la CGD, el mayor banco del
país, de hasta 4.600 millones de euros, y evitar que la Comisión Europea
le sancionase o congelase su acceso a los fondos comunitarios por
incumplir la meta de déficit de 2015.
Y por el momento, el gabinete de Costa se mantiene tal y como arrancó
hace un año a excepción de la cartera de Cultura, que ocupa ahora Luís
Filipe de Castro Mendes después de la dimisión en abril de João Soares
tras amenazar con “abofetear” a dos columnistas.
Estos doce meses han reforzado la popularidad de los
socialistas, que en la última encuesta “Eurosondagem” -la principal del
país- ya lideraban la intención de voto con el 37 %, el mismo
porcentaje que suman juntos los partidos de la oposición conservadora y
casi cinco puntos más que el resultado conseguido en las elecciones de
2015.
Aun así, desde los partidos más a la izquierda insisten en que, a
pesar de los progresos, aún queda camino por recorrer y no se han
cumplido todos los puntos del acuerdo alcanzado el año pasado.
Las adversidades no han desaparecido: el Gobierno de
Costa todavía tiene que abordar desafíos como la consolidación de las
cuentas públicas, el débil crecimiento económico, la fragilidad de la
banca y los riesgos que llegan desde el escenario global.
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