LONDRES.- Los inversores suenan
optimistas sobre una buena temporada para la economía mundial el próximo
año, pero pese a las ideas de enormes recortes de impuestos por parte
del entrante presidente estadounidense, Donald Trump, las perspectivas
parecen similares a las de 2016: desiguales y nada espectaculares.
Muchos de los cientos de profesionales
encuestados en todo el mundo dicen que la ralentización del
comercio global, durante la tibia recuperación de la economía mundial de
la crisis financiera que comenzó casi una década atrás, podría
empeorar.
Las economías emergentes seguirán siendo
vulnerables. La persistente y profunda recesión de Brasil no coincide
con su mercado accionarial alcista y gran parte de Asia crecerá por
debajo del potencial, con lo que la previsión más reciente de
crecimiento global para el próximo año es de un 3,2 por ciento, menos
optimista que un año atrás.
En tanto, para el mundo desarrollado, siguen
ausentes los aumentos de producción y los responsables de políticas
continúan sin ideas sobre las razones, además de cómo remediar el
problema.
Los estrategas prevén un dólar más fuerte, ya
en máximos de 14 años, y rendimientos de bonos estadounidense al alza a
medida que la Fed lleve a cabo aumentos de tipos el próximo año. Pero
Wall Street no está convencido aún de que serán tres.
Un dólar en alza podría afectar el desempeño
futuro de compañías estadounidenses, ya que muchas dependen de negocios
internacionales para sus ingresos. Muchos de los precios de sus acciones
operan cerca de máximos, pero impulsados por programas de recompra y
estímulo, no inversiones.
La fortaleza del dólar, que debilita a otras
monedas, también influirá en cómo los mercados emergentes manejen la
inflación relativamente más alta, así como la confianza empresarial.
Pero pese a todo lo referente a las barreras
comerciales, alza de los precios del crudo por reducciones de
producción, y los recortes de impuestos y gastos de infraestructura
planeados por Estados Unidos, la perspectiva de inflación global no ha
cambiado mucho, incluso aunque la Fed parece más preocupada sobre el
tema.
La segunda economía mundial, China, ha
mejorado levemente este año, pero basándose en una ola de deuda
gubernamental y una moneda en parte intervenida y debilitada. Se estima
que el crecimiento se ralentice y además las tensiones entre Pekín y el
próximo gobierno de Trump ya están asomando.
Una buena noticia es la reciente aceleración
en el crecimiento de la zona euro ya que el Banco Central Europeo
continúa comprando decenas de miles de millones de euros en bonos por
mes, manteniendo la presión sobre el euro y convirtiendo las
exportaciones relativamente más baratas.
Pero elecciones en Alemania, Francia y Holanda
amenazan con representar un mayor desafío al status quo en momentos en
que los efectos económicos del esperado proceso de divorcio entre Reino
Unido y la Unión Europea comienzan a aparecer.
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