A la vuelta de escasas semanas, enero de 2017, la legislatura europea
2014-2019 enfila su revisión de “medio mandato” (“Mid Term Review”).
Los cargos y posiciones institucionales (Presidencias, vicepresidencias y
Portavocías en el Europarlamento y sus Comisiones) vuelven a
renegociarse de acuerdo con las cuotas numéricas de representación de
los distintos Grupos y, dentro de éstos, de las delegaciones nacionales
correspondientes a los 28 EE.MM.
El regreso a la política alemana del hasta ahora Presidente del
Parlamento Europeo (en adelante, PE), el socialista Martin Schulz, abre
espacio para un debate interno acerca de su reemplazo. El hasta ahora
Presidente del Grupo Socialista, (segundo Grupo, tras el PPE), Gianni
Pitella, ha anunciado su candidatura a presidir la Eurocámara.
En consecuencia con esta apuesta estratégica, los miembros del Grupo
Socialista del PE hemos participado de una discusión franca acerca de
la oportunidad de requerir un cambio de dirección y estrategia en el
manejo de esta interminable crisis que arrancó en 2008, la Gran Glaciación Europea.
Buena parte de nuestras intervenciones y nuestras aportaciones se han
concentrado, una vez más, en las directrices y tácticas que se estiman
adecuadas para la reconducción de las macromagnitudes
económico-financieras: a) Reforma fiscal de la UE: otra política fiscal
que apunte no sólo el gasto (la denostada “austeridad recesiva”
que tantísimo daño ha hecho a los más vulnerables ante la desigualdad)
sino que apunte, de una vez también, al ingreso; b) Recursos
propios de la UE (tasa de transacciones financieras, armonización del
impuesto de sociedades) para garantizar su suficiencia presupuestaria y
la financiación necesaria para relanzar la inversión y para la
generación de empleo y oportunidades para los parados de larga duración,
y sobre todo para los jóvenes; c) Lucha sin cuartel contra el fraude y
la evasión fiscal, así como contra los “tax rulings” y la “planificación
fiscal agresiva”; d) Batalla conjunta contra los “paraísos fiscales” y
las “jurisdicciones no cooperativas”; e) Restablecimiento de la hasta
ahora postergada “Agenda social europea”: seguro de desempleo; “mochila”
de los derechos sociales; salario mínimo europeo… y potenciación de la
llamada “garantía juvenil”.
Pero, junto con todo lo anterior, no dejo de subrayar en ningún foro de
debate la importancia crucial que para la agenda socialdemócrata reviste
el relanzamiento de la densidad democrática de la UE. a) Han pasado 7
años desde la puesta en marcha del Tratado de Lisboa (en vigor desde el 1
de diciembre de 2009) sin que se haya cumplido aún el mandato de
incorporación del CEDH por la UE, bloqueado desde el negativo Dictamen
1/2013 del TJUE; b) Consolidación y firmeza del llamado “mecanismo del
Estado de Derecho” (Rule of Law Mechanism), diseñado en 2013 para afrontar el llamado “Dilema de Copenhague”, quecontinúa
siendo calificado como supuesto “botón nuclear” aun cuando no haya
mostrado ningún poder de disuasión sobre los EE.MM más díscolos y en la
actualidad arriscados hacia posiciones de cariz abiertamente
reaccionario (la regresión nacionalista con tintes de extrema derecha no
impacta solamente en Hungría o en Polonia: recorre la UE de cabo a
rabo; el triunfo de Van Der Bellen en Austria no puede ignorar que el
ultraderechista Hofer logró el 48,5% de los votos).
¡Y es el discurso del odio! de Trump en versión europea.
En efecto, no puede subestimarse la transcendencia que para el
relanzamiento de una alternativa progresista a la prolongada hegemonía
conservadora en la UE reviste el actual desafío planteado en todas
partes por un populismo reaccionario al que no cabe dar la espalda. Al
contrario, urge plantarle cara, denunciando y combatiendo la tentación
de equivocarse pensando, erróneamente, que puede derrotarse al populismo
eurófobo imitando sus discursos, sus técnicas simplificadoras de
comunicación (por más que sean muy efectivas) y su propensión a buscar
chivos expiatorios a los que señalar y a los que contraponer la cólera
que surfea la retórica del odio.
¿Cuál es la plusvalía que puede aportar la UE? ¿Cuál tiene que ser la
respuesta europea a este problema? La magnitud del desafío queda ya
fuera del alcance de los Estado-nación. Cabe preguntarse incluso si está
todavía al alcance del nivel europeo, ¿puede Europa dar una respuesta?
¿Tiene sentido situarse en el nivel europeo de responsabilidad a la hora
de abordar este problema?
La respuesta es sí. Europa debe hacer frente a toda forma de
exclusión, semilla de yihadismo y radicalización. Pero no podemos
olvidar que hay también mucha violencia diseminada, esparcida: en la
red, minada por los discursos del odio, la vemos también proliferando en
el mundo del deporte, donde abundan los fanáticos de diferentes clubes
que se odian entre sí; o en las bandas violentas entre los jóvenes;
violencia inoculada incluso en el interior de los centros de formación o
educativos, del mismo modo que hace tiempo que han arraigado en los
penitenciarios.
¡Una agenda progresista para la recuperación de la UE no estará nunca
completa sin relanzar los derechos, la densidad democrática y la
calidad de las instituciones para la convivencia y la resolución de
conflictos!
(*) Eurodiputado socialista español
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