martes, 13 de diciembre de 2016

El Parlamento Europeo respalda prohibir la pesca de arrastre a más de 800 metros

ESTRASBURGO.- El Parlamento Europeo (PE) respaldó hoy la prohibición de la pesca de arrastre a más de 800 metros de profundidad en el Atlántico norte, una normativa que establece también mayores controles y más transparencia en la recogida de datos.

Este respaldo da luz verde por parte de la Eurocámara al acuerdo informal alcanzado con el Consejo de la Unión Europea (UE) para promover este nuevo reglamento, que deberá pasar de nuevo por el Consejo para su aprobación definitiva.
La normativa también restringirá la pesca en aguas profundas al área en la que estuvo permitida entre 2009 y 2011, el Atlántico nororiental, regla que se aplicará a las embarcaciones que pescan especies de aguas profundas (barcos cuyas capturas de especies de aguas profundas representan más del 8 % del total en al menos una de sus salidas cada año).
Además, el proyecto añade a la regulación una provisión separada para proteger los Ecosistemas Marinos Vulnerables (VME por sus siglas en inglés) mediante la introducción de vedas y la prohibición de la pesca a más de 400 metros.
Se prevé la posibilidad de retirar los permisos de pesca en caso de que no se cumplan las nuevas reglas.
Los Estados miembros también deberán informar sobre la localización de los ecosistemas vulnerables, mientras que la Comisión Europea (CE) se encargará de evaluar estos datos todos los años y adaptar el área afectada por la prohibición en consecuencia.
Las normas también prevén controles más estrictos en el mar y que el 20 % de las embarcaciones tengan la obligación de llevar a bordo un "observador" para asegurar la recogida detallada de información.
El texto se refiere a la normativa sobre las pesquerías en aguas profundas, en vigor desde 2003, y pretende adecuar sus disposiciones a los objetivos de sostenibilidad de la nueva Política Pesquera Común (PPC).
Las especies de aguas profundas se pescan a profundidades que alcanzan los 1.500 metros y suponen alrededor del 1 por ciento de las capturas desembarcadas en el Atlántico Noroccidental.
Se trata de un entorno frágil que, una vez dañado, es difícil de recuperar.
Tanto las capturas de pesca como el empleo asociado llevan años decayendo, debido a que las reservas cada vez son más escasas.

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