MAASTRICHT.- El presidente saliente del Parlamento Europeo, Martin Schulz,
hizo una encendida defensa de la Unión Europea (UE) y pidió
acabar con “el juego de culpar de todo a Bruselas” en una conferencia
en Maastricht, ciudad holandesa donde se acordó hace 25 años el
histórico tratado que lleva su nombre.
Schulz participó junto al
presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en una ronda de
conferencias para celebrar el aniversario de la firma del acuerdo que
dio a luz a la Unión tal como la conocemos hoy y sentó las bases para el
nacimiento del euro.
El alemán Schulz aseguró que la regulación que se redacta desde Bruselas “produce regularmente historias exitosas”, pero que Europa tiene un problema cuando “líderes nacionales dicen que los éxitos son todos suyos” y “los fallos, todos europeos”. “Hay
muchas razones por las que los populistas y demagogos están creciendo
en Europa”, dijo ante la audiencia del Palacio de Congresos y
Exposiciones MECC de Maastricht. “El clima político está más envenenado que nunca”, añadió.
El presidente de la Eurocámara pidió que los partidos políticos
atajen los “profundos problemas” que afronta la UE, como “la creciente
división entre jóvenes y mayores, ricos y pobres, ciudades y pueblos, o
el decrecimiento en la confianza de la democracia representativa”.
También recordó el “desempleo, especialmente entre los jóvenes”, o “la lucha contra la evasión fiscal“.
La conferencia es el primero de los eventos con los que Maastricth conmemorará el aniversario de un tratado que puso a la ciudad holandesa en el mapa político y supuso el mayor salto en la integración europea, que pasaba de centrarse en el plano económico a buscar la unidad política.
Hace 25 años, entre el 9 y el 10 de diciembre de 1991, se celebró en
esta pintoresca ciudad del sur de Holanda una cumbre europea, entonces
solo con doce Estados miembros a la mesa, de la que salió el esqueleto
de lo que sería el tratado.
La Comunidad Europea se convertía así en la Unión Europea y se creaba una unión monetaria
que puso la primera piedra para que en 1998 se crease el Banco Central
Europeo, hoy una de las instituciones más poderosas de la Unión, y en
2002 llegase finalmente el euro a los bolsillos de los europeos.
El acuerdo no se firmó hasta el 7 de febrero de 1992. Si se hubiesen
seguido a rajatabla las normas comunitarias habría tenido que rubricarse
en Portugal, que entonces presidía temporalmente la Unión, pero los
lusos cedieron el honor a la ciudad donde se había forjado el consenso.
Schulz, cuyo discurso fue el más aplaudido de todo el ciclo de
conferencias, hizo un viaje en el tiempo para recordar que en los años
80 el escepticismo estaba ya presente en las relaciones entre los países
europeos. “Gracias a hombres sabios y con convicciones”, como “Helmut Kohl o François Mitterrand, ese escepticismo fue superado”, señaló el político alemán.
“La garantía de paz en nuestro continente solo está
provista por la cooperación entre los países”, afirmó Schulz, que
definió la integración política acordada en el Tratado de Maastricht
como “una misión imperativa”.
Schulz se refirió también a los problemas que aquejan hoy al fruto de
aquel tratado como el hecho de tener “una unión monetaria pero no una
unión fiscal” o una unión “con disciplina financiera pero no con
estímulos financieros”.
Asimismo, sobre el “brexit”, la próxima salida del Reino Unido de la
UE, señaló que la victoria del “sí” en el referéndum de junio fue
posible “después de una campaña basada en mentiras y en polarización” y
advirtió de que “aquellos que ridiculizan nuestros valores tienen serias
posibilidades de ganar elecciones” en Europa.
Por su parte, el presidente de la Comisión Europea hizo memoria para
recordar los días en los que, como ministro de su país, Luxemburgo,
participó en primera persona las negociaciones de Maastricht.
El luxemburgués comentó que en ese momento ya tenía “un sentimiento” de que estaban “abriendo un nuevo capítulo,
un capítulo con el que entrábamos en un mundo nuevo”. Esa sensación de
“estar haciendo historia”, no obstante, no significó que las
negociaciones fueran fáciles, dijo.
De cara al futuro, el presidente de la Comisión Europea señaló que
dentro de 25 años le gustaría que existiera “una UE influyente en el
mundo” y advirtió contra “aquellos que piensan que es tiempo de
desguazar Europa y ponerla en piezas, porque están totalmente
equivocados”.
“Seremos más fuertes si trabajamos juntos”, concluyó.
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