WASHINGTON.- Manifestaciones, condenas internacionales y políticas: nueve días
después de su llegada al poder, Donald Trump se enfrenta a una avalancha
de críticas tras su decisión de cerrar las fronteras a todos los
refugiados y a ciudadanos de siete países. Miles de manifestantes se
reunieron este domingo ante la Casa Blanca en Washington, en Nueva York
en un parque a la vista de la Estatua de la Libertad, en Boston y en
otras ciudades y aeropuertos del país.
El presidente no hace sino aplicar sus promesas de campaña,
señaló su portavoz, Sean Spicer, aludiendo a la firma durante toda la
semana de decretos sobre la salud, la inmigración clandestina, la lucha
contra el yihadismo o el petróleo. Pero la decisión de Trump de cerrar
las fronteras de forma selectiva, pese a no ser tan amplia como su
promesa de campaña de prohibir la entrada a todos los musulmanes, ha
provocado la mayor conmoción desde su investidura.
El decreto, que entró en vigor el viernes, prohíbe el ingreso durante
120 días en Estados Unidos de todos los refugiados, sea cual sea su
origen, y durante 90 días a ciudadanos de siete países de mayoría
musulmana: Irak, Irán, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen. Como
resultado, 109 personas han sido detenidas desde el viernes a su llegada a Estados Unidos,
aunque tuvieran una visa válida.
Tras la intervención el sábado de una
jueza federal de Nueva York, la mayor parte de ellos fue autorizada a
entrar al territorio, pero la constitucionalidad del decreto aún no ha
sido cuestionada. No obstante, el decreto sigue en vigor en el resto del
mundo, y las aerolíneas rehúsan embarcar a los ciudadanos de los siete
países alcanzados por la medida, aunque posean una visa en regla.
En Estados Unidos, la oposición demócrata pidió que se retire el
decreto antiinmigración y denunció su carácter contrario a los valores
estadounidenses y su ineficacia en la lucha contra la amenaza yihadista.
No hará sino "estimular a quienes pretenden perjudicarnos", advirtió el
jefe de los demócratas del Senado, Chuck Schumer.
En el partido Republicano, mayoritario en el Congreso, pocos legisladores se han expresado espontáneamente para defender al presidente.
Un puñado de legisladores de ese partido ha condenado total o
parcialmente el decreto de Trump, entre ellos los senadores
conservadores John McCain y Lindsey Graham.
"Desgraciadamente, tememos
que este decreto nos debilite en la lucha contra el terrorismo",
indicaron ambos conservadores, que advierten además que los aliados de
Washington en la lucha contra el Dáesh son mayoritariamente musulmanes.
"Los tribunales juzgarán si (Trump) ha ido demasiado lejos", comentó por
su parte con prudencia este domingo Mitch McConnell, jefe de la mayoría
del Senado en la cadena ABC.
Será en efecto ante la justicia donde se decidirá la suerte del decreto.
El fallo de urgencia dictado por la jueza de Nueva York se añadió a
otros tres que bloquean las expulsiones, si bien ninguno hace referencia
a la constitucionalidad o no de la decisión presidencial.
"Esto acabará
probablemente ante el Tribunal Supremo", predice Anthony Romero,
director de la poderosa Unión estadounidense de Libertades Civiles
(ACLU), en la cadena CNN.
Por su parte la Casa Blanca defiende que se trata de un acto para "no
dejar que se infiltre gente que pretenda perjudicarnos", afirmó el
portavoz Spicer. El ejecutivo tendrá que defenderse también de una
acusación de discriminación religiosa. Tras el periodo de 120 días el decreto estipula que se dará prioridad a los refugiados perseguidos a causa de su religión,
una frase que apunta implícitamente a proteger a los cristianos de
Siria y de Irak.
El presidente no ha dejado ninguna duda respecto a esta
preferencia. "Los cristianos de Oriente Medio han sido ejecutados en
masa. ¡No podemos permitir que ese horror se perpetúe!", escribió este
domingo en Twitter.
"Para ser claro, no se trata de una prohibición que apunte a los
musulmanes, como los medios informan falsamente", expresó Trump. "Esto
no tiene nada que ver con la religión, se trata de terrorismo y de la
seguridad de nuestro país", añadió el presidente norteamericano.
"Estados Unidos ha sido siempre una tierra de libertad y patria de los
valientes. Preservaremos esa libertad y la seguridad, como los medios de
comunicación lo saben pero rehúsan decirlo", señaló
Trump afirmó además que la administración de Obama había suspendido
la entrega de visas para refugiados iraquíes durante seis meses en 2011 y
añadió: "Hay más de 40 países en el mundo que cuentan con mayorías
musulmanas y que no son afectados por este decreto".
Irán es hasta ahora uno de los países más afectados por la gran
cantidad de iraníes que tienen visas de trabajo o de estudios de Estados
Unidos. Teherán, en respuesta, ha instaurado medidas similares contra
los estadounidenses, y el cineasta iraní Asghar Farhadi, nominado a los
Óscars, anunció que no acudirá a la ceremonia que se celebra en febrero
en Los Ángeles y denunció las restricciones impuestas por Trump.
Entretanto, las oleadas de indignación atraviesan el mundo musulmán, y
la Liga Árabe denunció este domingo como "restricciones injustificadas"
las prohibiciones impuestas por la administración estadounidense.
En
Europa, el presidente francés François Hollande y la canciller alemana
Angela Merkel se sumaron a las críticas. Según un portavoz, Merkel explicó al presidente Trump las obligaciones que marca la Convención de Ginebra sobre la acogida de refugiados, en su conversación telefónica del sábado.
Canadá, por su parte, indicó que había recibido garantías de
Washington de que los ciudadanos canadienses que tengan también algunas
de las nacionalidades de los países incluidos en el decreto, no quedan
afectados por la prohibición, según la oficina del primer ministro
Justin Trudeau.
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