lunes, 10 de julio de 2017

El euro no sopla a favor / Primo González *

Una de las  bases en las que se había sustentado la mejora de la economía europea en los últimos meses del pasado año era la debilidad del euro y la fortaleza del dólar, ya que la irrupción del nuevo presidente americano en la vida  económica generó importantes expectativas.  

Pero el euro lleva un año de subida  imparable, en torno al 8% frente a la divisa estadounidense,  y esa no es una buena oportunidad para las exportaciones de la zona al resto del mundo. En especial a Estados Unidos, el mercado más atractivo para muchas empresas europeas.

Además, la Reserva Federal americana estaba subiendo tipos de interés y pensaba  seguir haciéndolo en los meses siguientes, con un calendario bastante poblado de subidas (hasta cuatro veces) a lo largo del  año 2017, lo que reforzaba la confianza en la moneda estadunidense.

Pero ni una cosa ni la otra se han podido materializar ya que los planes económicos de Donald Trump caminan mucho más despacio de lo anunciado e incluso están en franca  retirada en algunas variables (el  incierto  impulso fiscal, por ejemplo) y la Fed no se decide a gestionar una política monetaria más agresiva, como había anunciado. En la actualidad son más las dudas que las certidumbres sobre el nivel de tipos de interés a finales de año en Estados Unidos, quizás con opción de subida de un cuarto de punto adicional sobre los niveles actuales pero poco más.

El panorama  es, por lo tanto, bastante incierto en el mercado de divisas, en especial para las dos divisas más importantes de la economía global como son el dólar u el euro.  El impulso económico europeo  es coherente con un euro más equilibrado, aunque no depreciado, pero tampoco tan alcista como el que estamos viendo  en las últimas semanas. Hay un factor que se ha venido a sumar a las expectativas económicas euriopeas, la subida de tipos que pueda abordar el Banco Central Europeo para mediados del año próximo, ante lo que muchos agentes económicos han comenzado a tomar posiciones.

Tipos más altos en Europa implican mayor valoración del euro, lo que no le conviene en principio a la Eurozona  en la medida en que puede quitar alicientes y motivaciones a los exportadores, al hacerlos menos competitivos.  Razón por la que algunos altos cargos del BCE salieron a la palestra la semana pasada para  moderar en alguna medida el entusiasmo que se había desatado en los mercados ante la hipótesis altamente probable de una subida de tipos de interés más inmediata y una  interrupción del programa de compra de activos que vienen desarrollando el BCE desde hace más de dos años.

La fijación de la fecha en la que el BCE va a tomar estas medidas, como ya lo ha hecho hace un año la Reserva Federal americana, es ahora el punto clave de la  situación, ya que a nadie le caben dudas de que ambas cosas (freno a las compras de  activos y subidas de tipos oficiales)  se van a producir.



(*) Periodista y economista español

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