BRUSELAS.- La Unión Europea (UE) ha
necesitado más de tres años de negociaciones para consensuar una reforma
de la normativa de la agricultura biológica, un sector en auge en el
bloque pero que deja interrogantes sin respuesta: ¿Productos "bio", con o
sin pesticidas?
"Lamentamos que se haya acelerado el
procedimiento para ser finalizado y que se hayan aplazado importantes
cuestiones políticas", lamentó Christopher Stopes, presidente de
IFOAM-EU, organización que reagrupa a diferentes actores de la cadena de
productos "bio" en Europa.
Cuando la Comisión Europea publicó en
marzo de 2014 su propuesta para reformar la legislación europea en la
materia, el objetivo era impulsar este sector en pleno desarrollo. El
"bio" ganó 400.000 hectáreas de terreno anuales entre 2002 y 2015, lo
que supone más del 6% de las tierras cultivables en Europa.
Los campeones de este tipo de agricultura "bio" en la UE
son Austria (20% de sus cultivos), Suecia (17%), Estonia (16%),
República Checa (14%) e Italia (12%), aunque en superficie España lidera
a los países del bloque, seguida de Italia, Francia, Alemania y
Polonia.
Sin embargo, la demanda aumenta más rápido que la
producción en el bloque, por lo que uno de los principales objetivos de
la nueva legislación, que todavía deben aprobar formalmente la
Eurocámara y los 28, es controlar mejor las necesarias importaciones de
estos productos "bio" a la UE.
Las nuevas
exigencias de la UE en el sector "bio", que deberían entrar en vigor a
partir de 2020, se aplicarán también progresivamente a las importaciones
de terceros países con el objetivo de garantizar una competencia más
justa.
En otro aspecto conflictivo de la reforma, la agricultura
hidropónica, se decidió que no se considerará "bio" este cultivo de
plantas en una solución nutritiva disuelta en agua y sin tierra de por
medio, aunque se otorga una derogación de diez años para los países
escandinavos.
Asimismo, la nueva normativa permitirá un mejor
suministro de semillas biológicas, actualmente limitado por el catálogo
oficial autorizado en la UE, que descarta de hecho algunas variedades de
frutas y verduras no "convencionales" o en desuso que vuelven con éxito
a los mercados locales y circuitos cortos.
"Los agricultores
controlarán el sistema, es un gran avance", celebró el eurodiputado José
Bové, heraldo de la lucha contra la "comida basura" en Francia.
Sin embargo, no todos los
aspectos conflictivos encontraron una solución. Los diferentes puntos
de vista y legislaciones en los países europeos obligaron a los
negociadores a posponer la cuestión de los pesticidas hasta 2024, cuando
Bruselas publique un "informe de evaluación".
Aunque
el pliego de condiciones de la agricultura biológica en la UE insta al
productor a no utilizar insumos químicos, existe de hecho el riesgo de
"contaminación" en caso del uso de pesticidas en campos adyacentes al de
los cultivos "bio".
"A día de hoy, nadie quiere hacerse cargo de la
indemnización en caso de contaminación, ni las empresas agroquímicas ni
los Estados", agregó Bové.
La investigación de la
Comisión permitirá identificar dónde tiene lugar la contaminación: en el
campo durante la producción, en el momento de transformación de los
productos o en su transporte, explica el eurodiputado.
La nueva
legislación reforzará también los controles en las explotaciones y a los
minoristas, si bien para el también europarlamentario Marc Tarabella la
"credibilidad del 'bio'" está en juego si no se plantean sanciones.
"El
riesgo de perder la certificación ["bio"] es fundamental, ya que la
amenaza para los agricultores de perderla es el fundamento mismo del
sistema y aumenta las garantías de [contar con] explotaciones sanas",
apunta Tarabella.
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