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sábado, 18 de julio de 2020

El imperio romano se expandió en la etapa más cálida del Mediterráneo en 2.000 años


BARCELONA.- La expansión del imperio romano coincidió con el período más cálido del Mediterráneo de los últimos 2.000 años, según un estudio de la Facultad de Ciencias de la Tierra y del Grupo de Investigación Consolidado en Geociencias Marinas de la Universidad de Barcelona (UB).

La investigación, que publica la revista 'Scientific Reports', ha revelado que las condiciones climatológicas derivaron progresivamente hacia condiciones más áridas, y finalmente más frías, coincidiendo con el declive histórico del gran imperio.
El trabajo tiene como autores principales a los investigadores Isabel Cacho, Giulia Margaritelli y Albert Catalán, todos de la UB, aunque también han participado expertos del Instituto de Investigación en Protección Hidrogeológica del Consejo Nacional de Investigación (CNR-IRPI), el Instituto Nacional de Ciencias Marinas (CNR-Ismar), la Universidad de la Campania Luigi Vanvitelli y la Universidad de Perugia, en Italia.
Estudios previos habían asociado el ocaso del imperio romano con algunos factores naturales (cambio climático, erupciones volcánicas, etc.) y, ahora, con una visión regional a gran escala, el nuevo trabajo detalla con datos precisos cómo han evolucionado las temperaturas los últimos 2.000 años en la cuenca mediterránea.
"Por primera vez, podemos constatar que el período romano representó el período más cálido de los últimos 2.000 años, y estas condiciones perduraron durante 500 años", ha explicado Isabel Cacho, catedrática del Departamento de Dinámica de la Tierra y del Océano de la UB.
Según los autores, el período del imperio romano es particularmente difícil de estudiar porque coincidió con importantes cambios culturales en el entorno del Mediterráneo.
El trabajo identifica, por primera vez, una fase de calentamiento diferente durante la época romana en la región mediterránea y se centra en la reconstrucción de la temperatura superficial del mar durante los últimos 5.000 años.
Este nuevo registro se ha correlacionado con datos de otras zonas del Mediterráneo (mar de Alborán, cuenca de Menorca y mar Egeo) para dar a conocer una señal regional de toda la cuenca que identifica el período romano (1-500 dC) como la etapa más cálida de los últimos 2.000 años, unos 2°C más cálida que los valores medios de finales del siglo pasado.
Según los investigadores, esta fase diferenciada de calentamiento climático coincide cronológicamente con el desarrollo y la expansión del imperio romano, lo que sugiere una relación probable entre las condiciones climáticas favorables y el devenir histórico del gran imperio fundado por el emperador Octavio Augusto el 27 aC.
Según la hipótesis de los autores, una transición climática de condiciones más húmedas a más áridas podría haber marcado su decadencia posterior.
En el marco del estudio, los expertos han analizado los sedimentos y organismos marinos, que son un indicador de las temperaturas de las aguas marinas.
Estos organismos unicelulares, que forman parte del zooplancton marino, tienen un hábitat bastante específico que se limita a las capas más superficiales de la columna de agua.
"Por lo tanto, el análisis químico de su esqueleto carbonatado nos permite reconstruir la evolución de las temperaturas de las masas de agua más superficiales a lo largo del tiempo", ha detallado Cacho.
La investigadora ha señalado que con estos resultados, ahora se pueden hacer otros estudios sobre la resiliencia de las poblaciones romanas ante las variaciones climáticas a partir del análisis de las transformaciones socioculturales que se han producido a lo largo de los siglos.

jueves, 21 de mayo de 2020

La temperatura del agua en el Mediterráneo aumenta entre 0,3ºC y 2ºC cada 100 años


MADRID.- Un informe publicado por el Grupo Mediterráneo de Cambio Climático del Instituto Español de Oceanografía (IEO), que recopila la información obtenida durante cerca de 30 años de campañas oceanográficas en el Mediterráneo, constata el aumento de la temperatura y la salinidad de sus aguas y alerta sobre los graves efectos que tendrá esta tendencia en los ecosistemas. Una de sus principales conclusiones es que la temperatura del agua en el Mediterráneo aumenta entre 0,3ºC y 2ºC cada 100 años.

Las variaciones de la temperatura y salinidad se han evaluado desde 1945 hasta 2016 en el caso de las aguas intermedias y profundas. Las aguas intermedias son aquellas que se extienden desde los 150 hasta los 600 metros de profundidad, y las aguas profundas son las que van desde los 600 metros de profundidad hasta el fondo del mar.
Según el informe, las aguas intermedias y profundas han aumentado su temperatura a un ritmo de entre 0,2 y 0,3ºC por cada 100 años. "Hay que señalar que un incremento de 0,3ºC sobre un periodo de 100 años puede parecer una cifra muy pequeña, sin embargo, se debe tener en cuenta que el volumen de agua que estamos considerando es muy grande, mucho mayor que el que corresponde a la capa superficial del mar (que en consecuencia se calienta más fácilmente), y su calentamiento requiere de una cantidad enorme de calor", alerta el IEO en el documento.
La capa más superficial del mar, que en el caso del Mediterráneo suele tomarse como la que se extiende desde la superficie hasta los 150 metros de profundidad, presenta "oscilaciones muy fuertes" debido al intercambio de calor y agua con la atmósfera y requiere un muestreo más intenso. Por este motivo se han utilizado los datos de temperaturas superficiales del mar medidas desde satélite.
En este caso, las series temporales se extienden desde 1982 hasta 2017. Estas series de temperatura muestran tendencias muy claras sobre cuatro zonas en las que se analizaron este tipo de datos: Alborán, Murcia, levante y Baleares, y Cataluña. Las tendencias en todos los casos están en torno a un aumento de 2ºC por cada 100 años.
En cuanto al nivel del mar, también se constató un aumento, según las mediciones realizadas por mareógrafos del IEO en Algeciras, Málaga y Palma de Mallorca, y por el mareógrafo de la estación de l'Estartit (ICM-CSIC). En el caso de Málaga, la serie de datos de nivel del mar se extiende desde 1944 a 2013 y muestra un ascenso de 0,7 mm/año.
El informe destaca que el ritmo al que aumenta el nivel del mar se ha incrementado a partir de principios de los años 1990. En la estación de l'Estartit, la serie de nivel del mar se extiende desde 1990 a 2017 y muestra un fuerte ascenso a un ritmo de 3,1 mm/año.
Asimismo, la salinidad aumentó en toda columna de agua a un ritmo de entre 0,1 y 0,3 ups/100 años ('ups' significa unidad práctica de salinidad y equivale a gramos de sal por cada kilogramo de agua).
El informe recoge que a lo largo del año, y en la mayor parte de las aguas mediterráneas, se distinguen dos periodos claramente diferenciados.
Un primer periodo que los investigadores denominan de mezcla de la columna de agua (las primeras decenas o centenas de metros, según los casos), en el que las frecuentes tormentas del otoño e invierno homogenizan la parte superior de la columna de agua, inyectando nutrientes en la capa superior bien iluminada donde se produce la fotosíntesis (capa fótica).
A partir de primavera, y sobre todo en verano, el calentamiento de las capas más superficiales del mar produce un contraste de densidad entre las aguas más calientes (ligeras) de la superficie, y las aguas profundas, más frías y densas. Los investigadores hablan en este caso de periodo estratificado.
Las máximas concentraciones de nutrientes en la capa más superficial, así como las mayores concentraciones de clorofila se observan durante el periodo de columna de agua mezclada, cuando las tormentas otoñales e invernales inyectan nutrientes en la capa fótica, produciendo una fuerte proliferación fitoplanctónica.
Aunque en la mayoría de las zonas analizadas, esta proliferación se produce en invierno o primavera, en algunos casos se adelanta al otoño, cuando empieza a aumentar la intensidad del viento y la frecuencia de las tormentas.
Según explica Manuel Vargas, físico del Centro Oceanográfico de Málaga del IEO y primer autor del informe, "las variaciones de temperatura y salinidad del Mediterráneo podrían alterar la intensidad y posición de sus corrientes". 
"El aumento de las temperaturas puede producir el desplazamiento de distintas especies marinas, cambiar las épocas de puesta o la duración de estos periodos dependiendo de cada especie".
Además, explica que la estratificación de las aguas, es decir, el contraste entre las aguas cálidas superficiales y las aguas profundas más frías, podría acentuarse como consecuencia del calentamiento del mar. 
"Este aumento de la estratificación conlleva una mayor dificultad para la mezcla que el viento realiza entre las aguas superficiales y aquellas que se encuentran por debajo de las mismas, produciendo un descenso del aporte de nutrientes a las capas superficiales bien iluminadas donde se produce la fotosíntesis, base de la cadena trófica y mecanismo productor de oxígeno que además ayuda al secuestro de CO2", añade.
Igualmente, advierte de que este aumento de la temperatura de las capas superficiales podría inhibir los procesos de convección, mediante los cuales las aguas superficiales se mezclan con las profundas hasta profundidades a las que no alcanza la acción del viento. 
"El descenso en la intensidad de estos procesos convectivos, o incluso su ausencia, podrían reducir drásticamente la oxigenación de las aguas profundas con consecuencias muy negativas para la fauna marina", avisa.
Para el estudio, los datos obtenidos dentro del marco de los diferentes programas de monitorización del IEO han sido complementados con datos procedentes de otras instituciones tales como la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) o de la estación oceanográfica y meteorológica de l'Estartit, operada por el Institut de Ciències del Mar (ICM/CSIC).
También se han obtenido datos de temperatura superficial del mar medida mediante radiómetros operados desde satélites de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Agency, USA), así como bases de datos internacionales como MEDAR/MEDATLAS (Mediterranean Data Archeology and Recue).

lunes, 16 de abril de 2018

Larga vida a las tortugas bobas en el Mediterráneo

MADRID.- La cría en cautividad de tortugas recién nacidas y la protección y reubicación de nidos contribuiría a la conservación de las tortugas bobas, Caretta caretta, en nuestras aguas. Esta es una de las conclusiones del primer estudio de seguimiento realizado sobre el comportamiento de tortugas post-neonatas en el Mediterráneo y que se ha publicado recientemente en la revista 'Marine Biology'.

La investigación analiza los movimientos de 19 tortugas bobas procedentes de tres nidos diferentes, liberadas entre los años 2015 y 2017, y a las que se siguió vía satélite, en algunos casos durante más de cuatro meses.
El estudio publicado es fruto de la colaboración entre la Universitat de València, la Universitat Politècnica de València, la Estación Biológica de Doñana (CSIC), la Fundación CRAM y la Fundación Oceanogràfic, con el apoyo de la Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural de la Generalitat Valenciana y otras entidades conservacionistas y administraciones públicas.
Según la investigadora de la UPV, Sara Abalo, la supervivencia media de las tortugas post-neonatas durante los tres meses posteriores a la suelta fue de al menos un 59%; una cifra elevada si se compara con la tasa de mortalidad de los neonatos, que en sus primeros momentos de vida libre puede ser cercana al 90%. Como explica la investigadora, las tortugas objeto del estudio fueron capaces de sobrevivir y de desplazarse de forma adecuada.
Eduardo Belda, investigador de la Universitat Politècnica de València y director del Máster para la Gestión Marina y Costera de la UPV, afirma que las tortugas bobas se enfrentan a diversas amenazas de origen humano, como la pesca, la presencia de desechos plásticos en el mar y el cambio climático y por ello es necesario conocer su comportamiento, de forma que puedan establecerse medidas adecuadas para su protección.
Según el científico, tras su nacimiento, las tortugas bobas neonatas se dirigen hacia el mar, se alejan de la costa y no vuelven a ser observadas hasta que regresan a aguas costeras como grandes juveniles. 'Los años que pasan en este período se conocen como los años perdidos, necesitamos conocerlos', afirma Eduardo Belda.
Desde 2001 se registran nidos de tortuga boba en el Mediterráneo occidental, situación que no se había registrado anteriormente. Las tortugas nacidas de estos nidos del Mediterráneo occidental están amenazadas por la naturaleza turística de la mayoría de las playas, por lo que se aboga por la reubicación, por personal cualificado, de las puestas de huevos lugares de incubación seguros.
Según Jesús Tomás, investigador de la Universitat de València (UV), "dado que coinciden en la época estival la temporada de puesta de las tortugas y el incremento de la actividad humana en las playas, con las múltiples amenazas que supone ésta para los nidos adoptamos, desde el primer evento de nidificación registrado en 2006 en nuestras costas, la translocación de los huevos a playas protegidas para su incubación; actividad que se viene realizando hasta la fecha".
La cría en cautividad de neonatos, hasta alcanzar un tamaño y peso que facilite su supervivencia en libertad, es otra de las medidas posibles, aunque su eficiencia se ha puesto en entredicho por temor a que no desarrollen competencias para ser auto-suficientes.
Según Sara Abalo, en este estudio se ha mostrado que las tortugas post-neonatas criadas en cautividad fueron capaces de alimentarse y desplazarse adecuadamente. La mayoría de las tortugas viajaron a zonas de aguas abiertas en el Mediterráneo, con preferencia por el Mar de Alborán, el mar Balear y la corriente de Argelia, en dirección al estrecho de Sicilia. Ninguna de las tortugas marcadas cruzó el estrecho de Gibraltar, en consonancia con las hipótesis que sostienen que el pequeño tamaño de las tortugas post-neonatas no les permitiría atravesar las fuertes corrientes de entrada al Mediterráneo en esta zona.
Solo uno de los grupos de tortugas del estudio, que sufrió una infección parasitaria durante su periodo de cría, frecuentó en mayor medida zonas costeras, comportamiento que se atribuye a su peor condición física. Dos de las tortugas de todo el estudio se recuperaron tiempo después de ser liberadas, ambas con plásticos en sus estómagos.
Eduardo Belda, investigador de la UPV, incide en que los resultados de este estudio son "esperanzadores", pues se abre la oportunidad de conocer lo que sucede en los años perdidos de la tortuga boba. Sin embargo, para obtener resultados más concluyentes se deben continuar estos los estudios mejorando la tecnología de seguimiento, reduciendo el tamaño y aumentando la vida útil de los teledetectores.

El agua del Mediterráneo se calienta 1,1º en 35 años y traerá más "gotas frías"

MADRID.- La temperatura del agua ha subido 1,1 grados en los últimos 35 años y amenaza con incidir negativamente en la génesis e intensificación de las lluvias torrenciales en la cuenca mediterránea española, según un estudio del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), que analiza datos obtenidos por satélite entre 1982 y 2017.

Se trata de la serie de temperaturas más larga disponible y su análisis es una herramienta clave para comprender cómo está afectando el cambio climático a la cuenca mediterránea. Además, algunos de los patrones observados pueden ayudar a «predecir con mayor precisión» la aparición de lluvias torrenciales y su intensidad esperada, explica Francisco Pastor, investigador del CEAM y coautor, junto a José Antonio Valiente y José Luis Palau, de un reciente trabajo de investigación que actualiza los datos sobre el calentamiento del agua en el Mediterráneo en los últimos 35 años.
El incremento de la temperatura en este periodo ha sido de 1,1 grados centígrados, aunque no ha sido uniforme en todas las zonas del Mediterráneo y se ha acelerado más en la última década que en las anteriores.
«La temperatura del agua en el mar tiene un efecto claro sobre la mayor o menor intensidad de las lluvias torrenciales, aunque no es el único elemento determinante», matiza Pastor, al concurrir factores como la dirección de los vientos, la orografía y la temperatura del aire en la popularmente conocida como «gota fría» y que se aplica, por extensión, al fenómeno de precipitaciones intensas.
Además de la «tendencia» en la temperatura, el análisis de los datos del satélite obtenidos en más de cuatro mil puntos de medida distribuidos por toda la cuenca mediterránea ofrece datos de distribución temporal y espacial de ese calentamiento. Así, mientras en invierno la temperatura en el Mediterráneo sigue una lógica norte-sur (más fría en el Golfo de León que en el mar de Alborán), en verano presenta áreas bien diferenciadas que nada tienen que ver con la latitud y que reflejan un mayor calentamiento en zonas como la costa libia o la mitad sur del mar Tirreno. «Es importante conocer qué recorrido hacen los vientos y si pasan por alguna de estas zonas más calientes antes de impactar aquí, porque el factor de torrencialidad se intensifica en esos casos», apunta Pastor.
Los investigadores del CEAM trabajan también en el impacto que tiene en el calentamiento la acumulación de vapor de agua y contaminantes en el Mediterráneo como consecuencia de los cambios en el régimen de tormentas descrito por Millán Millán, así como en la influencia que este fenómeno tiene en episodios de olas de calor o precipitaciones torrenciales cada vez más frecuentes en centroeuropa o las Islas Británicas.
En relación a estos fenómenos, el proyecto Versus, iniciado en enero de 2016 por el CEAM, pretende integrar todo el conocimiento existente y aplicar diversas técnicas y enfoques para «mejorar los sistemas de vigilancia y alerta temprana sobre riesgos ambientales como temperaturas extremas, lluvias torrenciales y eventos de alta contaminación», así como acreditar en qué medida pueden los cambios en la cobertura del suelo a escala local o regional provocar cambios en los patrones de lluvia a diferentes escalas meteorológicas en el Mediterráneo occidental.

jueves, 18 de mayo de 2017

Los científicos ven el Mediterráneo como un laboratorio de cambio climático en mares


GÉNOVA.- El Mediterráneo es el laboratorio que servirá para anticipar la gestión de la pesca en los demás mares del planeta frente a problemas globales como la destrucción del hábitat y el cambio climático, apuntaron hoy científicos italianos.

Con una reflexión sobre la estrategia marina europea abrió hoy sus puertas la feria Slow Fish, organizada en la ciudad italiana de Génova por el movimiento Slow Food, que aboga por una alimentación saludable y sostenible.


El Mediterráneo, rico en biodiversidad, se ha convertido en un "laboratorio con el que anticipar las medidas que luego se verán en todo el planeta", dijo Roberto Danovaro, presidente de una estación zoológica de Nápoles (sur de Italia).
En esa cuenca la sobreexplotación de los recursos pesqueros está dañando los ecosistemas junto al cambio climático, ese "enemigo invisible" de los océanos, a su vez sumideros naturales de dióxido de carbono, añadió Danovaro.
Así, por ejemplo, la sequía está disminuyendo el caudal de agua que los ríos vierten al mar, aumentando así el grado de salinidad, a la que son sensibles ciertas especies.
Según Danovaro, el 90 % de los peces viven en las profundidades del mar y, con cada vez menos recursos en la costa, la pesca se está expandiendo hacia esas zonas en las que todavía hace falta "entender mejor lo que sucede".
El experto instó a impulsar proyectos de restauración de los mares europeos "como lo que se hace con las obras de arte" y a crear una industria que se encargue de recuperar los océanos degradados.
Comentó que ya existen iniciativas para promover el consumo de productos marinos más sostenibles como las algas o los invertebrados, en vez de comer pescados que están en lo alto de la cadena trófica y son claves para el funcionamiento de los ecosistemas.
El presidente del comité científico de Slow Fish, Silvio Greco, destacó que en la actualidad se ha reducido el número de especies disponibles en el mercado frente a la variedad que había antes, aumentando así la presión sobre los recursos pesqueros.
Consideró necesaria la veda de pesca de determinadas especies como el atún rojo, que tarda años en recuperarse y cuya captura está limitada temporalmente en la Unión Europea (UE).
La actual directiva europea sobre la estrategia marina establece que los países deben adoptar las medidas necesarias para lograr o mantener un buen estado ambiental del medio marino para 2020.
Para ello se tienen en cuenta distintos indicadores como los que miden el grado de diversidad, de basura en el mar o de contaminantes en los alimentos pesqueros.
De todos ellos, apenas se tiene información de los desechos marinos, al tiempo que se necesitan más controles y programas de conservación, indicó el director general de la agencia para la protección del medioambiente en la región de Liguria, Carlo Pepe.
En la charla también participó el ministro de Políticas Agrícolas, Alimentarias y Forestales de Italia, Maurizio Martina, que llamó a proteger el mar Mediterráneo pese a toda la complejidad que entraña, así como la pesca en pequeña escala en un mundo globalizado.
"Podemos tener reglas muy rígidas pero tenemos que coordinarnos con otras regiones fuera de la UE como se está viendo en el sur del Mediterráneo", afirmó en declaraciones a la prensa.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Cinco refugiados mueren ahogados en las costas italianas y 650 son rescatados

GINEBRA/BRUSELAS.- Al menos cinco refugiados murieron ahogados en el Mediterráneo frente a la costa de Italia y sus cadáveres fueron recuperados por un barco de la Marina irlandesa, informó este miércoles la guardia costera italiana. Un total de 650 personas pudieron ser salvadas en seis operaciones de rescate diferentes. Los refugiados y migrantes se dirigían a Italia en cinco barcos neumáticos y otra embarcación a través del Mediterráneo. 

Según datos de Naciones Unidas, en lo que va de año ya han llegado a Italia por vía marítima unos 125.000 refugiados y migrantes.
Por otra parte, al menos 440 emigrantes de distintas nacionalidades que se habían echado a la mar con la intención de alcanzar las costas europeas han sido detenidos por las fuerzas navales de Egipto, según informó un portavoz militar. En un comunicado difundido en la página web del Ejército egipcio, el portavoz de las Fuerzas Armadas, Mohamed Samir, explicó que 198 emigrantes fueron detenidos a bordo de un pesquero, al norte de la localidad costera de Al Borolos.
En la operación fue también arrestada la tripulación del navío, integrada por siete hombres. Asimismo, un total de 242 personas y cinco tripulantes fueron detenidos a bordo de otra embarcación en la costa de la ciudad de Ras al Hikma.
Por último, Samir, que no precisó la nacionalidad de los inmigrantes, señaló que los dos barcos fueron trasladados al puerto de Abu Qir, donde serán puestos a disposición de los órganos competentes para adoptar las medidas legales oportunas.
En junio pasado, la Guardia Fronteriza desbarató el viaje irregular de 808 personas desde la costa mediterránea a Europa, de nacionalidades egipcia, sudanesa, eritrea, somalí y etíope, además de un sirio.
La costa mediterránea egipcia es aprovechada para la emigración irregular de ciudadanos egipcios, sirios y de otros países africanos que desean alcanzar principalmente el litoral italiano. Miles de personas han muerto en los últimos años en el mar Mediterráneo en naufragios de barcos que han zarpado desde la costa egipcia cargados de hombres, mujeres y menores.
Según un informe del pasado de abril pasado de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Egipto es el país que más menores no acompañados ha enviado a Italia. La llegada de emigrantes egipcios a Italia y Grecia se ha incrementado considerablemente en los últimos años debido a la inestabilidad y la crisis económica en el país.
En los primeros cinco meses de 2016, un total de 1.815 emigrantes irregulares egipcios alcanzaron las costas italianas, de los que 1.147 eran menores, de acuerdo a la cifras de la OIM.
La Unión Europea dio este miércoles su aprobación final a la iniciativa de crear una Guardia Europea de Fronteras y Costas, que a partir del próximo octubre facilitará la gestión de los flujos migratorios en las fronteras exteriores de la Unión.
La creación de este cuerpo fronterizo fue propuesta por la Comisión Europea en plena crisis migratoria, tras constatar deficiencias graves en el control de los límites exteriores de Grecia.
El ministro de Interior de Eslovaquia, Robert Kalinak, cuyo país preside la UE este semestre, declaró en un comunicado: “Solo gestionando de manera efectiva nuestras fronteras exteriores podremos volver a la normalidad en el marco de Schengen”, es decir, a la Europa de la libre circulación de los ciudadanos. “La Guardia Europea de Fronteras y Costas nos ayudará a afrontar mejor, y juntos, los retos actuales”, aseguró Kalinak y añadió: “El modo en que gestionamos nuestra frontera exterior influye directamente en todo el espacio Schengen, incluidas las fronteras interiores”.
El nuevo cuerpo europeo apoyará a la Comisión Europea en la coordinación de los flujos migratorios, al tiempo que proporcionará asistencia técnica y operativa en las operaciones de búsqueda y rescate en el mar Mediterráneo.
La guardia europea no tendrá sus propios agentes, pero podrá recurrir a una reserva de 1.500 guardias procedentes de los Estados miembros, de los que España deberá aportar alrededor de un centenar.
En la propuesta original del Ejecutivo comunitario el despliegue de la guardia europea podía hacerse sin que lo pidiera el Estado miembro afectado, pero en el acuerdo alcanzado entre las instituciones esta posibilidad queda matizada y necesitará el visto bueno del Consejo de la UE.
La Guardia Europea de Fronteras y Costas iniciará sus actividades una vez que su Reglamento entre en vigor el 6 de octubre de 2016, veinte días después de su publicación en el “Diario Oficial” de la UE.

martes, 6 de septiembre de 2016

Una bióloga alerta de que la contaminación del Mar Menor está llegando al Mediterráneo

CARTAGENA.- La contaminación del Mar Menor está llegando ya a la zona del Mediterráneo que baña la Región de Murcia. Así lo asegura la bióloga Cristina Marín, que ha acudido este martes a la Asamblea Regional de Murcia para registrar las 150.000 firmas que ha conseguido reunir en la plataforma Change.org para buscar una solución al problema del Mar Menor. 

"Está todo conectado", asegura, antes de añadir que el daño ya no es solo en el Mar Menor, sino en la zona del Mediterráneo que corresponde a la Región de Murcia, España. "Va a ser un problema si no se pone solución ya", dice.
Marín ha relatado tras una reunión mantenida con la presidenta de la Asamblea, Rosa Peñalver, que ayer cuando salió a bucear en la zona del Mediterráneo que se encuentra a un kilómetro del Puente del Estacio y a unos 100 metros de la costa se percató de que el agua del fondo proveniente del Mar Menor "se veía verde. Y si sales en embarcación te das cuenta de que el agua que va del Mar Menor al Mediterráneo se ve una zona verde y sucia".
La joven también ha denunciado que al Mar Menor se están vertiendo aguas fecales. Añade que conoce que "hay varios emisarios en la costa que da a San Javier y Santiago de la Ribera", algo que ha comprobado cuando fue a la playa a tomar unas muestras "y el olor me demostró que hay vertidos de aguas fecales".
Su intención era principalmente la de dar a conocer los problemas del Mar Menor, ya que opina que en la Región "la gente no se lo acaba de creer", a pesar de que se ha demostrado que el agua está marrón "y hay una turbidez impresionante".
Su idea no es nueva, pues ya el año pasado logró reunir en la misma plataforma 11.000 firmas para la recuperación del Mar Menor que entregó en la Asamblea Regional. Ahora quiere ir un paso más allá y proponer medidas para regenerar la zona. Sobre la agricultura comenta que hay una serie de leyes que deberían cumplirse; asimismo pide que se cree una zona sostenible responsable con el medioambiente.
"Es una vergüenza lo que pasa en 2016 con los medios y tecnologías que disponemos, ya no son solo deshechos de la agricultura, también hay aguas fecales que en los años 50-60 tenían que haberse solucionado, pero seguimos en 2016 con los mismos problemas que hace 60 años", afirma.

viernes, 2 de septiembre de 2016

Alertan de «preocupantes síntomas» de falta de oxígeno en el Mar Menor español

CARTAGENA.- Ecologistas en Acción ha alertado hoy de la presencia de "preocupantes y evidentes síntomas" de anoxia (falta de oxígeno) en las aguas del mar Menor, laguna litoral española, por lo que ha exigido la convocatoria de un "amplio y plural" comité de expertos para evaluar la situación y las posibles medidas urgentes que sean necesarias.

En un comunicado, Ecologistas ha señalado que se han observado varios fenómenos que demuestran que las aguas de la laguna están sufriendo una "esperable" nueva fase en el proceso de eutrofización, como es que, tras el "boom inicial" de crecimiento de algas microscópicas, estas van muriendo y cayendo al fondo, donde se van acumulando y sufren un proceso de descomposición que consume el oxígeno presente en el agua.
Si se generaliza este fenómeno, ha añadido la organización, puede provocar la muerte de muchos animales y seres vivos que no pueden escapar a aguas con más oxígeno, agudizando el problema ya que sus cuerpos también se descompondrán en el fondo y contribuirán a consumir el oxígeno del agua.
Una prueba de que esto está empezando a suceder en el Mar Menor, ha apuntado Ecologistas en Acción, es la inusual concentración de medusas 'Cotylorhiza tuberculata' (conocidas como huevo frito) en la superficie de la laguna salada, ya que las aguas más superficiales contienen más oxígeno.
Otro fenómeno que muestra la falta de oxígeno en aguas del fondo es la presencia esta semana de cientos de caracoles Murex trunculus (o Hexaplex trunculus) que se desplazaron a la orilla en busca de oxígeno.
Según expertos consultados por la organización, es que la flora subacuática está empezando a morir por la carencia de luz y oxígeno, lo que ha tildado de "preocupante" porque, en caso de ser masiva, la situación puede volverse "prácticamente irrecuperable, al acentuarse gravemente el proceso de anoxia, y la restauración sería muy complicada.