Una
vez decidido por el Reino Unido (RU) de manera firme y definitiva
abandonar la Unión Europea (UE), es indiscutible que perderá su
calificación de miembro de la misma, liberando sus obligaciones y
perdiendo derechos y beneficios derivados del compromiso suscrito en su
día.
La salida voluntaria, aunque todavía discutible en el colectivo de sus votantes, obliga a Bruselas a aplicar el artículo 50 del Tratado vinculante para todos los miembros, pero el procedimiento presenta lagunas legislativas y no existen antecedentes ni jurisprudencia en la que apoyar el acuerdo definitivo para ambas partes.
El RU ya ha comenzado a anticipar exigencias, encabezadas por el acceso libre de aranceles al bloque comunitario, según ha manifestado en Belfast el ministro encargado de la salida de la UE, David Davis, que lo considera de interés para ambas partes. Exigirá un control en sus fronteras sobre el número de personas que accedan a su territorio, si bien habrá una frontera abierta entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda.
A tenor de la primera de las posibles exigencias, solo cabe esperar que los dos años establecidos para el desarrollo de la separación prometen ser polémicos e intensos, y nada beneficiosos para las economías de ambas partes, que habrán de soportar desequilibrios, inestabilidad financiera, reformas presupuestarias profundas ocasionadas por la pérdida de su contribución al mismo, revisiones estructurales, traslados empresariales, y sobre todo, el prejuicio que originarán las futuras políticas económicas expansivas opuestas y sin coordinación.
El RU exige empezar a erigir un muro antiinmigrantes en el puerto francés de Calais y en el túnel de La Mancha, financiado por el Estado británico
Ha surgido un concepto económico opuesto a las grandes y beneficiosas uniones económicas internacionales, "la desunión". El esfuerzo desplegado durante décadas hacia las grandes agrupaciones económicas, cuyo objetivo era la coordinación para el crecimiento, ha tropezado con las filosofías decadentes y vanidosas de las autodeterminaciones, el individualismo y las erróneas pretensiones populistas de los grandes gestores políticos, que solo conducen a la inestabilidad y la recesión; como así lo ha manifestado recientemente el Instituto Nacional de Investigación Social y Económica londinense, que augura un rudo golpe a la actividad empresarial británica, también pronosticado por el economista jefe de Markit, Christmas Williamson, estimando una contracción del 0,4% del PIB en el tercer trimestre de este año como consecuencia del Brexit.
Otro ejemplo que confirma la fiebre separatista son las manifestaciones de la líder del Frente Nacional francés, comprometiéndose a convocar un referéndum sobre la permanencia en la UE si gana las elecciones presidenciales previstas para 2017, con el fin de volver a la libertad e independencia absoluta, manifestaciones que recoge la prensa francesa y la suya propia en su cuenta de Twitter.
Los promotores de "la desunión" nunca estudian las consecuencias negativas, tanto económicas como sociales, que se derivan de lo que ellos consideran un éxito para su país, y pretensiones personalistas. Carecen de la valentía de rectificación y de talento para evitar o amortiguar las graves consecuencias de lo que promovieron.
Analicemos, a modo de ejemplo, razones y hechos reales provocados inmediatamente después del reciente resultado de la votación celebrada el 23 de junio en el Reino Unido:
La canciller alemana Angela Merkel y la primer ministra británica Theresa May han mantenido un encuentro muy mediático el 20 de julio para definir la relación futura con el bloque comunitario, que deberá ir precedido de la propuesta británica bien definida previa a las negociaciones, olvidando el artículo 50 del Tratado de Lisboa que obliga a activar el proceso antes de fin de año. La canciller precisó que el RU seguirá cumpliendo con sus obligaciones, aunque no se sentará en los Consejos de la UE. Sin embargo, los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales del G20 abogaron, en su reunión celebrada en Chengdu, (China), por un divorcio rápido y amistoso dadas las dudas que genera el Brixit en la economía mundial.
La salida voluntaria, aunque todavía discutible en el colectivo de sus votantes, obliga a Bruselas a aplicar el artículo 50 del Tratado vinculante para todos los miembros, pero el procedimiento presenta lagunas legislativas y no existen antecedentes ni jurisprudencia en la que apoyar el acuerdo definitivo para ambas partes.
El RU ya ha comenzado a anticipar exigencias, encabezadas por el acceso libre de aranceles al bloque comunitario, según ha manifestado en Belfast el ministro encargado de la salida de la UE, David Davis, que lo considera de interés para ambas partes. Exigirá un control en sus fronteras sobre el número de personas que accedan a su territorio, si bien habrá una frontera abierta entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda.
A tenor de la primera de las posibles exigencias, solo cabe esperar que los dos años establecidos para el desarrollo de la separación prometen ser polémicos e intensos, y nada beneficiosos para las economías de ambas partes, que habrán de soportar desequilibrios, inestabilidad financiera, reformas presupuestarias profundas ocasionadas por la pérdida de su contribución al mismo, revisiones estructurales, traslados empresariales, y sobre todo, el prejuicio que originarán las futuras políticas económicas expansivas opuestas y sin coordinación.
El RU exige empezar a erigir un muro antiinmigrantes en el puerto francés de Calais y en el túnel de La Mancha, financiado por el Estado británico
Ha surgido un concepto económico opuesto a las grandes y beneficiosas uniones económicas internacionales, "la desunión". El esfuerzo desplegado durante décadas hacia las grandes agrupaciones económicas, cuyo objetivo era la coordinación para el crecimiento, ha tropezado con las filosofías decadentes y vanidosas de las autodeterminaciones, el individualismo y las erróneas pretensiones populistas de los grandes gestores políticos, que solo conducen a la inestabilidad y la recesión; como así lo ha manifestado recientemente el Instituto Nacional de Investigación Social y Económica londinense, que augura un rudo golpe a la actividad empresarial británica, también pronosticado por el economista jefe de Markit, Christmas Williamson, estimando una contracción del 0,4% del PIB en el tercer trimestre de este año como consecuencia del Brexit.
Otro ejemplo que confirma la fiebre separatista son las manifestaciones de la líder del Frente Nacional francés, comprometiéndose a convocar un referéndum sobre la permanencia en la UE si gana las elecciones presidenciales previstas para 2017, con el fin de volver a la libertad e independencia absoluta, manifestaciones que recoge la prensa francesa y la suya propia en su cuenta de Twitter.
Los promotores de "la desunión" nunca estudian las consecuencias negativas, tanto económicas como sociales, que se derivan de lo que ellos consideran un éxito para su país, y pretensiones personalistas. Carecen de la valentía de rectificación y de talento para evitar o amortiguar las graves consecuencias de lo que promovieron.
Analicemos, a modo de ejemplo, razones y hechos reales provocados inmediatamente después del reciente resultado de la votación celebrada el 23 de junio en el Reino Unido:
La canciller alemana Angela Merkel y la primer ministra británica Theresa May han mantenido un encuentro muy mediático el 20 de julio para definir la relación futura con el bloque comunitario, que deberá ir precedido de la propuesta británica bien definida previa a las negociaciones, olvidando el artículo 50 del Tratado de Lisboa que obliga a activar el proceso antes de fin de año. La canciller precisó que el RU seguirá cumpliendo con sus obligaciones, aunque no se sentará en los Consejos de la UE. Sin embargo, los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales del G20 abogaron, en su reunión celebrada en Chengdu, (China), por un divorcio rápido y amistoso dadas las dudas que genera el Brixit en la economía mundial.
El Institute of Chartered Accountants in England and Wales (ICAEW), hizo público que la confianza empresarial británica bajó a -27,7 en los veinticinco primeros días posteriores al referéndum, según encuesta sobre 1.000 afiliados, especialmente en los sectores de construcción y transporte. La consultora EY también redujo sus estimaciones de crecimiento para el 2017 a un 0,4% desde un 2,3% actual.
El 4 de agosto el Banco de Inglaterra bajó los tipos de interés de referencia a mínimos históricos con el fin de trasladarlos a los consumidores, declarando también que las perspectivas de crecimiento a corto y medio plazo se han debilitado aunque revisó al alza la esperanza de inflación. La anterior medida irá acompañada de la compra de deuda pública por un importe de 60.000 millones de libras y expandir sus compras de otros activos, así como establecer un nuevo mecanismo de financiación para entidades; medidas imprescindibles ante la posible contracción económica, pérdida de competitividad, y empleo. A pesar de lo cual la política monetaria "solo será un bálsamo a corto plazo", que obligará al Gobierno británico a preparar un nuevo plan de estímulo fiscal para apoyar la economía, según manifestó el 14 de agosto en el diario Sunday Times el principal economista del Banco de Inglaterra, Andy Haldane.
Aunque la primera ministra británica ha asegurado la salida de la UE en una rueda de prensa al inicio de la cumbre del G20, se acumulan las incógnitas sobre cómo y cuándo se materializará la ruptura. Se ha visto obligada a asegurar que no habrá elecciones antes del 2020, ante la sorpresa de la oposición laborista, ya que el desarrollo de la "salida" necesita tiempo y no será fácil, y de que su país debe prepararse para afrontar "momentos difíciles", según declaración de la ministra a la cadena BBC.
En Londres miles de personas se han manifestado en la llamada "Marcha por Europa", pidiendo al Gobierno estrechar vínculos económicos, sociales y culturales.
Ryanair situará la base de su nueva flota fuera del RU debido al Brexit, al considerar la aerolínea irlandesa de mayor confianza a la Europa continental, informó su consejero delegado, Michael O'Leary.
Sin embargo, Theresa May, sí se ha tomado prisa para comenzar gestiones internacionales encaminadas al estrechamiento de relaciones comerciales. Ejemplo de ello son:
Entrevista con Vladímir Putin para la adopción de medidas de mejora para las relaciones comerciales, superando el deterioro sufrido durante el periodo de David Cameron.
Se optimizan las relaciones China-Reino Unido, que la ministra califica de "Era Dorada".
Entrevista con Obama que concluyó con la siguiente frase de éste: "No tenemos un socio más fuerte en el mundo que el Reino Unido".
Un ligero análisis sobre otras economías diagnosticarán la global: las reservas de divisas chinas inician una caída desde agosto; la producción industrial alemana cede un 1,5% en julio; el crecimiento económico de la UE baja en junio y con ritmos diferentes; Francia e Italia, segunda y tercera economía de la UE se estabilizan; Maersk, primera transportista mundial de mercancías, sufre caída del 85,6% en beneficios, y Hanjin, séptima, suspende pagos.
Solo destacan en crecimiento continuado Australia y los 10 países (ASEAN) del sureste asiático.
¿Es momento de desuniones, o más bien del mayor esfuerzo colectivo hacia una economía de beneficios generalizados?
(*) Economista y empresario español
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