PRETORIA.- El sector avícola
sudafricano ha lanzado una ofensiva contra las importaciones masivas de
pollo procedente de la Unión Europea (UE), una competencia considerada
desleal y que podría destruir miles de puestos de trabajo.
Los
trabajadores y los dirigentes del sector convocaron una manifestación
este miércoles ante la representación en Pretoria de la UE, acusada de
ser responsable de la supresión de entre 4.000 y 5.000 puestos de
trabajo que ponen en peligro a todo el sector.
RCL Foods,
el líder sudafricano del sector avícola, anunció la semana pasada 1.355
despidos, un 20% de su plantilla, así como la venta de 15 de sus 25
granjas.
Según el director de la compañía, Scott Pitman,
estas decisiones son consecuencia directa de la competencia del pollo
europeo, cuyas importaciones se han multiplicado según él por diez en
los últimos siete años.
"Es un problema que no para de
agravarse desde que la Unión Europea aumentó sus entregas de partes de
pollo en Sudáfrica, con tarifas que nosotros consideramos demasiado
bajas", asegura.
"En los últimos cinco años hemos sufrido
las consecuencias financieras de ello y nuestras pérdidas son tales que
ahora estamos bajo amenaza de quiebra si no reducimos el tamaño de
nuestras explotaciones", añade Pitman.
Su empresa no es
la única que tiene dificultades en el país. Otro productor, Country
Chickens, podría suprimir en breve 1.500 puestos de trabajo, asegura
Katishi Masemola, el secretario general de Fawu, un sindicato de la
industria alimentaria.
Según los datos de la industria
sudafricana, la UE representa el 44% de la carne avícola consumida en el
país, casi al mismo nivel que la de Brasil (43%).
La
mayoría de las importaciones procedentes de Europa son de las partes
menos apreciadas del pollo, como el muslo, con precios entre un 30% y un
50% inferiores al de los productores locales, según datos de la
industria.
Kevin
Lovell, presidente de la asociación del sector avícola sudafricano,
SAPA, afirma que su país se ha convertido en "un basurero para los
deshechos" de los pollos europeos.
Los responsables de
Bruselas rechazan categóricamente estas acusaciones y dicen ser la
"cabeza de turco" de los problemas de la industria sudafricana.
"Pensar
que la política comercial europea es la responsable o incluso la
principal causante de las dificultades actuales de la industria
sudafricana del pollo, es una distorsión", afirma el embajador de la UE
en Pretoria, Marco Cornaro.
Según las cifras europeas, los trozos de pollo procedentes de la UE sólo representan el 14% del consumo total en Sudáfrica.
Los
europeos afirman que los problemas del sector son en realidad
consecuencia de la falta de competitividad, de los enormes gastos en
electricidad y de la sequía reciente en la región.
Para
intentar proteger la producción local, el Gobierno sudafricano aumentó
desde 2015 sus impuestos sobre el pollo extranjero. Y el pasado
diciembre creó un nuevo impuesto, a pesar de la entrada en vigor de un
Acuerdo de Asociación (EPA) con los 28 países de la UE.
Los
productores sudafricanos continúan considerando insuficientes estas
medidas y aseguran que si no se toman medidas podrían estar en peligro
60.000 puestos de trabajo directos y otros 130.000 indirectos.
"El
futuro es sombrío. Si no se hace nada, la industria sudafricana del
pollo habrá desaparecido dentro de doce meses", alerta Scott Pitman.
Una
advertencia que parece estar llegando a las altas esferas sudafricanas,
un país donde la tasa oficial de desempleo supera el 27% de la
población activa.
El pasado lunes Gwede Mantashe,
secretario general del Congreso Nacional Africano (ANC), el partido en
el poder, pidió al Gobierno que intervenga. "Tiene que comprar las
explotaciones que cierran y continuar la producción", exigió.
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