LONDRES.- La
OPEP vuelve a enfrentarse al desafío de mantenerse como el regulador
del mercado del oro negro, ante la abundancia del petróleo de esquisto
estadounidense, que obstaculiza los esfuerzos del cártel para hacer que
los precios suban.
A
pesar del acuerdo inédito firmado a finales de 2016 entre los miembros
de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y otros
países externos, como Rusia, para reducir la producción de
hidrocarburos, los mercados siguen inundados por la oferta,
especialmente por el crudo de esquisto estadounidense, lo que impide un
verdadero aumento de los precios.
El
pacto, que estaba previsto que durara seis meses, fue prolongado por
nueve meses más, pero por el momento no ha logrado un verdadero
resultado positivo.
"La
OPEP funcionaba bien cuando el barril marginal de los países de la OCDE
era el del mar del Norte, y por tanto a 50, 60 o 70 dólares en costos
de producción; pero cuando la competencia es mucho menos cara, ya no
funciona", resume Thierry Bros, investigador en el instituto de estudios
de energía de Oxford.
Mohamed
Barkindo, secretario general del cártel, volvió a defender esta semana
una "decisión histórica" que da muestra de la capacidad de adaptación de
la organización.
No
es la primera vez que la OPEP, creada en 1960, no alcanza su objetivo
de inmediato. En 2008, fueron necesarias tres reducciones de la
producción en cuatro meses para lograr un efecto duradero.
Esta
vez, vuelve a plantearse la posibilidad de una nueva etapa, ante la
reunión a finales de julio en San Petersburgo, Rusia, del comité de
seguimiento del acuerdo.
Este
pacto marca "una nueva situación", con una especie de
"institucionalización" de la cooperación entre los países miembros del
cártel y los otros productores, a través del comité de seguimiento,
señala Ben Yerglin, vicepresidente de IHS Markit.
Pero
el gran volumen, la cantidad de productores independientes, el ciclo de
desarrollo corto y la capacidad para reducir costos rápidamente del
petróleo de esquisto estadounidense crea una situación nueva, según
Yerglin.
Con
el surgimiento, además, de otros productores como Brasil y México,
existe "una cantidad de opciones diferentes en el mercado", y eso "crea
presión sobre la OPEP", explica Sarah Emerson, presidenta del gabinete
Energy Security Analysis, con sede en Estados Unidos.
La producción del cártel apenas representa un tercio de la oferta mundial, frente al 40% de hace 10 años.
Muestra
de lo inédito de esta situación, la OPEP intentó acercarse a los
principales encargados del crudo de esquisto estadounidense el pasado
marzo en Houston.
"Nos
reunimos con ellos e iniciamos un diálogo", transmitiendo el mensaje de
que asegurar la estabilidad del mercado "es una responsabilidad
compartida, que necesita una acción conjunta", afirma Barkindo.
Aunque
la influencia de la institución se vea perturbada, los expertos no
creen que haya un debilitamiento de los productores históricos.
La
OPEP la componen 14 países, pero "al final, solo cinco son relevantes:
Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Irán e Irak, y todavía
tienen mucho poder, porque tienen los costos de producción más bajos de
la industria", explica Emerson.
"Si
quisieran, podrían aumentar fuertemente su producción y destruirían a
todos los demás productores". Pero eso reduciría mucho sus ingresos y no
lo hacen "por miedo a la reacción de su población", añade.
La influencia de la OPEP, además, no sólo se mide por su capacidad para aplacar la abundancia de oferta.
En
una situación inversa, es decir, si hubiera una escasez provocada, por
ejemplo, por problemas políticos, "todo el mundo se lanzaría a marcar el
número de teléfono del ministro de Petróleo saudí", asegura Francis
Perrin, presidente de Stratégies et politiques énergétiques.
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