Los intentos de los productores de crudo, y en especial de la OPEP,
de levantar los precios de este producto están resultando menos
eficaces de lo que deseaban. La OPEP acaba de emitir su último informe
mensual en el que hace sus primeras previsiones para el año 2018 y las
conclusiones no son nada optimistas para los productores, lo que
significa que pueden ser alentadoras para los consumidores, es decir,
casi todo el mundo desarrollado.
Para la economía global es una buena
perspectiva porque apoya el crecimiento de las economías más dinámicas
aunque perjudica a algunos de los países que mayor presencia tienen en
los mercados de capitales gracias al empleo de sus excedentes
financieros.
Estados Unidos vive además su particular etapa de expansión
productiva apoyada en los nuevos yacimientos no convencionales, lo que
resta capacidad de maniobra a los productores de otras latitudes y en
especial a los de la OPEP, cuya influencia en los mercados se está
viendo empequeñecida.
La prórroga del recorte de producción de mayo
hasta marzo del año próximo no está sirviendo de gran cosa, entre otros
motivos porque la disciplina de la organización está dejando mucho que
desear y porque algunos socios del club, como Nigeria y Libia, con
circunstancias especiales, se han lanzado a incrementos de la producción
que han dado como resultado que el conjunto de la OPEP acumule ya tres
meses consecutivos de subida de la producción y de ruptura de los
acuerdos de limitación productiva.
El acuerdo con Rusia tampoco parece
estar funcionando como se había previsto. Desde el lado de la oferta
tendrá también influencia la eventual salida de los stocks estratégicos
de crudo de Estados Unidos al mercado, aunque se trate de una liberación
de inventarios sólo de alcance parcial.
Todo esto coincide con una etapa en la que la demanda de crudo crece
pero no con la intensidad que se había pronosticado, sobre todo porque
en Asia hay menos alegría consumista. China ha moderado su demanda de
crudo. Y las nuevas energías alternativas, de carácter renovable,
están añadiendo cada vez más energía que en buena medida sustituye al
petróleo.
De todo ello se deduce que el precio del petróleo va a tener
dificultades para rebasar la barrera de los 50 dólares el barril durante
bastantes meses, lo que mejora las expectativas de crecimiento
económico de los países desarrollados, básicamente los consumidores
europeos. Este panorama es el que se vislumbra en principio para el año
2018.
España forma parte de ese grupo de economías que tiene en el precio
del petróleo uno de sus apoyos principales a la hora del crecimiento. No
es sorprendente que las últimas previsiones económica para España estén
ya apuntando hacia tasas de crecimiento del PIB este año del 3,3%, lo
que completaría de momento un trienio glorioso para la economía del
país, a falta de que todo ello se traduzca en un mayor ímpetu en la
creación de empleo.
(*) Periodista y economista español
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