En 2016, la
prima de riesgo que Italia pagaba por su deuda externa – el precio que
los mercados imponen por su confianza en el país – era inferior al
que los ahorradores internacionales exigían a España. La mejora
de la posición exterior de España a lo largo de aquel año y
sobretodo en 2017 ha invertido los términos. El reciente y
todavía incierto desenlace de las elecciones en Italia ha ampliado
aún más la brecha a favor de España, a pesar de los buenos resultados
de la economía italiana.
En
2017 los datos macroeconómicos de Italia han mostrado equilibrio y
crecimiento. En efecto un déficit público por debajo del 2% del PIB y un
incremento del PIB del 1,5% no muy alejado del 2,4% de la media de la
eurozona. Además un avance de las exportaciones de 2017 del 7,4% en
euros, superior al 4,5% de Francia o al 6,3% de Alemania.
En definitivo una economía bien gestionada por el gobierno
tecnocrático de centro-derecha presidido por el todavía primer ministro
Paolo Gentiloni y sustentado por un sólido tejido industrial. Sin
embargo, como el resultado de las elecciones del domingo 4 de febrero
parece indicar, el grado de insatisfacción de la ciudadanía italiana con
sus actuales dirigentes es muy elevado.
Los movimientos populistas, Cinque Stelle y la Liga Norte, dos
formaciones de euroescépticos han resultado ser las más votadas. Una
imagen inquietante que debilita los vínculos entre la ciudadanía, una
administración bien gestionada y el mundo empresarial. Debilidad
acentuada por los malos resultados cosechados por el partido Social
Demócrata de Renzi y el capitaneado por Silvio Berlusconi, Força Italia.
Las dos formaciones con más sólidas credenciales europeístas retroceden
mientras avanzan los populistas y eso a pesar de que el paro ha
descendido desde el 13% de 2014 al 10,8% en diciembre de 2017.
Los socialdemócritas de Renzi han insistido durante su campaña en
compatibilizar el mensaje de crecimiento con estabilidad. En efecto, el
problema de la deuda pública de Italia sigue siendo su principal
debilidad macroeconómica. Frente al mensaje de Renzi los partidarios del
5 Estrellas reclaman una expansión fiscal más vigorosa y una renta
mínima para los menos favorecidos. Los seguidores de Matteo Salvini de
la Liga Norte, por su parte han desarrollado y vendido una agresiva
campaña contra la moneda única. Vuelta a la lira.
La idea que se esconde detrás de este mensaje de la Liga no es ni más
ni menos que el euro ha sido la gran coartada de Alemania para adquirir
y consolidar una posición de privilegio en el mercado Europeo. El euro
es un marco camuflado, devaluado, que realza la competitividad de los
productos alemanes.
El triunfo, aunque no sea total, sino simplemente relativo de la Liga
y el M5S, plantea la eventualidad de que Italia abandonase el euro y,
en consecuencia tratase de liquidar su endeudamiento con una moneda
devaluada (el desafío griego de Tsipras al euro provocó una insuperable
reacción de sus propios conciudadanos). Es posible que el agua no llegue
al rio y que Italia continúe en el euro pero las perspectivas de una
economía europea más integrada quedan comprometidas a pesar de la
reciente coalición alemana.
La formación de un nuevo gobierno en Italia (en Alemania el parto ha
sido largo) llevará su tiempo y su orientación no digamos. Los límites
de la política económica estarán marcados, por un lado, por los anhelos
populistas de menos impuestos, mayores pensiones y más inversión
pública. Por otro, las pautas del gobierno tecnocrático de
centro-izquierda con sus buenos resultados: estabilidad financiera,
crecimiento del PIB, déficit público decreciente y reducción de la deuda
pública.
Una buena parte de la ciudadanía esta insatisfecha, el voto lo ha
demostrado. Además de crecimiento y estabilidad se reclama más
protección social y menos desigualdad; también está el espinoso tema de
la inmigración que Italia ha soportado en primera línea y que otros
Estados Miembros de la UE rechazan despiadadamente. ¿Cómo compatibilizar
los nacionalismos viscerales y la civilizadora integración europea con
el euro como símbolo estabilizador?
(*) Economista del Estado en España
No hay comentarios:
Publicar un comentario