MADRID.- Parece que las turbulencias han llegado a los mercados para quedarse por
un tiempo, al menos hasta que se encuentre un nuevo punto de equilibrio
dentro del repliegue de los bancos centrales. Se espera que este año la
emisión de deuda pública por parte de las grandes potencias económicas
supere las compras netas de deuda de los grandes bancos centrales, algo
que no sucedía desde hace cuatro años. Este cambio incrementará la
rentabilidad de la deuda y el coste de financiación para todos los
agentes, lo que podría tener efecto sobre los mercados, se afirma desde elEconomista, de Madrid.
Este proceso ya ha comenzado en los últimos meses. Por ejemplo, el
bono del Tesoro de EEUU a 10 años ha pasado de ofrecer un interés del 2%
en septiembre a superar el 2,9% en febrero, mientras que el bund alemán presentaba un interés del 0,3% en diciembre y ahora la rentabilidad es del 0,7%.
Por otro lado, las bolsas de medio mundo también se están viendo
sacudidas por este giro de la política monetaria que amenaza con
encarecer la financiación de las empresas a la par que se incrementa el
coste del crédito para los consumidores. A la postre, estos efectos
pueden repercutir de forma negativa sobre casi todas las empresas, lo
que tendría su efecto sobre los beneficios y las bolsas. Quizá los
bancos puedan ser una excepción, dado que su beneficio depende del
margen de intermediación financiera.
Martin Feldstein, profesor de Economía en la Universidad de Harvard,
también ha mostrado recientemente su preocupación. Este economista cree
que las subidas que se están presenciando en los tipos de interés "tendrán efectos importantes en la economía, sobre todo en los precios de las acciones y de la vivienda".
Los
expertos de Deutsche Bank comentan en una nota que "el incremento de
las rentabilidad de los bonos es producto de unas expectativas
monetarias globales menos expansivas a medida que la economía crece en
los países desarrollados y emergentes".
Por otro lado, inversores y empresas ven como este crecimiento
económico "podría verse apoyado por una política fiscal más expansiva en
EEUU y otros países de Europa". Este tipo de medidas en economías cuyos
recursos ociosos son ya escasos (prácticamente pleno empleo), "es
probable que los salarios y la inflación comiencen a subir de forma
significativa". Esto a su vez podría endurecer aún más la política
monetaria.
Los expertos del banco germano creen que la Reserva Federal subirá
tipos en cuatro ocasiones durante este año hasta llevarlos al rango del
2,25-2,5%. Además, el banco central irá reduciendo poco a poco la
reinversión de los bonos que vayan venciendo en su balance: "Como
consecuencia, el balance se reducirá en unos 600.000 millones de
dólares, aunque el BCE aún está lejos de comenzar este proceso, pero
probablemente dejará de incrementar sus compras netas este año".
Por su parte, el Banco de Inglaterra también ha comenzado a subir los tipos de interés
a corto plazo y puede que la hoja de ruta de subidas sea más dura de lo
que se había previsto en un principio. El mercado laboral se encuentra
cerca del pleno empleo, la inflación holgadamente por encima del 2% y
ciertos sectores y activos de la economía comienzan a preocupar a la
institución monetaria por su recalentamiento potencial. El Banco de
Japón (BoJ) se va a quedar solo con sus políticas plenamente expansivas.
"En general, la provisión de liquidez de los bancos centrales está
cayendo, mientras que el balance agregado de BCE, Fed, BoE y BoJ ha
alcanzado ya su pico máximo de tamaño. La combinación de menos estímulos
monetarios y un incremento de la expansión fiscal (sobre todo en EEUU)
puede incrementar las rentabilidades", destacan los analistas de
Deutsche Bank.
De hecho, este
año el déficit presupuestario agregado de las tres principales economías
desarrolladas (EEUU, la Eurozona y Japón) podría superar el total de
compras (netas) de deuda por parte de los bancos centrales por primera
vez desde 2014. Una mayor oferta (y la disminución de la demanda) de
bonos del gobierno, el crecimiento persistentemente saludable y las
expectativas de aumento de la inflación deberían seguir ejerciendo una
presión al alza sobre los rendimientos a largo plazo en los EEUU y
Europa.
"Esperamos que los rendimientos de los bonos del gobierno a 10 años
aumenten hasta el 3,25% en EEUU y el 1,25% en la Eurozona para finales
de año. El riesgo más significativo para tales pronósticos es obvio: una
vez que haya comenzado la revisión del mercado, este podría desarrollar
su propio impulso, y los rendimientos podrían aumentar mucho más",
sentencian los expertos del banco germano.
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