La gran
habilidad de un mago consiste en concentrar la atención del
público en un punto para ocultar la elaboración de sus trucos; así
evita ser descubierto. Cuando sus trucos están urdidos con engaños y
a punto de ser desvelados por sus más íntimos colaboradores,
abogados y asesores, el mago tiene que acudir a prácticas todavía
más atrabiliarias. Es el caso de Donald Trump y su intento de
desarticular la North America Free Trade Area (NAFTA), su última y
más reciente martingala.
El
nuevo acuerdo comercial bilateral firmado por los dos presidentes
norteamericanos tiene, por otro lado, la virtud de desactivar el gran
temor de los exportadores mexicanos y de tranquilizar a los inversores
extranjeros. La cotización del peso mexicano sube, lo que facilita al
presidente electo López Obrador, concentrar su atención en los problemas
internos como la corrupción y la violencia. Obrador nunca ha estado
interesado en los temas internacionales y ahora ha evitado estampar su
firma en el documento del acuerdo comercial modificado. El nuevo tratado
quedará como un asunto de la anterior administración.
Trump vuelve a apuntarse un tanto político frente a sus electores. El
NAFTA -según él- significaba menos puestos de trabajo para los
auténticos norteamericanos. México se empobrecería y los EEUU serían más
ricos. Hay, sin embargo, un problema de procedimiento porque los
acuerdos comerciales firmados por el presidente necesitan la
autorización y aprobación del Congreso. El NAFTA no puede ser modificado
sin cumplir ese requisito, aunque posiblemente se conseguirá el
beneplácito del Congreso ya que el nuevo texto tiene mucho de lo que los
anglosajones llaman un “window dressing”. El escaparate ofrecido al
público ha sido rediseñado.
El presidente dispara desde su twit: “me rio de esos senadores y
algunos otros que hablan de cómo el libre comercio es bueno para los
EEUU; lo que no dicen es que perdemos puestos de trabajo y más de
800.000 millones de dólares al año a causa de esos estúpidos tratados
comerciales” Este es el mensaje que se cuelga en el nuevo escaparate.
Lo curioso es que, según la Oficina de Análisis Económico, el PIB
norteamericano aumentó un 4,1% en el segundo semestre del año. Un alto
porcentaje de los encuestados sobre las perspectivas empresariales, el
38%, las veía como buenas, en tanto que sólo el 10% las consideraba
malas. En el primer semestre del año las exportaciones habían crecido un
9,3% y las importaciones sólo el 0,5%. Estas buenas cifras no se han
repetido, ha sucedido lo contrario en el mes de julio.
Mejoran cotizaciones
En cuanto se conocieron los nuevos términos del acuerdo con México
mejoraron las cotizaciones de las acciones de Ford, General Motors y
Fiat Chrysler, había buenas noticias para los fabricantes de coches. En
primer lugar, un 75% de los componentes incorporados a los vehículos
ensamblados en EEUU-México deben tener un origen norteamericano.
Actualmente, el porcentaje de los componentes es del 62%.
En segundo lugar, entre el 40/45% de esos componentes debe ser
fabricados por trabajadores que ganen más de 16 dólares a la hora. En
este tramo debe haber muchos más trabajadores estadounidenses que
mexicanos. No obstante, el ministro de economía de México, Ildefonso
Guajardo, afirma que aproximadamente el 70% de los coches exportados por
México cumple esas reglas de origen. Las fábricas tienen, además, de
plazo hasta el 2020 para ajustarse a las nuevas condiciones.
Cuál sea es verdadero significado y las consecuencias del nuevo
acuerdo bilateral están todavía en el escaparate. Lo que sí está
verdaderamente sobre el mostrador son las declaraciones del abogado
personal de Trump, Michel Cohen, y de su jefe de campaña, Paul Manafort,
sobre el silencio comprado a la actriz porno, Stormy Daniels, y a la
modelo de Playboy, Karen McDougal. ¿Camino del impeachment?
(*) Economista del Estado en España
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