BRUSELAS.- La Federación de Banca Europea cree
que los préstamos morosos que se dispararon con la crisis financiera ya
no son un problema generalizado en Europa, sino que se concentran en
algunas entidades, gracias a una reducción que permitió que en 2017 la
cota se situara de nuevo en línea con la media mundial.
Según el informe anual publicado hoy por la Federación que representa
los intereses de 5.000 bancos europeos, la tasa de créditos morosos en
la Unión Europea (UE) fue del 3,7 % el año pasado, justo por debajo de
la media global del 3,74 %, y lejos del 7,5 % de máxima que alcanzó en
2012.
Entre 2016 y 2017, el volumen de estos préstamos se
redujo casi en un 25 %, pasando del billón de euros en 2016 a 800.000
millones de euros.
De estos, solo entre 150.000 y
200.000 millones serían realmente problemáticos, puesto que las
entidades no tendrían provisiones o colateral para cubrir las pérdidas,
de acuerdo con el documento.
La UE se vio más
afectada por el aumento de la morosidad que otros países o zonas porque a
la crisis financiera se unió la de la moneda única en 2012 y dentro de
esta los Estados del sur -Grecia, Italia, España, Chipre o Portugal-
fueron los más perjudicados porque el aumento de sus primas de riesgo
encareció el crédito.
En los últimos años las
entidades pusieron en marcha medidas de reducción, con reformas para
acelerar los procesos de insolvencia, movilizándose para aumentar los
recobros o vendiendo en el mercado.
"Estas medidas
van surtiendo efecto y a finales de 2017 hemos vuelto a la media
mundial, lo que para nosotros indica que los préstamos morosos en Europa
ya no son un problema general, sino un problema particular de algunos
bancos", explicó a Efe el jefe de supervisión de la Federación, Gonzalo
Gasós.
Para Gasós, es la "gestión" lo que explica que
en el mismo Estado "unos bancos estén bien y otros mal", pese a que
sigue existiendo un sesgo por país.
En septiembre de
2017 las cotas más altas seguían estando en Grecia (46,6 %), Chipre
(40,6 %), Portugal (16,7 %) e Italia (11,8 por ciento), que
contrariamente a socios como España, Austria o los bálticos no han
logrado una reducción significativa.
España, que
entre 2012 y 2013 reestructuró su sector bancario, ha hecho en este
sentido un mejor trabajo que otros países con alta morosidad y en 2017
consiguió rebajar la tasa del 5,7 % al 4,57 %.
A la
hora de seguir reduciendo estos ratios -como exigen Alemania u Holanda,
entre otros, para avanzar en iniciativas como un fondo común de garantía
depósitos- la Federación recela de la propuesta europea para exigir a
los bancos un mínimo de provisiones para cubrir pérdidas por la
exposición a préstamos que puedan convertirse en morosos.
Creen que no acabaría con los ya existentes porque se centra en
prevenir los nuevos y "pone trabas" a la oferta de crédito porque
encarece las provisiones, indicó el jefe de supervisión de la
Federación.
Más allá de los préstamos morosos, a los
que dedican su capítulo especial este año, el informe arroja el retrato
de una banca europea en proceso de consolidación, que hoy cuenta con
6.250 entidades, 2.275 menos que en 2009.
En 2017 los
bancos europeos cerraron 5.900 sucursales, con lo que la red ha
disminuido un 21 % (casi 50.000 oficinas) desde 2007, y redujeron su
personal en 40.000 personas, hasta 2,74 millones de empleados, el mínimo
desde 1997.
La reducción de la red de sucursales se
debe también a la cada vez más rápida implantación de la banca digital,
que ya utiliza el 51 % de europeos.
En cuanto a la
banca española, el informe anual destaca su "estabilidad" y que en 2017
"ha profundizado en la limpieza de sus balances", aumentado su ratio de
capital de máxima calidad (CET 1 fully loaded) al 11,37 % y elevado su
rentabilidad (ROE) al 7,05 %.
Para Gasós, los riesgos
para la banca española "están ahora más controlados" gracias a la
reestructuración, que acabó con el "problema" de las cajas de ahorros, y
a la mayor vigilancia de la morosidad por parte del supervisor europeo,
que "no va a permitir que se vuelva a generar una burbuja".
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