La inversión extranjera en España no ha bajado el pie del acelerador
en la primera mitad del año. Casi 12.000 millones de euros entraron en
la economía española, un poco más que durante el primer semestre del
año pasado y la mayor cifra en esta primera mitad del año de 2011,
cuando superó los 15.800 millones de euros.
La economía española sigue
atrayendo dinero en cifras importantes, aunque un porcentaje elevado de
las mismas procede, como es habitual, de Luxemburgo, que es el origen de
algunas importantes inversiones realizadas por empresas tanto españolas
como extranjeras, en ocasiones sin trascendencia para el fomento de la
actividad económica real.
El hecho de que las inversiones procedentes del exterior se
polarizaran de forma mucho más acusada, como ha sucedido en esta
primera mitad del año, en unas pocas zonas del territorio, en especial
en Madrid, no ha hecho mella en el volumen total de dinero que llega
desde otras latitudes dispuesto a obtener buenos rendimientos en
España. La inversión productiva juega un papel importante, en todo caso,
en las cifras de inversión exterior real.
Una de las características que han acompañado a la llegada de flujos
de inversión extranjera a España en los dos últimos años ha sido el
auge de la inversión destinada al sector inmobiliario, una inversión que
apenas se traduce en el cambio de titularidad de bienes inmuebles y no
siempre en un fomento de la actividad económica real en este sector.
En cuanto a la ubicación elegida por la inversión extranjera, España
sigue presentando una fuerte dispersión geográfica, con Madrid como
imán del mayor volumen de recursos. Esta situación no es nueva ya que
entre otras razones está influida por el efecto de la capitalidad, ya
que muchas de las empresas que se domicilian en la capital del país
tienen sus centros de actividad repartidos por toda España.
Pero esta concentración se ha agudizado sobremanera este año. Desde
el año 2018, cuando estalló la crisis económica y financiera, Madrid
absorbió el 57,8% de la inversión extranjera total. En Cataluña, desde
el inicio de la crisis llegaron inversiones representativas del 17,8%
del total y, en tercera posición, el País Vasco recibió el 4,6% de la
inversión foránea.
Este año, la cuota de Madrid ha subido hasta el 70%
del total mientras Cataluña ha descendido de forma significativa, tanto
en proporción al conjunto de España como en valores absolutos. La
inseguridad que ha generado el movimiento separatista y una eventual
salida de Cataluña de la zona euro asustó a muchas empresas, no sólo
españolas (muchas trasladaron sus sedes dentro de España, pero fuera de
Cataluña) sino extranjeras, ya presentes en la región o candidatas a
invertir en España pero sin el riesgo que podría conllevar hacerlo en
Cataluña a causa de la inestabilidad política.
El pasado año, la inversión extranjera en esta región cayó un 40%
hasta representar el 13% del total frente al 20% del año 2016. Este año,
la caída sigue reflejándose en las cifras y Cataluña representa ahora,
en el primer semestre, un 8,3% del total de España. La Comunidad
Valenciana parece haberse beneficiado en alguna medida de esta
situación, al igual que el País Vasco y en todo caso Madrid. Los
inversores buscan estabilidad política y jurídica y eluden asumir más
riesgos que los eminentemente económicos, que no son pocos.
(*) Periodista y economista español
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