MADRID.- La desaceleración de la economía española ha pasado de los primeros
síntomas que marcan los índices macroeconómicos, como la producción
industrial, las exportaciones o el empleo, al bolsillo de los
ciudadanos.
Y El Corte Inglés suele ser un diagnóstico muy aproximado de la salud financiera de los consumidores. Según datos internos, las ventas del grupo de grandes almacenes han caído cerca de un 1,5% en el primer semestre de su ejercicio fiscal, terminado el pasado 31 de agosto, el primer retroceso en cinco años, adelanta hoy El Confidencial.
Según las mismas fuentes, el 'holding' presidido por Jesús Nuño de la
Rosa ha cerrado sus primeros seis meses del año fiscal —que se
contabiliza desde el 1 de marzo de 2018 al 28 de febrero de 2019— con
una facturación de unos 5.640 millones frente a los 5.730 millones
del mismo periodo del ejercicio 2017-2018.
Esta cifra incluye las
ventas registradas en todos los almacenes de la cadena, ya que en el año
precedente aún se diferenciaba entre lo que facturaban las ahora
fusionadas El Corte Inglés e Hipercor.
El dato, que podría variar
ligeramente a falta del ajuste fino de los números, refleja una
disminución de cerca de 90 millones de euros, en torno al 1,5%. Pero,
sobre todo, una caída del 3% respecto a lo que había presupuestado el
consejero delegado, Víctor del Pozo, y había aprobado
el consejo de administración para el curso en marcha.
Para encontrar un
descenso de las ventas hay que remontarse a 2013, ya que desde 2014, año
en el que El Corte Inglés nombró presidente a Dimas Gimeno tras el fallecimiento de Isidoro Álvarez, el grupo había encadenado cuatro ejercicios consecutivos de subidas. O lo que es lo mismo, es el primer retroceso en ocho semestres y el primero desde la salida de la crisis.
Este frenazo se explica en la casa por varios factores. El primero de
ellos ha sido la climatología, caracterizada por un invierno y una
primavera muy lluviosos que afectaron a la comercialización de las
campañas de moda de cada temporada. Unos meses muy húmedos que afectaron
a todo el sector, como reflejan también las caídas de ventas de
empresas como Cortefiel, Adolfo Domínguez, Mango y El Ganso, y que ha frustrado incluso operaciones corporativas como el traspaso de Bimba y Lola.
Otro
argumento es el descenso de los turistas extranjeros, cuya llegada ha
bajado un 4,8% hasta julio por la mayor competencia de otros destinos,
como Turquía y el norte de África. Como es sabido, El Corte Inglés tiene
una alta cuota de mercado entre los acaudalados ciudadanos de Rusia,
China y Oriente Medio, a los que trata con un cuidado especial en sus
centros más emblemáticos de Madrid, Barcelona y Marbella, dado su poder
adquisitivo.
El grupo controlado por Marta y Cristina Álvarez Guil se
ha visto también afectado por la pública batalla entre las hijas
herederas de Isidoro Álvarez y Dimas Gimeno, su primo. Gimeno fue
relevado como primer ejecutivo en octubre de 2017 en favor del tándem
Jesús Nuño de la Rosa-Víctor del Pozo y destituido como presidente el pasado mes de junio.
La campaña de los bonos
Lo cierto es que El Corte Inglés lleva un ejercicio 2018-1019 complicado en
cuanto a ventas. Salvo en marzo, cuando la facturación creció un 0,28%,
el resto de los meses ha sido un goteo a la baja, pese a los esfuerzos
del nuevo equipo gestor por atraer al público joven y reforzar la imagen
de marca. En abril, el descenso fue del 1,81%, hasta los 847,57
millones, y en mayo, del 3,88%, hasta los 914,28 millones. La temporada
de rebajas de julio y agosto tampoco fue buena.
Desde la compañía,
se confía en que ahora la climatología juegue a favor y se consiga dar
la vuelta a los números del primer semestre. Precisamente, la bajada de
las temperaturas en los primeros días de septiembre y la llegada
anticipada de las lluvias pueden acelerar las ventas de la campaña de
otoño.
Un cambio de tendencia que en El Corte Inglés se espera con
ansiedad, debido a que el equipo directivo tiene previsto salir al
mercado a colocar 800 millones de euros en bonos sénior la
próxima semana para repagar un préstamo puente.
Aunque fuentes
financieras próximas a la operación no prevén ningún problema de
demanda, dada la gran liquidez existente entre los fondos de inversión,
unas cifras más o menos halagüeñas influirán sin duda en el interés que
la compañía tendrá que abonar a los que compren sus bonos.
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