TEL AVIV/ RAMALA.- Los dos acuerdos de paz de Oslo
-de 1993 y 1995 y cuya primera parte cumple hoy 25 años- hicieron
historia con el reconocimiento mutuo de israelíes y palestinos y su
apuesta por la paz, pero no cruzaron el Rubicón, el de dar el paso
final, lamentan sus protagonistas y arquitectos.
"Desde el punto de vista conceptual hicimos historia, porque por primera vez israelíes y palestinos se esforzaron por resolver el conflicto
bilateralmente", relató Ilan Baruch, asesor durante las
negociaciones y, en aquel entonces, jefe del departamento para los
palestinos del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí.
Los acuerdos, elaborados en la capital noruega pero firmados en Washington (1993) y en Taba (Egipto, 1995) entre Yaser Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), e Isaac Rabin, primer ministro israelí, y Simón Peres,
ministro de Exteriores, crearon una autonomía limitada palestina y
fueron el comienzo de un pacto de paz permanente que nunca llegó.
Hoy,
Baruch considera que "Oslo fracasó porque, en realidad no se cruzó el
Rubicón. Hubiera sido necesario el reconocimiento el estado palestino".
Yair
Hirschfeld, intelectual israelí y parte del equipo negociador, explica
en su libro "Track-Two Diplomacy: Toward An Israeli-Palestinian
Solution, 1978-2014" (Diplomacia de dos pistas: Hacia una solución
israelo-palestina, 1978-2014) que uno de los errores de los acuerdos fue
no incluir a los religiosos para lograr la mayoría "y la legitimidad necesaria que descansa en gran medida en las figuras religiosas".
También
critica a Rabin por dar bombo a los logros israelíes creando demasiadas
expectativas, cuando Oslo "era un acuerdo sobre cómo negociar y avanzar
en el proceso de paz".
El abogado Yoel Singer, consejero legal de la delegación israelí que escribió el borrador de los acuerdos, defiende en el diario Haaretz la positiva "progresión gradual y modular" que introdujeron, pero considera hoy que fue un error negarse a la exigencia palestina de detener la construcción de los asentamientos judíos en Cisjordania. Singer abandonó Israel tras el asesinato de Rabin (1995) y no regresó.
El abogado Yoel Singer, consejero legal de la delegación israelí que escribió el borrador de los acuerdos, defiende en el diario Haaretz la positiva "progresión gradual y modular" que introdujeron, pero considera hoy que fue un error negarse a la exigencia palestina de detener la construcción de los asentamientos judíos en Cisjordania. Singer abandonó Israel tras el asesinato de Rabin (1995) y no regresó.
El
asesor presidencial para Asuntos Exteriores palestino, Nabil Shaath,
involucrado en la implementación de la primera fase del acuerdo
(Gaza-Jericó) resalta que los palestinos apostaron por "ser prácticos"
y respaldar la decisión de dos estados "que apoyaba la gran mayoría de
la comunidad internacional" renunciando al "resto de la Palestina
histórica, el 78 %, que quedaría como Israel", dijo a un reducido grupo
de periodistas.
Shaath valora positivamente que gracias a Oslo, "el mundo reconoció un Estado palestino independiente"
-138 estados hasta hoy-, se construyeron instituciones, se puso en
marcha una economía "muy restringida" por Israel, "pero existente", y se
frenaron las "deportaciones de cientos, miles de palestinos".
El
secretario general de la OLP, Saeb Erekat, subraya como grandes éxitos
que con Oslo "por primera vez Israel reconoce a la OLP como representante legítimo de los palestinos,
ésta reconoce el derecho a existir de Israel, y por primera vez las dos
partes acuerdan que Jerusalén, las fronteras, los refugiados, los
asentamientos, seguridad y agua, son los asuntos a negociar".
Pero lamenta que en estos 25 años el número de colonos
en territorio ocupado "se haya ha triplicado a 650.000" e Israel
"controle totalmente la gran mayoría del Estado de Palestina, incluida
la esfera electromagnética".
Hanan
Ashrawi, veterana política palestina y una de las pocas presente en la
firma de Washington, cree que la solución de los dos estados fue "una
gran concesión que hicieron los palestinos" para acabar con la
ocupación.
Y lamenta que estemos en "el punto más bajo" no
solo desde Oslo "sino desde 1948 (creación de Israel)" porque "se
destruyen totalmente las oportunidades de un Estado palestino, libertad,
derechos y la posibilidad de vivir en nuestra tierra".
Atribuye
en parte la lamentable situación actual al "legado conceptual,
procedimental, estructural, legal" del tratado interino, porque tuvo "un
enfoque funcional en lugar de territorial", lo que les dejó sin control
sobre la tierra. "Pudo haber sido", pero no fue, "el camino hacia la
paz en esta parte del mundo", lamenta Shaath.
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