ROMA.- La victoria del ´no´ en el referéndum sobre
la reforma constitucional abre un episodio de inestabilidad política y
económica que va más allá de las fronteras italianas. El euro sufre su
mayor golpe desde la crisis general del último lustro y la perenne
depresión de Grecia.
Bruselas tiene ante sí el reto de hacer
remontar a la moneda que sintetiza sus mayores ilusiones y recibe este
enorme desafío en un momento en el que tiene que lidiar con la
negociación del ´Brexit´, el reforzamiento de los movimientos
populistas, las injerencias de Putin y la elección de un presidente de
EE UU, Donald Trump, que ve a Europa con indiferencia cuando no con
desdén.
Italia, la tercera economía de la
Eurozona, cuenta con una potente tradición industrial en el norte del
país. Pero las regiones meridionales, donde los sectores agrícolas y
turísticos son básicos, también suponen una importantísima cuota del PIB
nacional. Todos los pilares de la economía italiana se van a ver
afectados por la incertidumbre creada por el triunfo del ´no'. Y con
ellos, los del resto de las economías europeas.
En primer lugar,
es previsible que la prima de riesgo vuelva a dispararse y que un bajón
de la bolsa italiana se contagie -está por ver por cuanto tiempo- al
resto de plazas europeas. Si los mercados optar por cortar el grifo de
la financiación e Italia no logra ahora transmitir al exterior una
mínima credibilidad de su economía, la inestabilidad podría perdurar
hasta el punto de poner en riesgo las bases de crecimiento de Grecia,
Portugal y España y añadir un punto más de gravedad al estancamiento de
Francia.
En el caso más extremo, el de una salida
de Italia del euro, se produciría el mayor ´default´ -suspensión de
pagos- de la historia de la moneda única, un golpe de colosales
proporciones para el resto de Europa. Si Italia y sus bancos no pueden
pagar lo que deben, el resto de economías podrían bordear el colapso.
La
deuda pública italiana es de más de 130 % del PIB. La de España ha
alcanzado el 100%. Si a eso se le suma la severa crisis del sistema
bancario italiano se dan unos condicionantes similares a los que
atravesó la economía española, donde también los problemas de
productividad y déficit se dan con la misma frecuencia que en Italia.
Es el momento de comprobar si han
funcionado los ´cortafuegos´ aplicados por los gobiernos nacionales y
las soluciones ideadas desde las instituciones comunitarias y el Banco
Central Europeo. La canciller alemana, Angela Merkel, no quiso saber
nada de los eurobonos, una propuesta para mutualizar la deuda, porque
entendía que Berlín sería la más perjudicada, aunque este mecanismo
podría contar ahora con el beneplácito de Merkel si eso contribuiría a
ahuyentar el fantasma de una salida del euro por parte de Italia. En el
caso de que Italia se viese obligada a pedir un rescate para su
economía, Bruselas querría saber antes qué riesgo real existe de que
Roma decida salir del euro.
Con todo, los riesgos económicos no los únicos que ponen en serios problemas al euro. La victoria del ´no´ a la reforma
es también la victoria de las fuerzas que se oponen a la moneda única:
el Movimiento 5 Estrellas, calificado como la "antipolítica" italiana,
Forza Italia -el partido de Berlusconi- y la Liga Norte, la formación
xenófoba que propugna la independencia de las regiones del norte. Su
triunfo debilita la credibilidad del euro en Italia e insufla fuerzas a
partidos de extrema derecha que apuestan también por retirarse de la
moneda única, como el Frente Nacional en Francia y el Partido de la
Libertad en Holanda.
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