ROMA.- La dimisión del primer ministro Matteo Renzi
al ver naufragar en referéndum su reforma constitucional abre en Italia
un horizonte de incertidumbre política que podría zanjarse de dos
modos: o con elecciones generales o con un gobierno provisional.
Renzi
ha fracasado en su intento de reformar la Constitución de 1948 y, tal y
como advirtió desde un principio, ha presentado su dimisión tras mil
días en el Gobierno, el cuarto más largo tras los de Giulio Andreotti, Bettino Craxi y Silvio Berlusconi.
De este modo Italia, un país con 63 gobiernos en 70 años de democracia, ha vuelto a las andadas y se postula ahora como nuevo foco de inestabilidad en el seno de la Unión Europea.
Ahora las distintas fuerzas políticas se
debaten entre las posibles situaciones a la salida de Renzi: la
conformación de un Gobierno técnico o provisional y la convocatoria de
nuevas elecciones generales.
La conservadora Forza Italia, del magnate Berlusconi, se decanta por la conformación de un gobierno provisional que
pueda sacar adelante temas tan urgentes como los Presupuestos de 2017,
pendientes de aprobación definitiva por parte del Senado.
Por otro lado, una gran parte del Partido Demócrata (PD, centroizquierda) de Renzi considera esencial la elaboración de una nueva ley electoral antes de convocar nuevas elecciones,
y para ello deberá regir el actual Parlamento. Y es que las reglas del
juego electoral suponen el principal escollo en este contexto.
En mayo de 2015 se aprobó el "Italicum", la ley electoral de Renzi en vigor desde el pasado mes de julio.
El
problema reside en que esta ley electoral fue planteada para aplicarse
únicamente a la Cámara de los Diputados, pues el Senado, de haber sido
reformado con este referéndum, estaría compuesto por un centenar de
representantes locales sin pasar por las urnas.
De este modo, actualmente Italia cuenta con un sistema electoral "cojo", con una ley únicamente para la Cámara y otra diferente para el Senado, con dos puntos declarados inconstitucionales en 2013.
Los
más interesados en convocar elecciones "cuanto antes" son los
seguidores del populista Movimiento Cinco Estrellas (M5S), convertidos
en virtuales ganadores de la jornada al haber llevado adelante una
extenuante campaña contra la reforma.
Su líder, Beppe Grillo, ha reclamado nuevos comicios
para ahuyentar la posibilidad de un Gobierno técnico y lo ha hecho en
calidad de líder del partido más votado en solitario en las elecciones
generales de 2013.
También ha reclamado nuevas elecciones el
líder de la xenófoba Liga Norte, Matteo Salvini, un eurodiputado con la
ambición de liderar una coalición derechista que le conceda
posibilidades de gobernar el país, en el que permanece en campaña
electoral perpetua.
Lo que al parecer pocos quieren es prolongar
una situación particular: Italia ha acumulado tres Gobiernos
consecutivamente sin que fueran elegidos por los ciudadanos, los de Mario Monti (2011-2013), Enrico Letta (2013-2014) y el del propio Renzi.
Este
momento llega en las vísperas de un año, 2017, en el que Italia gozará
de cierta relevancia internacional, con la presidencia del G7 y cuando
deberá acoger las conmemoraciones del 60ª aniversario del fundacional
Tratado de Roma de la Unión Europea.
En este escenario de aguas revueltas se prevé el avance del M5S, que ya gobierna en Roma y Turín y
que se perfila como única alternativa real al actual Gobierno, debido a
la ausencia de un liderazgo consolidado en la derecha tradicional.
No
en vano Berlusconi es partidario de agotar la legislatura, a sabiendas
de que encontrar una figura que le sustituya como líder del
centroderecha es aún misión prácticamente imposible.
Por otro lado, la ventaja de Grillo podría sumar además nuevas turbulencias en el continente debido a su voluntad de impulsar un referéndum sobre el euro, moneda que rechaza taxativamente.
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