FRÁNCFORT.- El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, expresó este lunes su preocupación por la desregulación financiera que Donald Trump ha empezado a impulsar en Estados Unidos y defendió que Fráncfort no manipula divisas, como han apuntado miembros de la nueva Administración de Washington.
En su primera comparecencia tras los recientes movimientos en materia
bancaria del nuevo inquilino de la Casa Blanca, cuyo equipo no ha
escatimado críticas hacia la Unión Europea (UE), el euro y el propio
BCE, Draghi no ha vacilado en defender el papel de su institución y de
Europa.
“Lo último que necesitamos es una relajación de la regulación” del
sector bancario, dijo contundente Draghi preguntado por un eurodiputado
durante su comparecencia en la comisión de Asuntos Económicos del
Parlamento Europeo (PE).
El presidente del supervisor europeo insistió en que “la idea de
repetir las condiciones que había antes de la crisis es muy
preocupante”, en referencia a las dos órdenes ejecutivas que el
presidente de Estados Unidos firmó el viernes y que abren la vía para
revocar la ley Dodd-Frank.
Esta reforma, impulsada por Barack Obama en 2010, buscaba aumentar la
regulación y supervisión del sistema financiero para evitar la toma de
riesgos que desembocó en la aguda crisis de 2008, pero Trump considera
que la mayor regulación ha creado barreras que dificultan la
financiación de los empresarios.
La ambición por evitar errores pasados tras la crisis llevó a una ola
de reformas del sector a nivel internacional, que en la UE consistieron
en nuevas normas sobre rescates y resolución bancaria y mayores
exigencias de capital, entre otras, en un proceso cuyo futuro está en
cuestión tras la llegada de Trump a la Casa Blanca.
En este sentido, Draghi subrayó que el hecho de que hoy no se estén
dando “importantes riesgos para la estabilidad financiera” es “la
recompensa por la acción que los legisladores, reguladores y
supervisores y han estado desarrollando desde la crisis financiera”.
El presidente del BCE, que evitó mencionar a Trump en su discurso
inicial pero que no esquivó las preguntas de los eurodiputados al
respecto, también respondió a los comentarios del presidente del nuevo
Consejo Nacional de Comercio de EEUU, Peter Navarro, quien, en línea con
su jefe, afirmó la semana pasada que el euro está muy devaluado.
“No somos manipuladores de divisas”, dijo en su italiano natal
Draghi, quien esgrimió como prueba un informe elaborado por el Tesoro
estadounidense el pasado octubre, aún bajo el Gobierno Obama.
El documento, dijo, afirma que “Alemania no estaba llevando a cabo
una intervención unilateral en el mercado de divisas” y que “el BCE no
ha intervenido en el mercado de divisas desde 2011″, cuando lo hizo de
forma concertada con sus socios internacionales.
Para Navarro, la devaluación del euro responde a la intención del BCE
de favorecer las exportaciones europeas y beneficia, en particular, a
Alemania.
El presidente del BCE empleó la mayor parte de su comparecencia, sin
embargo, en defender que debe mantener su política de bajos tipos de
interés y su programa de compra de activos hasta que la inflación en el
conjunto de la eurozona sea estable -es decir, esté en niveles próximos
pero inferiores al 2 %- a medio plazo y de forma sostenible y duradera.
Draghi reiteró que el aumento de la inflación en diciembre, (de 0,6 %
al 1,1 %) y enero, (al 1,8 %), está motivada por los precios de la
energía y defendió que el Banco debe tomar decisiones en base a la
evolución de la inflación subyacente, que elimina la volátil variable
energética, y sin fijarse en aumentos “puntuales”.
“Hasta ahora la presión de la inflación subyacente es muy suave y
solo se prevé que aumente gradualmente más adelante”, insistió.
Frente a las voces que consideran que esta política acomodaticia
prolongada está perjudicando la rentabilidad de los bancos,
especialmente la de los alemanes, Draghi defendió que sus beneficios
“han compensado los posibles inconvenientes”.
La recuperación económica que ha impulsado ha reducido las quiebras y
por tanto mejorado la calidad de las carteras crediticias de los bancos
y ayudado a “sostener las ganancias de los bancos en el último año”,
argumentó.
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