PARÍS.- El referéndum del domingo
en Macedonia para cambiar el nombre del país al de República de
Macedonia del Norte es una etapa importante pero no decisiva para acabar
con el litigio que envenena las relaciones con Atenas desde 1991.
En 1991, Macedonia proclamó su independencia de
Yugoslavia. Atenas le negó entonces el derecho a utilizar el nombre de
Macedonia al considerar que este sólo puede designar su provincia
septentrional. Grecia cree el país vecino trata de usurpar su
patrimonio, especialmente el de Alejandro Magno, y mantiene ambiciones
territoriales ocultas.
En 1993, Macedonia entró en la ONU con el nombre provisional de Antigua República Yugoslava de Macedonia.
Muchos
países, incluidos Rusia y Estados Unidos, han reconocido desde entonces
al país balcánico con su nombre constitucional de República de
Macedonia.
En 1994, Grecia impuso un
embargo económico a Macedonia, prohibiéndole a ese pequeño país aislado
utilizar el puerto griego de Tesalónica, su principal vía de
intercambios comerciales.
Las autoridades griegas exigieron que
Macedonia modificara su Constitución y renunciara a su bandera con el
sol de Vergina, el emblema de la antigua dinastía macedonia, que Atenas
considera como un "símbolo griego".
En
1995, los dos países firmaron en Nueva York un acuerdo para normalizar
sus relaciones políticas y comerciales, dejando a un lado la cuestión
del nombre.
Un mes después, abrieron oficinas de enlace en sus
capitales respectivas, y la nueva bandera de Macedonia, donde el sol de
Vergina se sustituyó por otro símbolo parecido, se izó por primera vez
en Naciones Unidas.
En
2001, Grecia, el único país de la región que es miembro de la OTAN, la
UE y la zona euro, apoya a su vecino durante un conflicto armado entre
las fuerzas gubernamentales y los rebeldes albaneses. Macedonia alberga
una importante minoría albanesa que representa entre el 20 y el 25% de
la población.
En 2005, Macedonia
obtuvo el estatuto de candidato a la UE. Pero Grecia bloquea la fecha de
apertura de las negociaciones de adhesión, que debe aprobarse por
unanimidad.
En 2008, Macedonia presentó su candidatura a la OTAN con su nombre provisional, pero Grecia vetó su incorporación a la alianza.
Las
relaciones entre ambos países se deterioraron con la instalación en
2011 de una enorme estatua de Alejandro Magno en Skopje, una
"provocación", según Atenas.
En 2016, tras
el cierre de la llamada ruta de los Balcanes, Atenas acusó a Skopje de
hacer un uso excesivo de la fuerza durante incidentes con cientos de
migrantes que intentaban pasar la frontera con Macedonia.
Desde
su llegada al poder en junio de 2017 tras años de gobierno
nacionalista, el nuevo primer ministro socialdemócrata, Zoran Zaev,
prometió estrechar la "buena amistad" con Grecia para encontrar una
"solución" y volver a lanzar el proceso de adhesión a la UE y a la OTAN.
Las negociaciones se
retomaron en enero de 2018 bajo la supervisión de la ONU, provocando una
fuerte resistencia de la oposición derechista y de los nacionalistas en
Grecia y en Macedonia.
Tras varios encuentros bilaterales,
Atenas y Skopje firmaron el 17 de junio un acuerdo histórico para
cambiar el nombre de la ex República yugoslava al de Macedonia del
Norte.
El acuerdo, ratificado en julio por el Parlamento
macedonio, será objeto de un referéndum consultivo el 30 de septiembre.
Tras la consulta, los diputados deberán validar el resultado con una
mayoría de dos tercios. También deberá ser aprobado por el Parlamento
griego.
La OTAN ya invitó a Skopje a abrir negociaciones de
adhesión, aunque ya avisó de que el cambio de nombre era una condición
imprescindible para seguir adelante.
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