TÚNEZ.- Túnez
presumió hoy de seguridad, reformas económicas estructurales y
estabilidad política frente a una región agitada para tratar de atraer
la inversión extranjera, considerada clave en la consolidación
definitiva de la única transición viva de las marchitas "primaveras
árabes".
Seguridad frente a la amenaza yihadista y reformas
financieras ya emprendidas para agilizar los costosos procesos
burocráticos fueron las dos ideas que se repitieron hasta la saciedad en
la inauguración de del Foro "Túnez 2020", que el martes y el miércoles
reúne en la capital norteafricana a políticos y empresarios de más de 70
países.
"Hoy el proceso político se ha estabilizado y Túnez ha
regresado al mapa de los países estables. Túnez ha regresado y ha
regresado con fuerza", declaró el primer ministro tunecino, Yusuf
Chahed, ante cerca de 40 delegaciones oficiales.
"Y bajo esta estabilidad, el Parlamento aprobó días atrás
una nueva ley de finanzas" que pretende modernizar el sistema financiero
y acabar con las trabas que pone un entramado altamente burocratizado,
en el que la corrupción endémica de la dictadura ha sobrevivido, agregó.
En la misma línea se expresó el presidente del país, Beji
Caid Essebsi, quien durante la gran ceremonia de apertura insistió, casi
como en una plegaria, en que Túnez necesita de la ayuda de sus amigos
para completar el camino hacia la democracia emprendido con la
revolución de 2011.
"Túnez afronta una situación excepcional y necesita de un
apoyo especial de parte de sus socios y de los organismos
internacionales, un apoyo que debe ir más allá del marco tradicional y
del respaldo que algunos países han proporcionado durante la
transición", afirmó el mandatario.
"Al tiempo que los tunecinos agradecemos a nuestros socios
por su contribución en el camino de la democracia, les invitamos a que
se impliquen aún más y contribuyan a los grandes esfuerzos que requiere
esta etapa", agregó.
Al hilo de este argumento, Essebsi subrayó que el éxito de
la transición tunecina será un ejemplo para la región y un acicate para
que otros procesos democráticos, ahora estancados o directamente
machacados, puedan volver a florecer.
"La estabilidad de Túnez es la garantía para la estabilidad
de toda la región", afirmó en presidente, en clara alusión a las dos
orillas del Mediterráneo.
Essebsi admitió, no obstante, que su país no ha cumplido en
estos seis años con todas las expectativas que despertó, fracaso que
achacó a la violencia y la inestabilidad regional, en particular en la
vecina Libia.
"Túnez pretende convertirse en un promisorio núcleo
financiero, en una plataforma regional de inversión y exportación para
Europa, el mundo árabe y los países africanos", concluyó.
A su lado le escuchaban los dos principales patrocinadores
extranjeros de este encuentro: el emir de Qatar, el jeque Tamim bin
Hamad al Thani, y el primer ministro francés, Manuel Valls, que, como
gran parte de los presentes, pareció convencido de las palabras del
mandatario.
Qatar prometió hoy 1.500 millones de dólares de ayuda a
Túnez y sugirió, además, que estaría dispuesto a aplazar el pago de unos
500 millones de dólares en créditos ya vencidos.
Francia, por su parte, se comprometió a invertir un mínimo
de 250 millones de euros anuales hasta 2020, fecha que el Gobierno se ha
marcado para la implantación de un ambicioso programa económico
quinquenal.
A este ejercicio de generosidad se sumaron también
instituciones como la Unión Europea, representada este martes en Túnez
por el comisario de Vecindad y Ampliación, Johannes Hahn, quien aseguró
que la ayuda de Bruselas será progresiva y podría alcanzar en 2020 los
800 millones de euros.
España, representada por el director general de Política
Exterior para Mediterráneo, África, Magreb y Oriente Medio, Manuel Gómez
Acevo, pondrá su grano de arena a través, principalmente, de la Oficina
Técnica de Cooperación, que en 2017 reabrirá sus puertas y recuperará
su actividad.
"Las empresas españoles llevan mucho tiempo en Túnez",
recordó a Efe Gómez Acevo, "han tenido que sufrir distintos avatares,
sobre todo durante la época de la transición, y ahora esperamos que se
vayan solventando", afirmó.
"Pero al mismo tiempo detectamos que hay un interés por
colaborar, por aprovechar las posibilidades de inversión y negocio que
hay en el mundo", destacó.
Víctima de la inflación, el paro y la corrupción -endémica
en el país desde tiempos de la dictadura-, la economía tunecina afronta
una aguda parálisis que amenaza con hacer descarrilar su exitoso proceso
de transición política.
Una situación que empeoró en 2015 a causa del terrorismo, que hundió el turismo, uno de sus pilares económicos.
Ante esta situación, el Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial concedieron este año a Túnez un préstamo de 2.200 millones
de euros a cambio de recortes, austeridad y despidos en la
Administración pública, que han desatado una fuerte contestación
popular.
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