El anuncio del compromiso de los países de la OPEP de rebajar sus
cuotas de producción depetróleo a partir del mes de enero ha gozado
cuando menos de un éxito que no solía tener en anteriores ocasiones. La
reacción de los mercados, con alzas en los precios por encima de niveles
desconocidos desde hace más de un año, significa que esta vez el
acuerdo entre productores ha gozado de credibilidad.
El horizonte de la subida del precio del crudo está, sin embargo,
condicionado a otra serie de cuestiones, por un lado la participación de
otros países no miembros de la OPEP en la limitación productiva y por
el otro la necesidad de encontrar un precio de equilibrio que permita
frenar la salida al mercado de nuevas cantidades de petróleo procedentes
de países que no están sometidos a la disciplina de estas limitaciones
ya que son eminentemente países consumidores, no tanto productores y
exportadores. Hay un potencial productivo importante en países que han
mantenido una posición permisiva con las nuevas tecnologías extractivas
del fracking, un potencial que básicamente depende del precio al que se
cotice el crudo en los mercados internacionales.
En relación con la primera de estas dos cuestiones, es decir, el papel
que vayan a jugar los exportadores de petróleo que no forman parte de la
OPEP, la política que siga Rusia será de capital importancia. Este
importante productor de crudo y gas ya ha anticipado su disposición a
participar en la nueva política comercial de los exportadores de crudo.
Incluso se han esgrimido algunas cifras sobre sus compromisos de
recorte, que serían equivalentes a la mitad del compromiso asumido por
Arabia Saudí, que es el principal valedor de los límites a la producción
de crudo. Arabia fue realmente el impulsor de la nueva estrategia
comercial iniciada hace dos años mediante la cual el principal
exportador de crudo del mundo se lanzó a inundar los mercados de
petróleo sin importarle en principio el precio al que podían
precipitarse las ventas de esta materia prima.
Las caídas del precio del crudo han ido más allá de lo previsible y
sobre todo está costando bastante tiempo enderezar la situación, ya que
la subida de precio de estas últimas dos semanas no necesariamente
apunta hacia un horizonte estable en materia de precios. A la postre, la
efectividad del acuerdo de recorte de producciones para promover una
subida de los precios está supeditada a que Rusia reduzca de forma
importante sus entregas al mercado, un mercado que por otra parte no
promete aumentos significativos de la demanda, por lo que los
exportadores tendrán que hacer sus cálculos en base a unas cifras de
consumo mundial estancadas.
La otra cuestión es hasta qué punto la mejora de los precios no va a
provocar una aceleración de la producción en algunos países y. sobre
todo, en algunas explotaciones de tipo marginal. Cuando los precios
están muy bajos, claramente por debajo de los 40 dólares el barril,
muchos productores de crudo se han quedado fuera del mercado porque sus
costes de producción eran superiores. Bastantes explotaciones han sido
cerradas en estos años o han sobrevivido en condiciones financieras
bastante precarias. Ahora que los precios se han lanzado por encima de
los 50 dólares el barril y que pueden aspirar a corto plazo a un nivel
de precios más cercano a los 60 dólares el barril, la aparición en
escena de estos productores marginales parece garantizada, por lo que
una escalada de precios no parece factible.
(*) Periodista y economista
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